Titanes en el ring, con versión aggiornada
"Lo que pasa también es que el recuerdo enaltece la memoria", dice Paulina Karadagian, sentada en una oficina del subsuelo del Centro Armenio, delante de un gran cuadro en blanco y negro en el que se ve a su padre, Martín, luchando contra un oso enorme.
Hace 35 años, cuando Titanes en el ringya era un furor de audiencia, en las giras Paulina trabajaba como "segunda": llevaba y traía la ropa que quedaba tirada en el ring después de una pelea y se encargaba de poner los casetes con la música de cada luchador. Hoy, es la heredera y artífice del show que volvió el mes pasado con un encuentro en La Rural y que el domingo próximo se presentará en la sala Siranush.
"Muchos de los que tienen más de 40 años siguen reclamando la esencia, la mística. Te dicen: ‘Esto no es lo mismo’. Y no… Porque no está papá, no está Ararat, no está ninguno de ellos… Y porque el mundo cambió", dice ella y cuenta de qué modo, paso a paso, fue transformando los personajes, las historias, cada parte de esta ficción entrañable que durante años enfervorizó a grandes y a chicos.
Martín Karadagian creó un universo en el que la verosimilitud de los hechos era mucho más importante que su veracidad. En un ambiente en el que todos trataban de destacarse por la fuerza, sorprendió con astucia e imaginación. Frente a la idea de que la lucha se resolvía con técnica y gimnasio, descubrió que la fantasía era tan importante como el resto.
El sábado 3 de marzo de 1962, a las once menos veinte de la noche, empezó la transmisión del primer programa de Titanes en el ring. Dicen algunos nostálgicos que por la pasión que Rodolfo Di Sarli le ponía al relato, a pesar de que la televisión era en blanco y negro, si uno se concentraba podía ver el color carmesí de la capa del Caballero Rojo.
El horario nocturno no ayudaba a que el público infantil se sumara al programa. Por eso, en el tercer año se grabó más temprano y se trató de hacer peleas menos violentas. El ciclo se emitió por la pantalla de Canal 9 hasta 1969. Luego de una pausa de tres años, en 1972 volvió los domingos a la mañana, con mayor rating. Siguió en el aire hasta 1988. En cine, la última aparición de Karadagian fue en Titanes en el Ringcontraataca, de 1984.
En esos años hubo luchas y magia. Hubo una pelea en la que El Capitán Piluso (Alberto Olmedo) junto con su compañero Coquito (Humberto Ortiz) vencieron al titán con una toma ñoqui. Hubo una pelea antológica y surreal del Gran Martín contra el Hombre Invisible. Durante 22 minutos, la cámara enfocó a Karadagian sufriendo llaves, cayendo sobre la lona, dominando el combate. El relator tenía unos anteojos de soldador que le permitían ver de manera fugaz los movimientos del etéreo contrincante. Cuentan que, después de la pelea, varios llamaron al canal para averiguar dónde podían conseguir esos anteojos.
Hubo, en diferentes etapas, personajes antológicos como el Ancho Rubén Peucelle, La Momia Negra, La Momia Blanca, Mercenario Joe, Tufic Meme y el Indio Comanche. Y otros que remitían a la literatura, como el Cid Campeador, Ulises o Don Quijote y Sancho Panza: cuando se le ocurrió esta última dupla, Karadagian pensó en que tenían que estar acompañados por Rocinante. Para que la ilusión funcionara, el caballo debía tener las mismas características que en el libro. Tenía que ser blanco, pero viejo y muy flaco. Le costó conseguirlo, pero después de mucho buscar pudo encontrarlo y se lo compró al dueño de un matadero.
Antes de subir al ring, los luchadores sabían quién ganaba, quién perdía y de qué forma: no era lo mismo triunfar por descalificación general que por cuenta de espaldas. "Lo decido tomando en cuenta el éxito de cada personaje", comentó Karadagian en una de sus últimas entrevistas. También les avisaba si pasaría algo en el medio: la irrupción de un tercer luchador, una pelea con el árbitro, un suceso inesperado. Dentro de esos parámetros, los púgiles ejercían un violento arte de la improvisación: en una pelea, Benito Durante le voló tres dientes a Ulises, el Griego. A lo largo de su carrera, Pepino el Payaso tuvo varias fracturas en las piernas y en las costillas.
Los lunes, se hacía "la reunión constructiva", en la que todos los luchadores opinaban y a las que obligatoriamente debían ir: la ausencia se pagaba con quince días de descalificación. Allí, se analizaban las peleas, se puntualizaban errores y se pensaba cómo superarlos. Karadagian era muy exigente y se encargaba de calificar cada uno de los combates. Si la pelea había sido superlativa, enunciaba una sola palabra: "¡Descollante!". Aunque la mayoría de las veces, su calificación era "buena" o "mediocre" o, incluso, "mediocre abajo".
