Es un domingo a la tarde en un típico café gentrificado de Williamsburg, en Nueva York, y Zoë Kravitz pide un latte con un shot extra. Dice que se despertó "hace un rato", porque acaba de volver de Londres y su reloj interno está totalmente fuera de hora. Ayer durmió hasta las 4 de la tarde, y salió de la cama solo para ver Mean Girls en Broadway con su nueva amiga y coprotagonista de Big Little Lies, Reese Witherspoon. Después fueron a cenar, y luego Kravitz se quedó despierta hasta las 5 de la mañana mirando Friends en Netflix. "Me encanta Friends", dice. "Obviamente, es un bajón cuando pensás que son todos blancos. Pero es un clásico."
Kravitz está vestida elegantemente, con zapatillas Adidas Samba negras, un vestido blanco largo y una remera vintage de Nirvana que es apenas un par de años más joven que ella. Las trenzas le caen sobre los hombros, y tiene los antebrazos adornados con docenas de tatuajes delicados: un águila, una pluma, una serpiente, una sirena. Sus dedos y orejas están cubiertos de oro. Kravitz se crio en Los Ángeles pero prefiere Nueva York: la energía, la espontaneidad, el azar. Un par de peatones la miran dos veces, pero ninguno la para. Quizás sea porque creció en el ojo público, pero Kravitz parece feliz con su nivel de fama: es exitosa, pero relativamente anónima. "Sigo haciendo muchos papeles secundarios, y no tengo ningún apuro", dice. En la pantalla, puede parecer distante o intimidante, pero en persona es graciosa y adorablemente relajada. "Hay una cosa con la familia Kravitz", dice, "la gente piensa que somos cool o serios, pero la verdad es que somos la gente más tonta del mundo".
Si sabés algo de Zoë Kravitz, es que su papá es Lenny. Y si sabés algo más, probablemente sea que su mamá es la ex actriz del Cosby Show, Lisa Bonet. Ellos se separaron cuando Zoë tenía 2 años. Vivió con su mamá en Topanga Canyon, Los Ángeles, un enclave hippie donde tenían pollos y perros. No veía mucho a su papá; tal vez un par de veces al año. "No estaba ausente", dice. "Pero trabajaba mucho. Mi mamá lo dejó todo por mí. Después aparecía mi papá cada tanto y era un héroe. Cuando lo recuerdo, lamento que ella haya tenido que pasar por eso."
Cuando Kravitz tenía 11 años, Lenny sugirió que ella viviera con él por un tiempo. "Fue difícil para mi mamá", dice. "Pero también era importante para ella que yo lo conociera." Así que Zoë se mudó a Miami. Este era el Lenny de la cima, justo después de "Fly Away" y la banda de sonido de Austin Powers. "Cuando me pasaba a buscar, toda la escuela iba al estacionamiento", dice Kravitz. "Y él no era sutil: aparecía en un auto deportivo con pantalones de cuero y una camisa de red. Para mí era como: ‘Man, ¿no podés tener un perfil más bajo?’", dice riéndose. "Una remera que te tape los pezones estaría muy bien."
Pero Kravitz asegura que su papá hacía lo que podía. Una vez la dejó sentarse con las Spice Girls en una entrega de premios, lo cual le encantó. Un par de años después, arregló para que conociera a Britney Spears, pensando que ella estaría igual de entusiasmada. "Pero yo dije: ‘¡No me gusta Britney Spears! ¡Me gusta el punk!’." Se ríe. "Pobre hombre..."
Cuando era adolescente, Kravitz se pasaba horas en su cuarto, memorizando letras de sus CDs preferidos: Weezer, No Doubt, Green Day. "Es de Sagitario, así que siempre tuvo el encanto y el fanfarroneo", dice Bonet. "Asumí que la música sería su dirección." Sin embargo, en la secundaria Zoë empezó a gravitar hacia la actuación. En esta época ya había convencido a su papá de escaparse de Miami ("Todo mi respeto", dice, "pero chicas vistiéndose sexy a los 14, en una ciudad sin mucho arte ni profundidad… definitivamente me sentía marginada") y darle a Nueva York otra oportunidad.
Al principio, sus padres le dijeron que no podía actuar profesionalmente hasta que terminara la secundaria. "Solo hay una infancia", dice Bonet, quien empezó en The Cosby Show cuando tenía 16. "Mi intención era nutrirla y protegerla lo más posible." Pero después, cuando Zoë tenía 15, Lenny la ayudó a conseguir un agente. "Su padre tomó una decisión más rápido de lo que yo lo hubiera hecho", dice Bonet. Lenny asegura: "Pensé que había estado tan expuesta a este mundo que no había mucho más que hablar. Confié en ella, y pensé que estaba preparada".
La primera gran revelación de Kravitz llegó en 2011, con X-Men First Class, que filmó cuando tenía 21 años. Al poco tiempo, ya aparecía en éxitos como Mad Max: Fury Road ("Una obra de arte, todavía no puedo creer que esté yo en esa película") y la franquicia de Divergente. Pero lo que más la entusiasma ahora es comentar su nuevo proyecto: una reversión de Alta fidelidad como serie para el nuevo servicio de streaming de Disney, que sale este año. Ella interpreta el rol principal, el de John Cusack en la película, una empleada de una tienda de discos emocionalmente atrofiada.
"Siempre me identifiqué con ese personaje", dice Zoë. "Un neurótico que no puede salir de sí mismo." De entre todas las razones por las que la entusiasma el programa, ser la protagonista es la menos importante. "Voy a producir, escribir y dirigir un episodio", dice. "Y soy una nerd de la música genuina, así que estoy contenta de presentarle música vieja a la gente joven."
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