Tiempo nuevo sin TV
"Si la gente no me quiere ver más, se acabó", dice Bernardo Neustad, que se despide hoy, sin arrepentimientos, del medio en el que cosechó odios y amores a lo largo de 36 años.
"Vamos a ubicarlo así: esto no es un drama espiritual. Yo no nací para ser famoso. Yo crucé las puertas del diario El Mundo para ser un periodista, nada más. En ese momento no había TV, así que yo no soñé con tener influencia. Yo estuve 28 años sin firmar una nota y creo que escribía mucho mejor que lo que hoy soy como periodista de TV. Ahora leo mis recortes y digo: ¡era un genio! En cambio, ahora no me considero un genio. La TV me transformó. De la noche a la mañana, aquel periodista que era inteligente en el diario pasó a ser un periodista brillante en la TV. Perder la fama o la imagen no me aterra. No digo que no importa, digo que no me duele, que no me preocupa. Estoy admirado de ver adonde llegué. Y estoy pensando, a los 72 años -144, porque tengo dos vidas-, qué puedo hacer para llegar más y mejor a la gente", refuerza como para que quede claro que no se le va la vida detrás de las luces de la TV.
Pero, a la hora de hacer un balance, se aferra a explicaciones más universales para hablar de ese terreno que piensa abandonar: "La gente ya no quiere escuchar malas noticias", "la gente ahora apaga la televisión", "mi programa no tuvo rating, pero tampoco ningún programa de los que destruyen".
Y hasta culpa a los periodistas por el lugar que ahora ocupa bajo el firmamento : "¿A usted le parece que no me hayan seleccionado a mí entre los mejores cien periodistas de este país?", pregunta enojado. Y se debate en la teoría de que existe una especie de complot en todos los medios de comunicación para ignorarlo. "Es una orden de arriba. De mí no se habla. Ni bien ni mal".
La memoria rencorosa
En su enorme despacho, su presencia se hace menos reiterativa. Apenas unos pocos portarretratos que reproducen su acercamiento al presidente Menem y un diploma enmarcado de la Gran Cruz de Honor de la Policía Federal, firmado por su ex jefe Adrián Pelacchi. Allí, de espaldas a un enorme ventanal desde donde se ve "el edificio de la corrupción", como lo llama él, Neustadt habló con La Nación sobre su despedida, sobre el periodismo independiente y el oficialista, sobre su pasión por mostrar que este mundo está lleno de buenas noticias, más allá de lo que indiquen los diarios, y sobre su necesidad de vivir sin memoria.
-Usted propuso mostrar buenos ejemplos en la TV porque estaba cansado de dar malas noticias. A juzgar por el rating, ¿cree que funcionó su apuesta?
-Mi programa no tuvo rating, pero tampoco ningún programa de los que destruyen. En este país se entiende que ser independiente es ser opositor. Horacio Vertbisky, uno de los periodistas más profundos que tiene la Argentina, entiende que el periodismo nació para molestar, criticar e irritar a todos. Pero Página/12 no es boom. En este momento la cancha está inclinada: lo que rinde es decir que todo está mal. Decir que las cosas está bien, que Argentina mejoró su posición en el mercado, es ser oficialista.
-Inscribe a Vertbisky entre los periodistas independientes. A usted, en cambio, siempre se lo ha acusado de ser oficialista de los gobiernos de turno...
-Los periodistas hicieron eso conmigo. Para mí, cada gobierno que vino trajo una expectativa. Yo soy pesimista por la realidad que me rodea y optimista por necesidad. Cada vez que venía alguien, yo creía. Pero a mí, ¿sabe quién me dio el liderazgo? La gente. Si la gente no me quiere ver más, se acabó.
-¿Le llegó ese momento ?
-No sé. Yo le agradezco a Dios lo que me dio. Nunca pensé que a través de ese aparatito me iban a escuchar dos millones de personas y los iba a influir.
-En un tiempo fue influyente, los funcionarios de los gobiernos iban a su programa, llenó la Plaza del Sí. ¿Qué siente ahora que no tiene ese poder, ni aquel rating?
-Que uno tiene que cambiar. La gente decide que esto no va más. Uno puede cambiar para bien o para mal. Yo voy a cambiar para mejor. Por ejemplo: por Internet pregunté ayer cuántos aviones habían salido, y cuántos habían llegado. Y me contestó: 453.200 aviones salieron y llegaron. Uno se cayó. Yo hubiera titulado con los que salieron y llegaron. Yo me di cuenta, hace cinco años, que estaba equivocado y mucho más cuenta me di cuando tuve mi infarto, cuando fui y volví del cielo para renacer. Entonces me pregunté: ¿le sirvo a la gente o no?
-¿Y qué se respondió ?
-Mire, yo era equilibrado en mi programa, pero también tenía una tendencia a destruir. Siempre quise mostrar ejemplos y me salieron dráculas.
-¿Quiénes?
- No, eso no se dice. Es como cuando un hijo te sale mal. Yo no tengo la culpa, lo único que hice fue acostarme. En mi caso, difundir. Lo que ya no quiero más es levantarme por la mañana para acusar, a la tarde hacer un programa para juzgar, y a la noche para condenar. Creo que los periodistas no tenemos los atributos suficientes para hacerlo. ¿O usted ve aquí algún diploma que me de ese poder?