Las reuniones de hoy
No es lo mismo, pero hay cosas que nunca cambian: las reuniones después de los combates se siguen haciendo, aunque Paulina no es tan exigente como lo era su padre, fallecido en agosto de 1991. Quizás, ese rol lo encarne Sergio Billy Ventrone, ex luchador de Titanes y actual director técnico de la troupe. Billy es quien reúne a los luchadores y les dice qué toma pudieron haber hecho y no hicieron, el que les sugiere algún movimiento nuevo, les marca alguna correción técnica o los apura si en el comienzo de una pelea demoran mucho hasta entrar en combate. Paulina cuenta que, si bien los nuevos luchadores están muy preparados, siempre hay imponderables y cuestiones del oficio que solo se aprenden con años de experiencia. "La otra vez, llegando al final de una pelea, uno de ellos agarró una silla para pegarle a su rival y dudó, se quedó quieto un momento porque tuvo miedo de lastimar a alguien del público. Desde que agarró la silla hasta que la volvió a dejar en su lugar, pasaron pocos segundos y probablemente muchos de los que estaban concentrados en la adrenalina del momento ni se enteraron, pero Billy le explicó que esa no era excusa: debería haber buscado un lugar más alejado de la gente para hacerlo. De otro modo, hay una expectativa que finalmente no se cumple –dice–: En un show de tan alto nivel, este tipo de cosas no se puede permitir".
La nueva troupe está compuesta por 25 luchadores, que desde mayo del año pasado se entrenan en el sótano del Centro Armenio bajo las indicaciones del Caballero Rojo. Entre los grandes cambios respecto de las ediciones anteriores, Paulina destaca la inclusión de cinco luchadoras y un representante del colectivo LGTTBIQ+: Amériko.
"Tenemos un plantel de elite, con excelentes atletas", dice Billy y detalla: "Gevorg, el armenio, fue campeón en Rusia, en Alemania y cuando llegó a la Argentina, se entrenó en Boca y salió campeón nacional de lucha grecorromana y libre. Enigma 17 también es campeón nacional en grecorromana y libre y Bull Avak está entrenando al equipo nacional de judo en el Cenard".
Revelando su identidad oculta, el Caballero Rojo se quita la máscara para hablar de los entrenamientos. "La idea fue formar gente nueva, que no tuviera nada que ver con la lucha en sí. De este modo, evitamos las mañas de los que se apoyan en la técnica para no entrenarse. No queremos panzas, sino gente atlética y disciplinada".
Cinco días por semana los luchadores practican llaves, tomas y ejercicios. "Con este entrenamiento, no necesitás más, pero como somos unos enfermitos, vamos al gimnasio y seguimos haciendo otras cosas", dice el Caballero Rojo, con los bíceps bien marcados, y se queda en silencio al ver que la puerta se abre: la momia blanca irrumpe en la oficina. Camina en silencio, hace temblar sus manos. Da unos pasos parsimoniosos y, luego, agarra una mochila. Las cosas ya no son como antes: en este principio de siglo, los superhéroes cada vez son más mundanos.
Nuevos personajes, nuevas historias
Una vez que reunieron a los luchadores, Paulina empezó a diseñar los personajes. Lo primero fue decidir los nombres. Cada uno, dice, tiene un poquito de ella. "Krystalia" es el alias que usa en la computadora cuando juega al Warcraft. "Tanya": el personaje de la heroína que elige en el Red Alert. "Bruce Rose" lo armó combinando preferencias musicales: le gusta tanto Bruce Springsteen como los Guns and Roses. El apellido de "Marcus Turm" surgió después de buscar en internet la traducción de "Torre" en alemán, ya que el luchador que lo encarna es alto, grandote y tiene ascendencia alemana.
La historia detrás del personaje de "Nikka Bykob" incluye a su padre. Cada 27 de agosto, fecha en la que falleció Martín Karadagian, Paulina le dedica una canción en Facebook: por lo general, una de Nikka Costa ("On My Own"), "Es un tema que ella le hace al papá que estaba muerto y me encanta: de ahí lo de Nikka", dice Paulina y explica que otros nombres surgieron por su sonoridad. "Bull Avak", por ejemplo, combina un fragmento del apellido del luchador con la traducción de toro en inglés: "Más allá de que su cuerpo es enorme, un día lo vi dando un cabezazo. Le dije que lo repitiera, pero que antes acariciara el piso con la planta del pie y que hiciera cuernitos. Eso iba a quedar como un distintivo de su personaje", cuenta y explica que el catch es un espectáculo con mucho de actuación. Si a eso uno debiera sumarle una actitud que no le es propia, sería demasiado. "Nikka vino muy agrandada y su personaje quedó de soberbia. Enigma 17 era muy pedante: entonces, usamos eso. Hella está contentísima porque su personaje recrea lo que le pasa en la vida real: estaba un poco desbordada, es medio antisocial y tenía ataques de pánico", cuenta.
