Un romance costumbrista
"Sos mi vida" , telecomedia producida por Pol-ka. Idea: Adrián Suar. Libro: Ernesto Korovsky. Dirección: Jorge Bechara y Rodolfo Antúnez. Producción ejecutiva: Adrián González. Con Natalia Oreiro, Facundo Arana, Carlos Belloso, Claudia Fontán, Marcelo Mazzarello, Mónica Ayos y elenco. De lunes a viernes, a las 21, por Canal 13.
Nuestra opinión: buena
Esperanza Muñoz (Natalia Oreiro), conocida como Monita en el conventillo de La Boca en el que vive, parece haber puesto punto final a su carrera de boxeadora gracias a la falta de contemplaciones de su novio vividor (Carlos Belloso). Necesitada de encontrar otra forma de mantenerse, decide buscar trabajo como secretaria ejecutiva de Martín Quintana (Facundo Arana), un ex piloto de Fórmula 1 que abandonó la disciplina luego de la trágica -y hasta ahora misteriosa- muerte de su mujer. El lapso de tres meses de descanso para la derecha de la Monita Muñoz dictaminado por el médico será más que suficiente para que comience el romance (y, dado el planteo de "Sos mi vida", seguramente también las piñas).
El primer episodio de esta entretenida y ágil tira de Pol-ka dejó en claro sus intenciones de recuperar el éxito logrado por "Muñeca brava" construyendo una relación similar entre sus protagonistas -él rico y buen partido; ella, pobre e impresentable-, pero ampliando su mundo para extender su premisa sobre un terreno mucho mayor que el de la telenovela: el de la comedia costumbrista, donde -a diferencia de la primera- no todo gira alrededor o existe en función del romance de sus protagonistas.
Así, en "Sos mi vida" hay tiempo para la comedia de trazo grueso (cuyos exponentes más efectivos, al debut, fueron el voluble novio que compone Belloso y la posesiva secretaria de Claudia Fontán) y para las pinceladas sociales, estas últimas encarnadas en las vicisitudes de un comedor para chicos de bajos recursos que apadrina el personaje de Arana y en tres hermanos que escapan de él para evitar ser separados por la fría letra de la ley, que seguramente, como la mayoría de los habitantes del conventillo boquense, pasarán a comentar, cual coro malhablado -la búsqueda de un lenguaje identificable con el de la calle que diera algo de realismo al apunte costumbrista, por momentos confundió inspiración con grosería- las idas y venidas de la relación amorosa entre Muñoz y Quintana, narrada con considerables recursos de producción, febril imaginación kitsch y afiatados rubros técnicos.
La importancia del conflicto central pareció perderse por momentos en el debut en medio de la más de media docena de conflictos que sostendrán a la tira hasta que el encuentro de sus intérpretes, cuya probada química y su evidente comodidad para desenvolverse en una historia cuyo registro y vicisitudes han sido confeccionadas a medida para su lucimiento dejó muy en claro que, por toda su estudiada falta de refinamiento, "Sos mi vida" sabe muy bien por qué vale la pena pelear.
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