Arriesgándose es como los chicos de Kruks en Karnak se han ganado el respeto de metaleros y rockeros de Ecuador.
1. El respeto
"Tranquilos, tranquilos, que ya casi nos vamos. Pero eso sí, antes de tocarles otra cancioncita, quiero pedir un aplauso para mi hermano Sebastián que acaba de sacarle la chucha a este pobre hijueputa que se subió al escenario a joder mientras tocábamos". El que habla desde el micrófono –señalando a un tipo mechudo y poco recomendable, con la ceja y la nariz rotas, mientras unos 200 metaleros se miran en silencio sin saber muy bien si insultar o aplaudir–, es Sergio Sacoto Arias. El es el vocalista, hermano de sebastián Sacoto, stage manager, y de Andrés Sacoto, y compañero de banda de Pablo Santacruz, Pablo Estrella, Ernesto Karolys y Gino Castillo en Cruks en Karnak. El resto de la historia es más o menos obvio: un empresario de esos "chistosos" que decidió meter a una banda de rock dentro de un cartel de metal para ver qué pasaba; 200 metaleros que, además de no querer entender nada, esperaban con sed otra agrupación de punteos rápidos y sonidos guturales; y cinco flacos [bueno, está bien, siete, contando al hermano mayor de los Sacoto y otro amigo] que estaban empeñados en hacerle entender a los caballeros de negro que había rock más allá del metal y que, como si con esta primera afirmación no bastara, ese rock se hacía en Ecuador.
Dos canciones, 237 madrazos y cuatro intentos de impacto desde el público con monedas, botellas y otros artículos de uso cotidiano convertidos en armas más tarde, los Cruks terminaban el set presupuestado; sin embargo, antes de despedirse, Sergio volvió a hablarle al público: "bueno, como a ustedes les gustó tanto nuestra música, vamos a hacer algo que casi nunca hacemos y es que tocaremos otra cancioncita para que les quede bien claro que ¡todos y cada uno de los que estamos aquí arriba tenemos dos huevos!".
Diez minutos más tarde, los Cruks salieron caminando hacia los autos con cara de malos y estómagos revueltos temiendo que en realidad tuvieran que demostrar con golpes lo que su música y Sergio acababan de sugerir sobre el escenario. En el trayecto, uno que otro metalero se les acercaba y ya cuando ellos tenían los puños cerrados les decía: "buena, loco, buena", con todo y símbolo del metal incluido.
Hay oportunidades extrañas, las que tienen que ver con la música por ejemplo, en las que no existe una fórmula mágica para obtener respeto...
2. El nombre
Ustedes son probablemente la banda más respetada del Ecuador. ¿Cómo se logra eso con un nombre tan raro como Cruks en Karnak?
Con música y 15 años de trabajo duro.
Punto concedido. Entonces la pregunta correcta es ¿de dónde proviene un nombre como Cruks en Karnak?
De la enciclopedia Barsa, 15 minutos antes de uno de nuestros primeros conciertos. Buscando al azar encontramos dos palabras que nos llamaron la atención: el apellido de William Crookes, inventor de la luz fluorescente y premio Nobel de química en 1907, y Karnak que es un templo ubicado en el alto Egipto, al norte de Luxor junto a la antigua Tebas.
De la combinación de esas dos entradas de la Barsa, y sin ninguna lógica, surgió Guillermo Crookes Visita Karnak, primer nombre de la banda que, por razones obvias [fealdad, complicación y longitud entre ellas] terminó reducido a la forma fonética del apellido inglés y una encadenación inmediata con la otra palabra que nos había gustado.
Entonces no es un nombre con un significado particular...
Ninguno que nosotros no podamos otorgarle.... [silencio].
3. La pizzería
Absoluto silencio y luces apagadas en una pizzería de Quito. De repente Felipe Jácome [vocalista de Tercer Mundo], empieza a cantar temas en español que la gente no conoce.
Mientras los asistentes se miran entre sí, queda claro que lo verdaderamente célebre del primer concierto de Cruks en Karnak no es ni el extraño nombre de la banda, ni el hecho de tener un vocalista invitado porque Sergio tenga rota la muñeca. Lo que resulta sorprendente es que, en un momento en que las poquísimas bandas que daban conciertos se dedicaban a hacer versiones de canciones en inglés cada vez que subían al escenario, estos cinco flacos estén empeñados en tocar temas propios y regresar a un concepto que se creía se había perdido con Julio Jaramillo o Patricia González. Aparentemente deseaban educar a la audiencia antes incluso del incidente con los caballeros del metal.
Era 1990 y en el mundo hacía rato existían cosas que reemplazaban la música protesta como expresión de desacuerdo. Las fusiones en tres acordes de bandas como The Police o U2 [para hacer referencia a las mismas que la banda nombra en su autobiográfíca revista] eran más accesibles y próximas a una generación nueva que no parecía conmoverse del todo con las restricciones virtuosas del jazz o las letras de Silvio y Pablo.
