Tema de conversación: los debates cruciales que vuelven a abrirse a partir del triunfo de Javier Milei
Al choque frontal entre el candidato libertario y figuras críticas de su ideología como Lali Espósito se suman propuestas de La Libertad Avanza como el cierre del Incaa, la TV Pública y la agencia de noticias Télam
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Después de su resonante triunfo en las PASO del último domingo, Javier Milei no solamente avanzó en las definiciones sobre el perfil de un eventual gobierno a su cargo con anuncios sobre reformas económicas profundas, con la dolarización a la cabeza. El despliegue mediático casi aluvional que el candidato de La Libertad Avanza eligió en las horas posteriores inmediatas al resultado de las elecciones incluyó un primer choque frontal con figuras notorias de la vida artística.
Este es todo un anticipo de los debates que inevitablemente se profundizarán si la primera vuelta del 22 de octubre confirma o eleva todavía más la tendencia mayoritaria del voto en favor de Milei. Si no trascendieron más es porque la economía acapara por ahora todos los primeros planos. La ansiedad está por estas horas puesta alrededor de Milei en temas tan impactantes como sus ideas de dolarización o los planes para cerrar el Conicet.
“Qué peligroso. Qué triste”. El escueto mensaje que compartió Lali Espósito desde su cuenta oficial de Twitter encendió la primera chispa y extendió de inmediato por todo el ecosistema de las redes sociales un reguero de pólvora mediática. Esas cuatro palabras anticipaban y sobre todo resumían el estado de ánimo de todo un ámbito de expresión artística, naturalmente instalado desde hace mucho tiempo en la vereda de enfrente de Milei.
Que peligroso. Que triste.
— Lali (@lalioficial) August 14, 2023
Al líder de La Libertad Avanza no le molesta ubicarse en ese lugar de outsider, listo en todo momento para enfrentarse con quienes aportaron, desde su mirada, el capital simbólico más fuerte de respaldo a las distintas administraciones kirchneristas. “No soy muy idóneo en música popular”, dijo Milei al reconocer que no tenía la menor idea de quién es Lali Espósito.
Las preferencias del gran ganador de las PASO están, según propia confesión, del lado de los Rolling Stones y de la ópera. Si la tendencia favorable en las urnas sigue creciendo para él, MIlei romperá también en sus relaciones con el ámbito artístico todas las conductas recientes o conocidas. Hasta ahora, las corrientes predominantes en la política argentina buscaron siempre el apoyo de figuras y referentes del arte, la cultura y el espectáculo para conquistar a través de ellos el respaldo de la opinión pública. Esa fue la estrategia a la que recurrió siempre el kirchnerismo.
Ahora todo parece haber cambiado. Y tal vez tengamos que prepararnos para una campaña distinta, donde en vez de escuchar argumentaciones a favor de algún candidato aparezcan voces que se pronuncian directamente en contra del aspirante a la presidencia más votado el último domingo en todo el país. Y del otro lado, si Milei encuentra en la arena mediática algún próximo respaldo, lo más probable es que no sea una declaración explícita en su favor sino una postura relacionada con el derecho que todos tienen a decir lo que piensan.
Así se pronunció en las últimas horas Marcelo Tinelli, una figura acostumbrada a tomar posición en el terreno político. A punto de volver a la pantalla, Tinelli fue más allá y dijo que ve a Milei como “un gran político”. ¿Le dará algún lugar a la campaña electoral en la temporada 2023 del “Bailando…” que está por empezar? La historia de ShowMatch también podría escribirse a partir de las relaciones entre la política y el espectáculo. Allí, por ejemplo, Carlos Menem cerró la campaña electoral que lo llevó a ganar su segundo período como presidente.
Si las elecciones de octubre confirman el respaldo mayoritario a Milei insinuado el último domingo estaríamos ante el caso inédito de una reversión completa de las estrategias tradicionales de campaña en relación con la cultura, el arte, el espectáculo y el entretenimiento. El candidato libertario parece decidido también en este terreno a romper puentes sin preocuparse demasiado por el impacto de sus afirmaciones, promesas o advertencias en el seno de la comunidad artística.
En vez de la clásica foto de campaña de figuras del arte, la cultura y del espectáculo rodeando a un candidato, Milei parece decidido a aplicar en este sentido una estrategia “negativa” o por oposición. Hacer proselitismo ninguneando a algunos de los protagonistas del sector y augurando al mismo tiempo que está dispuesto a bajar definitivamente la cortina de algunos de los organismos que se encargan de aplicar las políticas públicas en estas áreas.
El libertario parece más convencido que nunca que propuestas como el cierre liso y llano del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), la TV Pública y la agencia oficial de noticias Télam tienen el consenso de sus potenciales votantes porque forman parte de un proyecto más amplio: una reforma drástica del Estado para bajar el gasto público y el déficit fiscal en el menor tiempo posible.
En el caso del Incaa, cualquier observador más o menos riguroso no podrá negar una realidad incuestionable. Desde hace mucho tiempo el organismo tiene una estructura ineficiente, una planta desproporcionadamente elevada y un exceso de burocracia en su funcionamiento. Pero a la vez se trata de un organismo que lleva adelante políticas de estímulo, apoyo y fomento a la producción cinematográfica similares a las que se aplican en la gran mayoría de los países occidentales. Hasta Estados Unidos cuenta con áreas oficiales específicas regionales o locales que ofrecen estímulos y subsidios indirectos a quienes quieran producir películas en esos territorios.
En definitiva, vuelve a plantearse alrededor de la postura de Milei un debate irresuelto. Retoma, por supuesto, la pregunta fundamental y decisiva en torno al financiamiento de la cultura. ¿Es un gasto o una inversión para el Estado? Y a partir de allí, toda una serie de encrucijadas que la política nunca se animó a resolver, entre otras cosas porque las áreas que hoy están en la mira del candidato libertario fueron históricamente utilizadas como instrumento o botín del poder circunstancial de turno.
Todo este debate vuelve a abrirse en un momento delicado para el cine argentino. La pandemia hizo que el público local tomara distancia de las producciones nacionales, que ahora encuentran destino (al menos eso es lo que ocurre con la mayoría de los proyectos importantes y con los nombres más conocidos) en las plataformas de streaming. Sin embargo, las películas con mayor proyección internacional, valoradas en los festivales internacionales más importantes, son aquellas que por lo general no hacen demasiado ruido.
Allí están El rapto (Daniela Goggi), Los delincuentes (Rodrigo Moreno), Eureka (Lisandro Alonso), El viento que arrasa (Paula Hernández), La práctica (Martín Rejtman), Puán (María Alché y Benjamín Naishtat). Todas ellas forman parte este año de las programaciones oficiales de Cannes, Toronto, Venecia y San Sebastián, las muestras de cine más importantes del calendario anual. Hacer o no este tipo de cine en el presente y en el futuro de la Argentina tarde o temprano llegará a los primeros planos del debate público, impulsado en estos días por el reciente triunfo electoral de Javier Milei.
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