El regreso de El muro infernal: Marley vuelve a ser la gran apuesta de Telefe para este verano
Los interminables pasillos de Telefe parecen un laberinto que sólo puede descifrar quien ya es un habitué del canal. Una de las puertas dice "Marley" con letras mayúsculas, y en ese camarín Alejandro Wiebe -su nombre real- se está preparando para empezar su larga jornada de grabación. Mientras tanto, LA NACION se dirige al estudio donde la magia televisiva tendrá lugar: después de once años, El muro infernal vuelve a la televisión.
Este regreso está enmarcado en el festejo de los 30 años del canal de las pelotitas, que incluye reflotar algunos formatos exitosos y traerlos de vuelta al presente. A partir de esta noche, de lunes a viernes a las 21.15 el programa donde los participantes –y algunos famosos- se enfrentan a los desafíos que el muro les propone, vuelve a la pantalla de Telefe: "Me encanta que el ciclo vuelva como un especial de verano. Éste es uno de los programas que más me divierte de todos los que hice, porque hay mucha improvisación. Nunca sabemos quién se va a caer al agua", le cuenta Marley a LA NACION unas horas más tarde.
Estar en el nuevo estudio, que fue preparado especialmente para el regreso triunfal del programa, es como viajar en el tiempo directamente al 2008, cuando El muro tuvo su primera temporada en el mismo canal. A simple vista es casi una réplica de la versión original. Incluso varios de los protagonistas son los mismos: Marley regresa como conductor, Osvaldo Príncipi vuelve a desplegar su talento para relatar lo que acontece y Nazareno Móttola reparte su humor con divertidas apariciones. En este 2020 se suman otras caras conocidas: la locutora Carla Bonfante -quien fuera parte de Minuto para ganar- y el joven influencer Kevsho, encargado de aportarle al programa la participación del público a través de las redes sociales. Además, se incorporan dos nuevos rostros, ya que los antiguos "bañeros" -Delfina Gerez Bosco y Leandro Penna- fueron reemplazados por dos nuevos personajes.
La paleta de colores ya no es la misma: no predomina el amarillo en la zona de juegos; ahora son el negro, el rosa y el celeste los colores que resaltan en el piso plastificado y las paredes luminosas. Sin embargo, se mantienen el rojo y el azul como los íconos que representan a los dos equipos que se enfrentan contra el temible muro. Al igual que en las primeras temporadas, los participantes tienen que adoptar la forma que les exija el muro: si la silueta es la de una persona acostada, deben imitar de la manera más exacta posible ésa postura, para lograr atravesar el muro sin caer al agua. Si le erran, aunque sea apenas por unos centímetros, y el dibujo no coincide con la posición, lo siguiente será una inevitable caída a la pileta.
Una niña rubia con ojos celestes observa todo a su alrededor y se roba todas las miradas: es Matilda, la hija de Luciana Salazar. Lo que pasa es que la modelo es una de las invitadas estrella de la noche. Ella es la líder del equipo rojo y ya está lista para la acción: tiene puesto el clásico traje plateado con rodilleras y coderas rojas, un atuendo idéntico al que usaron todos los famosos que participaron del programa hace más de una década. Pronto aparece en escena Darío Lopilato, quien estará al frente del equipo azul.
De repente, todos piden silencio y se escucha: "Tres, dos, uno. Grabando". Marley hace su entrada sentado sobre uno de los muros que se desliza a través de rieles y lo traslada hasta el centro del estudio. Algo falla y deciden volver a empezar. "Perdón, hablé antes de que me dieran el ok, vamos de nuevo", explica el conductor. Ahora sí, comienza el programa. La tribuna aplaude y lo ovaciona al ritmo de la pegadiza cortina musical que dice: "Tres, dos, uno: Dame muro. Tres, dos, muro: cae alguno".