Si bien en Ecuador se había empezado a dar un cambio cuando una generación de músicos como Mozarella, Clip, Barro o Contravía cedieron el paso a bandas como Tranzas o Tercer Mundo, la juventud necesitaba una propuesta más fuerte: algo que sin dejar de pertenecerles tuviera un sonido más acorde con la época. Ahí es donde llegan los Cruks en Karnak.
Más allá de la pizzería, o de reconocimientos como el primer puesto en el concurso de la JC Radio [el primero hecho para descubrir nuevos talentos musicales en el Ecuador] en 1989 por su canción "La caperuza", lo cierto es que los Cruks estaban aquí para renovar la música y para hacer que las nuevas generaciones de melómanos ecuatorianos entendieran los alcances y las posibilidades de hacer rock con un sonido propio...
Tal vez cuando uno es muy dueño de su sonido, no hay mucha gente dispuesta a ponerle las manos encima. Lo sabe Diego Jara, el manager de la banda, que, por ejemplo, tocó las puertas en más de una emisora de rock en Bogotá para abrirle espacio a los Cruks más allá de las fronteras de Ecuador. La sordera de esas emisoras fue compensada por la receptividad en los bares, menos atados por el deseo de ir a la fija para ganar audiencias.
4. El rock ecuatoriano…
Alguien podría decir que, a pesar de tener tonos propios, la Rocola Bacalao suena a Sublime o a 1280 almas; que por momentos Muscaria podría recordar a Korn, e incluso que otras bandas ecuatorianas como Módulo tienen un saborcito parecido al de Bush.
¿A qué suenan los Cruks?
A Cruks en Karnak. Si bien como muchas otras bandas de la región tenemos influencias que van desde Rubén Blades y Pink Floyd hasta Robbie Draco, Soda Stereo o Depeche Mode, lo cierto es que más allá de que nuestras letras tomen situaciones ecuatorianas, nuestra música es rock and roll criollo y tiene elementos tan nuestros que no podemos decir que sonamos como otra cosa distinta a Cruks en Karnak. Hacer música ciento por ciento nuestra es algo que hemos tenido como meta clara desde el puro comienzo y que se terminó de comprobar desde el momento mismo en que sacamos al mercado La dimensión del cuy.
5. La dimensión del cuy
"Querer a tu cultura, tu comida, tu gente, es la única posibilidad de recuperarnos como nación".
Así comenzó Sergio Sacoto el concierto oficial de lanzamiento para La dimensión del cuy en el teatro Bolívar de la ciudad de Quito. Una frase nacionalista para lanzar un disco nacional puede no sonar tan novedoso, pero más allá del apego patrio, los Cruks tenían clarísimo que lo que estaban presentando esa noche poseía una calidad superior a cualquier otra manifestación de rock en la historia del Ecuador. La dimensión del cuy no era solamente un disco producido por Mario Brenuer [productor que había trabajado con músicos como Andrés Calamaro, Los Tres, La Ley, Fito Páez, Charly, Soda Stereo o los Redonditos de Ricota]; era el resultado de un esfuerzo conjunto en el que la música tenía un sabor completamente nuevo y propio; no sonaba a ningún artista argentino ni mexicano que estuviera triunfando, sino que estaba abriendo un camino criollo, en el que ellos eran pioneros.
De hecho fue justamente ese estilo propio el que capturó la atención de Breuner en 1998 cuando Sergio, tras conocerlo en el estudio bonaerense El Pie Recordings, le había enviado un demo con algunas canciones nuevas de la banda. El demo capturó la atención de Breuner a tal punto que unos meses más tarde Cruks en Karnak y su nuevo productor se encontraban en Quito ultimando los detalles de la grabación.
El resultado fue un trabajo que, con temas como "Perdido en Guayaquil", "Baila en el templo", "Busco trabajo", "Ciudad Cotocallao" o "Tira y afloja", no puede ser catalogado sino como una narración auténtica de la vida en Ecuador.
Atrás habían quedado la pizzería y los metaleros amenazantes, y los Cruks tenían en sus manos la mejor producción de su carrera. Sin embargo, por válidos que fueran, ninguno de esos factores significaba que el camino fuera a ser fácil. A pesar de ser un estupendo trabajo musical, La dimensión del cuy no era un disco particularmente comercial y por eso no bastaba con lanzarlo con bombos y platillos. Ahora había que llevárselo a la gente. Cruks en Karnak volvía a irse de gira...
6. De gira
Nadie que haya estado en un concierto de Cruks puede dejar de hablar de la energía que despliegan ustedes en sus presentaciones en vivo...
Tenemos la ventaja de no dar las cosas por hechas. El año pasado dimos más de 80 conciertos a los que fueron unas 800.000 personas y a todos les pusimos la misma fuerza.
Si, pero en el 2003 ya ustedes habían vendido 22.000 copias de las Desventuras de Cruks en Karnak [con esto se convirtieron en disco de platino en el mercado nacional] y eso hace que las cosas sean distintas que en giras como la Universitaria de 1999 cuando todavía no se veían esos frutos ¿no?
Todo lo contrario. Creemos que justamente por giras como las que mencionas –por eso y por culpa del mercado pirata [risas]–, es que afortunadamente podemos decir que nuestro último disco ha funcionado así de bien.
