Un matrimonio entre la filosofía y la pantalla chica
Mentira la verdad: Filosofía a martillazos, un ciclo que cuestiona verdades eternas
"No pretendemos que nadie se siente a ver el programa con un cuadernito para tomar apuntes como si fuera una clase. La transferencia docente sigue siendo algo único que, si se da, se da en el aula. Lo que buscamos con Mentira la verdad: Filosofía a martillazos es hacer una suerte de intervenciones filosóficas. Generar una disrrupción en una situación cotidiana, un desacomodamiento. Después, si querés ahondar en nuevas perspectivas desde la filosofía para analizar los temas que se tratan en cada capítulo como la amistad, el amor, el poder, o el que sea, tenés que leer o hacer un curso de filosofía. El ciclo es claramente un disparador", aclara Darío Sztanjszrajber, filósofo y conductor de este ciclo que, a partir de esta noche, estrenará su segunda temporada, todos los jueves, a las 20, por Encuentro.
"Conseguir ese desacomodamiento primario en el aula es difícil, porque los alumnos vienen con la idea de que todo lo del colegio es aburrido y no tiene que ver con ellos. Pero si le mostrás que a partir de una fiesta de cumpleaños se puede pensar la amistad y ver que no siempre la idea que se tiene de ella responde a lo que uno creía que respondía, entonces se empieza a replantear el vínculo y la cabeza empieza a trabajar", agrega Darío, que permite la licencia de que se lo llame por el nombre, por prácticas y entendibles razones.
El programa tuvo su origen a partir de la necesidad de Encuentro de ofrecer un ciclo de filosofía dedicado a los jóvenes. "Algunos productores del canal cursaron conmigo en un posgrado que se dicta en Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Ahí surgió la propuesta de pensar un ciclo como éste. Luego se abrió una licitación en la que la propuesta de la productora Mulata Films, con el formato que tiene Mentira la verdad ... era la que mejor interpretaba lo que queríamos hacer", cuenta quien conduce el ciclo.
A partir de situaciones de ficción, cada episodio de Mentira la verdad: Filosofía a martillazos va desgranando los diferentes elementos relacionados con un tema y mediante planteos filosóficos cuestiona y pone en duda lo que en general se considera verdad establecida en ese tema.
"Lo que se dio con este programa es un matrimonio entre la filosofía y la televisión, dos conceptos muy amplios. Uno puede hacer una filosofía celebratoria de lo establecido o puede hacer filosofía a martillazos, como la que proponemos en el programa. Uno puede hacer una filosofía que pretenda alcanzar la verdad o puede hacer una filosofía en la que se parte de que no hay una verdad y lo que se busca es deconstruir toda certeza. Con la televisión pasa lo mismo. Se puede hacer una televisión que le dé a la gente lo que la gente quiere consumir o puede hacerse de la televisión una apuesta de transformación de lo real. En el programa convergen dos líneas que transitaban por vías paralelas, pero se pensaban desde la misma lógica. Tanto desde la pata televisiva, que es Mulata Films, como desde la filosófica, que soy yo, tenemos una visión crítica de la realidad y combativa, en el sentido de desacomodamiento de la percepción de esa realidad. Ahí se dio el matrimonio perfecto. Aunque, como es habitual, la convivencia cuesta. A mí siempre me falta tiempo para explicar lo que quiero y, para los productores, hablo demasiado. Desde mi punto de vista, hay desarrollos dramáticos que me parecen largos y para ellos son insuficientes", reflexiona quien aporta los contenidos filosóficos al ciclo.
En cuanto a la presencia, cada vez más abundante en la pantalla chica, de propuestas que se nutren de contenidos académicos, pero los exponen de una manera amena y atractiva, Darío sostiene: "Yo creo que hay una renovación de los formatos de la televisión cultural. Me alineo en esa perspectiva. Canal Encuentro es pionero en esto y la televisión comercial se está abriendo a estos formatos. Hay una renovación importante donde se puede entender que la televisión cultural, sin dejar de ser rigurosa, puede también ser entretenida. Convergen entonces los dos valores: desde lo cultural, el valor de la profundidad crítica, y, desde lo televisivo, el valor del entretenimiento. Y lo que también se ve en estas propuestas es que no hay una traición al saber. Porque lo que siempre se sostenía era que si un filósofo hablaba por televisión, o nadie lo escuchaba por aburrido o no hacía filosofía. Lo que estamos viendo es que se puede encontrar un punto de equilibrio". Y enseguida cuenta: "En algún momento vino el planteo de poner al final de cada episodio algún punto que sirviera de remanso para aliviar el hecho de que hay planteos que no te dejan de dónde agarrarte. No lo hicimos y la gente lo acepta lo más bien".
A la pregunta de si le llegan críticas desde el ambiente académico, Sztanjszrajber contesta: "Si las hay, no me he enterado. Lo que me llegan son cinco o seis mails semanales de docentes que me cuentan que usan el programa en sus clases y me relatan la experiencia de ver lo que genera entre sus alumnos. Esa es la única academia que me interesa".
SEGUNDA TEMPORADA CON CAMBIOS
La segunda temporada de Mentira la verdad: Filosofía a martillazos trae algunas diferencias con respecto de la primera. "Cada programa fue trabajado como un género cinematográfico distinto. Uno está trabajado desde la comedia, otro desde la ciencia ficción o desde el policial negro. Es una manera de mostrar la diversidad estética que tiene que ver con la diversidad filosófica. Por otro lado, las historias dramáticas son más claras, más contundentes que en la primera temporada. Hay una narración que empieza y termina en cada capítulo y todo se relaciona con esa narración. En la primera temporada había más bien un collage de escenas", explica el conductor. En cuanto a los temas, los episodios ponen en duda a la verdad, la comunidad, el poder, el conocimiento, el alma, el tiempo y el bien, entre otros.
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