Salazar se desliza en el tobogán rojo gigante sin trastabillarse y despliega toda su sensualidad. A los pocos minutos Lopilato ingresa por el tobogán azul y demuestra que vino recargado de energía. Para la modelo éste es su debut en el programa, mientras que el hermano de Luisana Lopilato conoce el formato a la perfección porque ya estuvo como invitado en las primeras temporadas. Marley presenta a los demás integrantes de cada equipo: dos hombres acompañarán a Luciana, y dos mujeres a Darío. En este sentido, tal como en la versión original, no faltan los momentos en que Marley oficia de celestino y busca conformar parejas: Lopilato tendrá su intercambio romántico con una de las participantes, y Salazar será "rescatada" de la pileta por su héroe: el nuevo joven bañero del programa.
Más allá de los flechazos fugaces orquestados por "Cupido Marley", la modelo está realmente concentrada en Matilda, que corretea por el estudio y mira la pileta con muchas ganas de darse un chapuzón. Durante la mayor parte del tiempo la tiene a upa; la nena está hipnotizada con las luces y mira anonadada el movimiento del muro que aparece y desaparece "mágicamente" después de que cada participante cae "al agua pato". En el detrás de escena, cada muro se desliza y se aleja gracias a un sistema de rieles – prácticamente imperceptible a la vista porque se mimetiza con el piso plastificado- al mismo tiempo que en la pantalla se muestran las repeticiones de las actuaciones de los participantes.
Inevitablemente, todos se preguntan dónde está Mirko, el hijo de Marley, el gran ausente de la noche. "Pasé de ser Marley a ser ‘el papá de Mirko’", dice con humor el conductor después de coincidir con Salazar en cuanto a lo difícil que resulta coordinar sus agendas con las rutinas de sus hijos. "Ahora estoy yendo y viniendo a Pinamar para quedarme dos días con Mirko, después vuelvo y grabamos tres días, y así sucesivamente. Él está feliz con sus tíos y sus primos, pero todavía estoy definiendo cómo nos vamos a organizar", le confiesa a LA NACION al terminar su jornada de grabación.
Lo que sucede durante los sesenta minutos de programa es una combinación de creatividad, humor y destreza física para lograr vencer al muro. Incluso el propio Marley está expuesto al complot de los participantes, quienes liderados por Lopilato, lo empujan a la pileta en los momentos finales. "No pensé que me iban a tirar al agua, ni llegué a sacarme el micrófono", le cuenta el conductor a este medio desde su camarín, después de cambiarse de ropa.
El presentador comenta que los 30 años de Telefe coinciden con sus 30 años de carrera en televisión, y que se siente muy afortunado con su presente profesional y personal: "Tuve muchas satisfacciones gracias a los programas que hice. Siempre me han dado espacios para hacer lo que quiero. Pedí hacer un programa de juegos y hoy estoy volviendo con El muro. También hice Por El mundo, que fue una experiencia nueva, porque me acompañó mi hijo. También se está evaluando que La Voz tenga otra temporada".
Después de tres décadas en el mundo de la conducción, Marley le confiesa a este medio: "En un mismo año conduje tres programas distintos y me encantó. Eso es perfecto para mí, porque me gusta intercalar lo que hago. Admiro a los que hacen lo mismo durante veinte años. Yo no podría". En este sentido, comparte su alegría por la versatilidad de los formatos: cuando viaja alrededor del mundo le ofrece al público la posibilidad de adentrarse en nuevas culturas; cuando está al frente de un concurso de talentos musicales genera un clima de emoción en los hogares; y cuando elige reestrenar un ciclo de entretenimientos como El muro infernal, consigue alcanzar su misión preferida: brindarle diversión a los televidentes.
El muro infernal, a partir de esta noche se emitirá de lunes a viernes, a las 21.15, por Telefe.
Otras noticias de Marley
Más leídas de Espectáculos
En Nueva York. Mafalda, invitada especial en la gala de los Emmy Internacional, cumplirá uno de sus grandes sueños
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
Elogios, abrazos y un “piquito”. El celebrado reencuentro de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, a 27 años del estreno de Titanic
"El dolor fue real”. Denzel Washington: su cambio físico, la ayuda que recibió de Lenny Kravitz y una impensada confesión