Pocas cosas en la vida de Cruks han sido tan satisfactorias como ver que en pleno paro de taxistas, diez mil personas se hayan tomado la molestia de llegar caminando al concierto que dimos a finales de los noventa en la Universidad Católica de Quito. Eso sólo lo podemos comparar con la sensación que nos dejó haber tocado bien en el concierto Celebration 92 en la plaza de toros de Quito. Son dos muestras de que trabajar en lo que crees, así sea gratis y por muchos años, tiene recompensas que de alguna manera exceden las expectativas.
Ha sido justamente sobre el escenario que nos hemos ganado el respeto y el cariño de la gente, así que siempre que haya un concierto de Cruks en Karnak la gente puede estar segura de que nosotros le vamos a poner las mismas ganas.
Aparte de la satisfacción de episodios como el del paro de los taxistas, o el Celebration 92, ustedes son de las pocas bandas que han tocado junto a artistas como Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Fito Páez y Charly.... ¿hay alguna presentación de este calibre que recuerden en particular?
Todas. Una vez tocas con gente tan grande, eso no se te puede olvidar nunca. Ahora, tal vez cuando fuimos al festival Rock al Parque de Bogotá en el 97, eso nos cambió un poco la medida de todo. Ahí vimos como ni siquiera bandas de muchísima trayectoria como la Maldita Vecindad, Todos Tus Muertos, Control Machete o A.N.I.M.A.L. la tenían ganada cuando se paraban en frente de un público duro. Siempre nos acordamos mucho de ese momento.
¿Y dentro del Ecuador?
Todavía más. Aparte de la pizzería, del Festival del Tunguragua y del de los metaleros [risas], aquí hay millones de shows que recordamos con orgullo. Si tuviéramos que buscar uno, habría que decir que para todos fue muy impresionante lo que pasó en el concierto de clausura de la gira Universitaria en 1999 en la Universidad Católica de Guayaquil, cuando 12.000 personas no solo no dejaron tocar a la banda telonera [que era de la misma Universidad], sino que además el concierto llegó a tales niveles de descontrol que el evento terminó con nosotros escondidos dentro de un camión porque la gente, enloquecida buscándonos, había derribado la barricada puesta tras bastidores. Eso, a su manera, fue muy, muy chévere. Pero después hay muchos más. Acuérdate que en todos nuestros shows nos rompemos la madre como si fuera el último.
Ya que la gente a veces no deja tocar a las bandas teloneras en los conciertos de Cruks y teniendo en cuenta que ustedes saben muy bien lo que implica tocar frente a públicos complicados, ¿no sienten una cierta responsabilidad que deberían darle una mano a los que vienen detrás para que la gente los oiga?
La mano se las damos, pero no callando al público. En lo de Guayaquil, por ejemplo, nosotros habíamos puesto como condición que para abrir el concierto se presentara una banda de la Universidad con el mismo equipo de sonido que íbamos a emplear nosotros. Ya si después de eso ellos se bajan, la culpa no es nuestra. Es sobre el escenario y a punta de música que uno se gana el respeto. Si nosotros pudimos, ¿por qué los que vienen no van a poder?
7. El aguante
El arranque de los Cruks puede ser similar al de cualquier otra banda ecuatoriana o latinoamericana del momento. Lo diferente es que más alla de reabrir a punta de conciertos gratuitos un circuito de bares que se había perdido en el Ecuador, los Cruks llegaron al extremo de comprometer sus derechos ad infinitum para el bar Blues Club Privado con tal de conseguir el dinero para grabar su primer disco. Así llegó Mix, un primer vinilo con cuatro temas, grabado en los estudios de Fediscos en 1992. A ese disco, que en realidad saldría a la venta en 1993, le siguieron varias decenas de giras menores por todo el Ecuador y luego Cruks en Karnak, el disco que en 1996 dio comienzo a la relación con Sony Music. En 1998 vino La dimensión del cuy, que concluyó la fugaz relación entre Sony y los Cruks, y poco después el ya mencionado disco de platino en Ecuador, Desventuras de Cruks en Karnak [2003]. De cualquier modo, la historia no se detiene allí; aunque por el número de conciertos podría llegar a pensarse que la banda había dejado el estudio, lo cierto es que durante el año pasado grabó 13 gracias, disco que actualmente se mezcla en Argentina y que saldrá al mercado próximamente. Son tiempos diferentes para los Cruks y sin embargo ellos todavía no están dispuestos a entregar la posta...
8. La posta
De alguna manera Cruks en Karnak ya lo ha logrado, y gracias a otras agrupaciones de su generación como Los Intrépidos de Guayaquil o los mismos Tranzas un poco antes, la movida de bandas que viene detrás se preocupa cada vez más por hacer las cosas adecuadamente.
¿A quién creen los Cruks que podrían entregarle la posta del rock ecuatoriano?
A nadie. Pero no por que no haya talento sino por que aún no la vamos a soltar. Apenas ahorita la vamos apretar bien duro para seguir corriendo...
¿Correr hacia adentro o hacia fuera del Ecuador?
Eso está por verse...lo que sí sabemos es que va a ser rápido.
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