La banda liderada por Ian Astbury se presentó en el Teatro de Flores; hoy repiten en el de Colegiales
¿Cuántas bandas de rock pueden hacer un show con 20 temazos y que les queden varias canciones históricas sin tocar? El show de ayer de The Cult en el Teatro Flores probablemente sea hoy en día uno de los mejores de todo el mundo. Y el que haya ido a verlos probablemente tenga hoy un buen día; más de uno querrá repetir esta noche la experiencia en Colegiales. Y es que si Jim Morrison hubiera llegado a los 50 quizá, con suerte, luciría como lo hace Ian Astbury hoy: relajado, bien alimentado y, sí, de vuelta de todo. Claro que Astbury sólo es el cantante de esta legendaria banda que, en realidad, siempre fue un dúo dinámico compuesto por Astbury y ese extraordinario guitarrista que es Billy Duffy, los únicos que estuvieron presentes en todas las etapas del grupo. El principio del show, con "E.M.A.W.I.A.S" (sigla de "Every Man and Woman is A Star", canción nueva solo disponible por iTunes), la fantástica "Rain "(del legendario álbum Love, del que también tocaron "Nirvana" y "She Sells Sancturay"), la épica "Horse Nation" (de su primer disco, con tempranas referencias a las culturas aborígenes norteamericanas que tanto influenciaron el imaginario y la actitud de Astbury) y la arengadora "Sweet Soul Sister" ya le dieron el tono, exuberante y a la vez contenido de esta versión 2011 de The Cult, un grupo que, a pesar de haber hecho por lo menos tres discos clásicos de la historia del rock (como fueron Love, Electric y Sonic Temple, tres obras maestras) ha incursionado en los últimos años en la modalidad de hacer conocer sus nuevas canciones a través de las descargas por Internet, confiando en que, cuando un tema es bueno, se va a abrir camino con el soporte que sea. Tal es el caso de "Embers" y "Until the Light Take Us", incluidos en Capsule I y II, sus flamantes trabajos discográficos virtuales. La palabra "confianza" es la que define el presente de un grupo que ha sabido sobrevivir al circo del rock roll con dignidad y sin perder la mística. Ni la música. Tal es así que las actitudes "políticamente incorrectas" de Ian hacia el público ("¡Son unos amateurs!", "¡No tienen pelotas!") sólo quedan como curiosidades, tan espontáneas como sus arrebatos poéticos: "Todos ustedes son hermosos".
Mientras van pasando los temas, el estilo de The Cult, sofisticado y a la vez salvaje, pesado pero pleno de sutilezas, con sus riffs grooveros a lo AC/DC o los Stones, sus líricas alucinantes y a la vez elementales (siempre hay aire, fuego y tierra en las canciones de The Cult), con los apoteóticos pero la vez medidos solos de Duffy (que se hizo un momento para acordarse en el show de Carlitos Tevez y a Pablo Zavaleta por sus performances en el Manchester City) y sus estribillos vibrantes, demuestra su vigencia y su potencia. Tal es así que el grupo se puede dar el lujo de parar el show al noveno tema, después de haber mostrado los dientes y proyectar un video (vaya a saber qué hicieron en esos 5 minutos), para tomarse un "break" con amenaza de Astbury incluida: "Ahora volvemos y los vamos a MATAR".
Dicho y hecho: con "Embrees", "Go West" y "War" (del injustamente criticado Beyond Good & Evil, de 2001), The Cult (ahora como quinteto junto al bajista Chris Wyse, el baterista John Tempesta y Mike Dimkich en guitarra rítmica, formación sujeta a los impredecibles caprichos de Ian y Billy) confirma que la identidad del grupo se puede explicar perfectamente usando los títulos de sus discos: mas allá de bien y del mal, con amor y haciendo un tiempo para soñar, la ceremonia eléctrica de The Cult garantiza que, sí, esto es rock & roll. Pero no solo rock & roll. El clímax final, con la incandescente "Wild Flower", "Until the Light Take Us", "She Sells Sanctuary", y el bombástico "Love Removal Machine" no dejan dudas. The Cult en vivo sigue siendo un verdadero Templo Sónico, que puede darse el lujo de cerrar con "Break on Through" de The Doors (grupo en el que el bueno de Ian se dio un tiempo para reemplazar justamente a Jim Morrison) y dejarnos así: a mitad de camino entre el día y la noche, entre este lado y el otro. The Cult te mata, pero después te resucita y te deja agotado, pero pidiendo más, más y más…
Por Santiago Rial Ungaro
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