Como resultado de esa mezcla entre nombres y características personales surgieron los nuevos personajes: Vlad Ivanoff, Roxy Rox, Nikka Bykov, Tanya Kotz, Krystalia, Gevorg, Durán Durante, Enigma 17, Bull Avak, Iuri M, Amériko, Kodran y Micky Santos. A ellos se agregan las dos momias históricas y el Caballero Rojo.
Además del nombre, cada uno de ellos tiene una serie de características que lo definen: Paulina explica que no son extravagantes como podían ser las características de los personajes de su padre, sino que se apegan más a las costumbres de cada luchador. Así, Iuri M es: "Fanático de las redes sociales. Vive pendiente de ellas, incluso cuando está cerca de un ring. De carácter afable y acrobático, nos sorprenderá con sus tomas aéreas". O Roy: "Una chica común que arriba del ring se transforma en una aguerrida luchadora. Vegana, le encanta bailar y en cada lucha entrega su corazón".
Paulina insiste en no mencionar los nombres y apellidos de los luchadores: "Nos llamamos por los nombres de los personajes. Los chicos nuevos se están acostumbrando a esto", dice. En la vida real, Roxy Rox trabaja en un hospital y en un laboratorio bromatológico. De chica, practicó jiu-jitsu y taekwondo y, también como su personaje, es vegana. "Tengo un nutricionista y sigo una dieta estricta. Mezclando cereales con legumbres consigo la misma cantidad de proteína que los carnívoros: me siento bien, entreno bien y rindo bien, así que no tengo problema", indica. A su lado, el Caballero Rojo hace una mueca. "Yo como mucha proteína animal. Si no, no consigo generar masa muscular", dice y comenta que si bien son dos estilos distintos, ambos comen sano y sin frituras.
Paulina cuenta que en la mujer que encarna a Roxy Rox descubrió un gran carisma con los chicos. Le preguntó si se animaba a bailar y ella dudó. Así que les pidió a sus dos hijos que le enseñaran uno de los bailes del videojuego Fortnite. Una vez que ese movimiento estaba listo, le agregaron un gesto: con las manos, la señal del corazón. Lo último fue diseñar el traje para la pelea: la malla turquesa.
Una vez que estuvo lista, Roxy Rox debutó en el cuadrilátero de La Rural y en su primera pelea oficial, junto a Krystalia, derrotó a la pareja formada por Hella y Nikka Bykov (quien "vino de muy chica desde su Rusia natal. Su madre, al igual que ella, fue una excelsa bailarina clásica, sin embargo, Nikka es rebelde, caprichosa y engreída").
Billy dice que el aggiornamiento se extendió al modo de pelear. "En las luchas de antaño, había mucha retención y palanca, eso hoy no atraería tanta gente porque en los últimos tiempos se instaló lo acrobático", dice y explica que hoy es normal que un luchador salga del ring con una mortal y caiga parado en el piso. Uno imagina qué impacto hoy tendría el célebre cortito de Martín Karadagian.
"Con los personajes pasa lo mismo –dice Paulina–.Si vos presentás personajes de fantasía, mitología o literatura, como ha tenido papá, espantás gente y atrasás. Por eso yo peleo tanto cuando me dicen: tiene que volver Pepino el payaso. ¡Y no! ¿Sabés que no..?". Aunque aclara que hay guiños para los adultos que acompañan a los chicos. Un ejemplo: en lugar de El Gitano Ivanoff, que iba vestido con atuendo romaní, hoy aparece Vlad Ivanoff. La música es igual a la del anterior, aunque tocada con ritmo de rock y guitarra eléctrica.
La momia sigue en el staff. Sin embargo, Paulina dice que no sabe hasta cuándo. "Ahora está enfurecida porque descubrió que murió papá. El único link que tiene con el pasado soy yo. Así que aprendí lenguaje de señas y le dije que si volvía por la gloria, se podía unir a nosotros". A la momia no termina de gustarle lo que ve: conoce el lugar, pero no conoce a ninguno de los luchadores nuevos y eso la enoja. "Lo mismo que le pasa a la vieja generación que veía Titanes –se ríe Paulina–. Hay que darle tiempo. Ya vamos a ver cómo sigue la historia".
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