Virginia Demo, de Gran Hermano: su dura infancia, su reinvención a los 55 años y su verdadera relación con Darío
La comediante habló con LA NACIÓN sobre su familia, el apoyo de sus hijas y su inesperado cambio de profesión
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Con más de cinco décadas cumplidas y por fuerza de las circunstancias, Virginia Demo sintió que había llegado el momento de poner el acento en su vocación por el humor. En ese cambio de rumbo, ella probó suerte y se inscribió en Gran Hermano. Poco tiempo después, Demo fue una de las afortunadas en ser elegidas para integrar la edición 2023 del reality. A lo largo de los meses que estuvo en la casa, Demo estableció alianzas, pero también rivalidades. Durante una charla con LA NACIÓN, se refirió a su pasado, a su rutina antes de la casa y a su próximo objetivo en esta nueva etapa de su vida.
-¿Cómo fue el momento en el que decidiste anotarte en Gran Hermano?
-Yo tenía un laburo con 35 años de antigüedad, en una institución privada que no voy a mencionar porque estoy en un juicio y la cosa es que de ahí me echaron. Al margen de ese laburo, yo desde hace 13 años hago stand up y tenía un unipersonal que ya había estrenado. Pero el 6 de marzo me echan de mi laburo y el 9 lancé mi unipersonal en el Picadilly. Entonces eso lo tomé como una oportunidad porque ni en pedo hubiera dejado mi trabajo, ya que tenía un ingreso mensual importante. Pero frente a eso, pensé: “La vida me está diciendo que a partir de mi edad, empiece a laburar de lo que me gusta y me divierta”. La verdad es que me costó, estuve mal, pero ahí justo salió lo del casting. Fue todo en marzo, me echaron, el unipersonal y Gran Hermano, así que pensé que ese era el mejor lugar para visibilizarme. Pero la decisión fue luego de quedarme sin laburo y en búsqueda de un lugar para que la gente me conociera. Me estaba costando llevar gente al teatro y en 2020 también participé en Sex, de Muscari.
-¿Y cómo llegaste a participar en esa obra?
-Yo en pandemia hacía vivos prácticamente todos los días. En esos vivos se habían metido Carmen Barbieri o la Bomba Tucumana, y un día me llaman a través de un productor con el que yo había laburado, al que había contactado alguien de parte de Muscari.
-Cuando te echaron de tu trabajo, ¿cómo fue el proceso de tomar un nuevo camino?
-Al principio estuve bien, pero porque estaba en una nube. El 2023 fue durísimo porque al no ser conocida al estreno del Picadilly fueron casi 200 personas, pero después cuando me presentaba en otros lugares, por ahí solo venían veinte. Fue muy duro, por eso pensé en Gran Hermano porque necesitaba visibilizarme.
-¿Y en esos momentos de crisis, en quiénes te apoyabas?
-En mi hermana Gabriela, ella me ayudó un montón. Yo aparte hacía shows en eventos privados, pero la verdad es que zafaba hasta ahí, y algún mes quizá me faltaba para pagar alguna cuenta. Por suerte, en esa época vivía sola, mis hijas ya laburaban, entonces no tenía la presión de darle de comer a nadie porque ahí sí me hubiera deprimido. Esa fue una época más austera, tenía para lo mínimo, pero no me gustaba vivir así a los 55 años, habiendo laburado toda la vida, eso me ponía mal.
-Cuando tu hermana Gabriela te envió un mensaje en el transcurso del reality, se refirió a tu infancia, ¿qué recordás de esa época?
-Yo la pasé bien, pero fue dura. Mi mamá se separó muy joven de mi papá, él estaba pero hasta ahí, aunque hoy tengo la mejor relación con él. Mi vieja no laburaba, no pasamos hambre, pero teníamos lo recontra justo. Mi hermana hizo un esfuerzo terrible para estudiar, era “o me compro un sándwich en la facultad, o me tomo el micro o hago las fotocopias”. Yo siempre la admiré un montón a ella y cómo luchó por terminar la carrera. Yo laburé desde los 19 años, durante veinte años trabajé de ocho a ocho en el Ministerio de seguridad, después en el otro laburo del sector privado, a veces después hacía un show, y los fines de semana vendía ropa. Laburé mucho. Mi mamá fue alcohólica, ella era una copada que hacía lo que podía, pero su depresión la llevó a situaciones como esa.
-¿Cómo es la relación con el papá de tus hijas?
-Con Alejandro tengo la mejor. Nos ayudamos en un montón de cosas, siempre. De hecho, cuando entré en Gran Hermano, él me estaba bancando la prepaga.
-Tu entorno más cercano, ¿cómo se tomó tu participación en el reality?
-No le dije nada a nadie, solo a mis dos hijas. A mi hermana la empezaron a llamar y le decían: “¡Esa es tu hermana!”. Pero todos lo tomaron superbién. Gracias a Dios la imagen que di fue buena y la gente me quiere.
-¿Qué pensás que le diste al juego, que la gente se enganchó tanto con vos?
-Adentro del reality no tenía ni idea de nada. Recién cuando mi hija ganó la casa, que fue hace poco, entendí que tenía gente que me apoyaba. Yo entré con la idea de darle humor a la casa, pero lo loco es que me la pasaba llorando.
-¿Cómo es la historia con Darío? ¿Pasó algo entre ustedes antes de Gran Hermano?
-Con Darío nos conocíamos de la vida. Nosotros tenemos una edad parecida y como acá en La Plata se conoce todo el mundo, quizás íbamos a bailar a los mismos boliches. Incluso su hermano salió con una amiga mía, así que nos conocíamos. Alguna vez pudo haber una apretada de pendejos, un beso, pero no más que eso.
-Y la última, las botas son tu firma y siempre usabas modelos distintos, ¿cuántos pares tenés?
-No los tengo contados, ¡pero más de cincuenta tengo! Debería contarlas ahora... (risas).
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