Corte y confección, un reality condicionado por sus semejanzas con ShowMatch
Corte y confección, colección 2019. Conducción:Andrea Politti . Jurados: Benito Fernández, Fabián Zitta, Verónica de la Canal. Jefa de taller: Matilda Bianco. Escenografía: Gustavo Pomés. Ambientación: Valeria Palmieri. Sonido: Federico Ruiz. Musicalización: Alejandro Velázquez y Julián Prada. Coordinación general: Guillermo Hoppe. Producción ejecutiva: Gabriel Fernández. Producción general: Federico Hoppe y Pablo Prada. Dirección: Luis Barros. Dirección general: Marcelo Tinelli. Nuestra opinión: regular
Corte y confección se presenta en todas las promociones institucionales como el primer reality show dedicado a la moda de la TV argentina. También se trata del primer proyecto ajeno a ShowMatch y sus programas satélite realizado para Eltrece desde La flia, la productora independiente creada por Marcelo Tinelli tras su salida de Ideas del Sur.
Esta segunda característica resulta mucho más importante que la primera para entender el perfil y la identidad de la propuesta. Sobre todo porque no parece haber diferencias de fondo entre la competencia que busca consagrar al "mejor talento del año de la moda argentina" y el archiconocido "Bailando por un sueño". Más allá de los contrastes obvios en el contenido y en las características de los participantes (los famosos de ShowMatch frente a los anónimos de Corte y confección), lo demás se parece mucho. Tanto, que después de casi una semana de extensas emisiones diarias (cada emisión dura por lo menos 80 minutos) tenemos la sensación de que las reglas del "Bailando…" se aplican de manera idéntica en la pista de baile y en el taller de diseño de moda, escenografía principal y casi única del programa.
Como le ocurre a ShowMatch, Corte y confección tropieza todo el tiempo con la aplicación de esas reglas. Sobre todo porque ese conjunto de normas, que deben ser siempre precisas, estrictas y claras (sobre todo para los televidentes) se alteran todo el tiempo, se cumplen de manera laxa o directamente no se aplican.
Este procedimiento desemboca en situaciones que se mueven todo el tiempo entre el desconcierto y el cansancio. Y una extraña sensación de hartazgo sobrevuela esta experiencia cuando todavía no se cumplió una semana de su lanzamiento. En contraste, las mejores experiencias previas en esta materia (Project Runway, sobre todo) funcionan con frecuencia semanal y como resultado de un cuidadoso trabajo de edición que mientras aligera el recorrido por los desafíos de cada etapa del certamen va revelando al televidente todas las reglas y procedimientos, así como la tarea de los jurados y el aporte del conductor. Así resulta muy fácil para cada protagonista (y mucho más para quien sigue el programa desde la pantalla) ubicar en el tablero cada nuevo reto, sin perder de vista lo más importante: el premio mayor, destinatario de todos los esfuerzos.
Aquí, en cambio, las reglas se adaptan a otra clase de propósitos. La meta no aparece en el destino, sino en un desarrollo marcado por la agitación, las frases explosivas (representadas en una incansable variación de alarmantes graphs del estilo "Tensión total en el taller") y un aliento constante a los participantes para que se enfrenten entre sí o tengan ácidos intercambios con los jurados o la picante jefa de taller.
Con esta casi deliberada sucesión de conflictos se pierden de vista el eventual lucimiento de los competidores en las labores para las que fueron convocados, la competencia genuina (aún con los ingredientes artificiales que sazonan todo reality show) y hasta la pedagogía que se espera del jurado, a cuyos integrantes (en especial Benito Fernández ) les cuesta disimular cierta incomodidad por el lugar que se les asigna. A la vez, los cambios constantes de ritmo provocados por las discusiones entre los participantes obligan a Andrea Politti a acomodarse todo el tiempo a situaciones que parecen inesperadas, pero que en realidad responden a una estrategia deliberada. La inclusión desde el vamos de dos mellizas en el lugar de un solo participante (con la consiguiente desigualdad con el resto, que compite a título individual) muestra al mismo tiempo que las reglas del programa están completamente supeditadas al armado previo del plantel de competidores vía casting. Politti está obligada a poner en marcha toda la maquinaria del programa desde esa prerrogativa, pero sin revelarla jamás.
Planteadas así las cosas, parece casi imposible descubrir dónde está el talento escondido que el programa pretende estimular. Por ahora, el único lucimiento a la vista es el de los ingeniosos y diestros integrantes del equipo técnico y artístico que construyeron una escenografía muy atractiva y una prolija ambientación, imaginadas para un proyecto más consistente y menos efectista.
¿Cuándo verlo? Corte y confección se puede ver de lunes a viernes, de 16 a 17.15, por la pantalla de eltrece.
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