-¿Pero no lo hizo, sin diploma, durante 36 años?
- Sí, lo he hecho. Pero yo no juzgué a la gente, sino actitudes. Si un jugador de fútbol viola a un menor, me ocupo de la violación y hago un bien público. No juzgué a Veira. Señalé como un defecto de esta sociedad que tiene a su mejor jugador drogadicto, su mejor boxeador mató a su mujer y uno de los mejores directores técnicos violó a un menor. Más allá de eso, ahora no quiero hacerlo más.
-¿A qué se debe esta revisión?
-Por dos cosas. Primero, ¿sabe cuántos argentinos nos vamos a encontrar en el cielo? Muchos, porque de los arrepentidos es el reino de los cielos. Y segundo porque me di cuenta de que así no le sirvo al público.
-¿Usted es uno de los arrepentidos?
-No. Cada momento que pasé, cumplí con lo que yo creía que era mi obligación. Ahora quiero cambiar. ¿Cómo voy a estar arrepentido de haber abierto la televisión a miles de periodistas? Si ahora los periodistas utilicen mal ese espacio, qué le voy a hacer yo. ¿Por qué voy a estar arrepentido de haber golpeado las puertas de las radios hace 37 años pidiendo que me permitan hacer radio a la mañana en lugar de poner un locutor leyendo un diario?.
-¿Cuál fue su mayor acierto en la TV?
-Probar que los periodistas podían hacer televisión. Por eso me duele cuando no me consideran pionero. ¿Quién puede negar que Piazzolla cambió el tango ? Sin embargo, la gente joven no lo conoce y la gente vieja lo odia.
-¿Se considera el Piazzolla del periodismo?
-Sí, sí. Yo me siento igual que él. Los pioneros pagan, sobre todo en un país como la Argentina donde se ama el fracaso y se odia el éxito. Como me decía siempre Arturo Jauretche: "A lo que tenés que temer, es que no se hable de vos, ni bien ni mal". Tenía razón. Yo tengo un juicio, pero un sólo diario informó sobre eso. Su diario no puso nada. Si hubiera sido otro el que tenía un juicio, salía en todos los diarios. A mí, la sociedad periodística me quiere desconocer.
-¿Usted cree que hay una especie de complot contra Neustadt ?
-Me desconocen. ¿Usted cree que se puede nominar a los cien periodistas de la década y no figurar yo? ¿Usted cree que sólo Crónica se tiene que ocupar de mi juicio?Yo siempre tuve tres problemas graves en mi vida: un miedo terrible a la soledad, un miedo angustioso a la ingratitud y una bronca feroz contra la ineficacia. La soledad la maté: ya sé estar con mis perros y mis libros. La ingratitud no la puedo soportar. Esto de que me desconozcan no me duele, me preocupa. Yo he perdido la autoridad en los medios, no en la gente. Los medios tienen su modo de hacer una conspiración del silencio.
-Usted, en la TV, también tuvo el modo...
-No. Yo he llevado personas con las que no comulgo en lo más mínimo y le abrí camino a periodistas que estaban a kilómetros de mi ideología. Yo no hice conspiración del silencio. Yo lo siento en carne propia.
-¿Por qué cree que será ?
-Mire, el balance de mis últimos años, como ser humano, es cada día mejor. Usted pensará que soy egocéntrico, pero no es verdad. Yo soy partidario de una cuestión filosófica contraria a la de todos: a mí no me gusta la memoria. Yo creo que la memoria es rencorosa.
-¿Prefiere vivir sin memoria?
-Claro. A mí no me gusta la memoria. La memoria no me ayuda; al contrario, me ahoga, me mata. Si alguien que se peleó conmigo me dice que lo olvidemos, lo olvidamos. Un amigo siempre me lo reprocha: siempre me dice que por eso yo no termino de matar a la gente y por eso la gente me va a matar a mí.
Rating sin vuelta olímpica
"Allá por los años ´70, con 7 puntos de rating daba la vuelta olímpica en la cancha de Racing", supo decir Neustadt en 1990. Pero claro, lo decía desde la butaca del éxito: para ese entonces ya se había separado de su eterno colega, Mariano Grondona (estuvieron juntos desde 1964 hasta 1989),y conquistaba la pantalla de Telefé con 31 puntos (una cifra que hoy sólo pueden alcanzar Susana Giménez y Marcelo Tinelli, en la misma pantalla).
Lo cierto es que, durante más de dos décadas, su programa periodístico fue -casi siempre- el más visto de la TV y en 1982 llegó a ser el segundo de toda la programación.
Pero nada es para siempre. A fines del ´96, Neustadt se fue enojado de Telefé porque, dijo, lo obligaban a firmar un contrato de rating, que para ese entonces ya no jugaba en su favor.
Y la pantalla de América, de la que también se va un poco enojado por "el maltrato de los subordinados de Eurnekián, que no hicieron nada por el programa", no alcanzó siquiera para la vuelta olímpica. En el año tuvo picos de 5 puntos, pero su último programa apenas rozó los 3,1.