Netflix: lo que tenés que saber sobre The Sinner antes de su tercera temporada
The Sinner fue toda una sorpresa desde su estreno. Basada en la novela de Petra Hammesfahr del mismo título y protagonizada por Jessica Biel, se proponía como un modesto policial de procedimiento que intentaba dilucidar las oscuras razones detrás de un crimen cometido a plena luz del día. Creada por Derek Simonds y afirmada en la historia literaria, la miniserie mostraba el crimen en su primer episodio corriendo definitivamente el foco del enigma. Cora Tannetti (Biel) se encuentra en una playa junto a su marido y a su hijo, la gente conversa a su alrededor, el sol brilla en el cielo. Mientras pela una fruta y mira al horizonte, algo imperceptible ocurre en su interior. Se levanta de pronto con el cuchillo en la mano y mata a un desconocido de siete puñaladas. El qué y el cómo, claves de los policiales del enigma, quedaban resueltos de inmediato, por lo que la historia debía dilucidar cuáles eran las motivaciones de semejante violencia. ¿Locura, venganza, confusión?
La primera temporada de The Sinner trascendió sus propias expectativas. Se convirtió en un relato sólido y atrapante, que escalonaba el pasado y el presente para dar las respuestas necesarias a los misteriosos actos de Cora. Junto a ella emergía un personaje clave de la serie, el detective Harry Ambrose, interpretado por Bill Pullman. Experimentado en su profesión y marcado por el pecado y la culpa al igual que Cora, Ambrose no se resignaba a las explicaciones convencionales. Su consistente intuición lo llevaba a explorar pacientemente los indicios dejados de lado por la policía para deconstruir las apariencias que condenaban a Cora al castigo. Así, The Sinner se sumaba a una tradición que convierte al detective, ya no en el racional investigador de enigmas, sino en un pecador más que explora sus propios fantasmas para llegar a la verdad.
El éxito de la primera temporada ofreció la posibilidad de una segunda entrega, ahora sin el material literario como disparador. Entonces Simonds abrió una nueva compuerta: recreó el tono inquietante de la temporada original pero dando un paso más en la construcción del enigmático entorno del delito y del pasado de su detective estrella. El crimen esta vez es cometido por Julian (Elisha Henig), un niño de 13 años que mata a sus padres en un motel durante un viaje a las cataratas del Niágara. Otra vez todo parece estar a la luz, el asesino y su arma letal, un té envenenado. La oficial Heather Novack (Natalie Paul) es la encargada del caso, pero su juventud e inexperiencia la llevan a consultar al veterano Ambrose, amigo de la infancia de su padre y repentina celebridad luego de su triunfo en el caso de Tanetti. Así Harry regresa a la ciudad de su infancia, preñada de los recuerdos de su madre y un lejano incendio que lo llenó de remordimientos y pesadillas.
En la segunda temporada ya no aparece Jessica Biel, quien solo figura como productora ejecutiva, pero Simonds se rodea de un elenco estelar que incluye a Tracy Letts, célebre autor de piezas teatrales como Agosto y actor secundario de prestigio, y a Carrie Coon, nominada al Tony y al Emmy, protagonista de The Leftovers y Fargo (quienes, además, son marido y mujer en la vida real). Coon da vida a uno de los personajes más oscuros de esta nueva historia: Vera Walker es la líder de una extraña comunidad que habita en la región, signada por comportamientos sectarios y un misterioso secretismo. Su aparición impacta sobre la verdad de los acontecimientos cuando afirma ser la verdadera madre del joven Julian y la principal defensora de su inocencia. Ahora Simonds comprende que si bien el camino de la investigación regresa a los interrogantes sobre la motivación del asesinato, como en el caso de Cora, las verdaderas filiaciones de Julian, su pertenencia a esa comunidad cerrada, atravesada por ceremonias extrañas y secretos guardados, se convierten en la llave para el descubrimiento de la verdad.
Ambrose vuelve a transitar su propio calvario, que en este caso lo hermana de manera inusual con el presente de Julian. Su infancia también fue difícil, marcada por el desamparo y la soledad, por los pecados que se conservan en su conciencia y aguardan la expiación. Con una dirección clásica sin pretensiones de preciosismo (en la que destaca Antonio Campos en varios de los episodios), The Sinner conserva su estética sombría y ominosa, sus espacios abiertos y boscosos, sus noches interminables. Esa persistencia en la alteración de las apariencias también se traslada a los personajes, que nunca parecen de todo confiables y se despliegan ante nuestra mirada, obligándonos a revisar a cada minuto nuestras presunciones. Los duelos actorales entre Coon y Pullman son los momentos de mayor tensión dramática, aquellos en los que la serie escapa a las coordenadas del policial y se revela en sus claras ambiciones existenciales.
Ese es el camino que Derek Simonds ha decido profundizar en esta tercera temporada que estrena Netflix el 19 de junio. Aquel que reencuentra a su detective con nuevos desafíos y conocidos fantasmas. La acción se ubica en la región de Dorchester, un tranquilo suburbio de Nueva York. Allí habita Jamie (Matt Bomer), un profesor de Historia, comprometido con sus estudiantes y próximo a convertirse en padre, quien recibe la repentina visita de Nick (Chris Messina), un viejo amigo de la universidad. Un accidente automovilístico en la entrada de la imponente propiedad de la pintora Sonya Barzel (Jessica Hecht) los tiene como protagonistas. Para la policía local parece obra de la fatalidad, pero Ambrose no está del todo convencido. Como en los casos anteriores, es su intuición la que agrieta las convenientes presunciones de los investigadores y convierte ese trágico accidente en un abismo de secretos. La vida de Harry sigue definida por la soledad, esta vez en una cabaña perdida en el bosque, en la que recibe las visitas eventuales de su hija divorciada y su nieto introvertido. Su mundo se conecta de manera indirecta con el de Jamie, y los mutuos pecados parecen exigir un castigo.
The Sinner vuelve a jugar con el mismo interrogante: ¿qué motivos se ocultan detrás de un acto semejante? Y la respuesta nunca es la esperada. Jamie, como antes Cora y Julian, explora los recovecos de su memoria junto al espectador. Son esos huecos en los recuerdos, que regresan en sueños inquietantes, en ataques de ansiedad, en una culpa que carcome su cordura, los que revelan el eje de todo descubrimiento. Y nuevamente el espacio se convierte en protagonista, alejado de la urbanidad y marcado por la noche y soledad. Todos los protagonistas de The Sinner tenían vidas tranquilas y previsibles hasta que un día fueron alteradas por el arribo de lo inexplicable. En tanto propuesta de antología, la serie utiliza a Ambrose para hilvanar sus historias y determinar su continuidad, pero al mismo tiempo para explorar las distintas aristas de ese investigador, la complejidad de sus relaciones afectivas, los tortuosos recuerdos de su pasado, el peligro detrás de toda aparente seguridad. En esta tercera temporada todo se pone a prueba, la magnitud del pecado y el verdadero rostro del pecador.
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