'The Politician' - Netflix
Elenco: Ben Platt, Gwyneth Paltrow, Laura Dreyfuss y Jessica Lange. Dos estrellas
‘Voy a intentar parecer más auténtica de ahora en más", dice Astrid (Lucy Boynton), novia del héroe del secundario River (David Corenswet), al principio de The Politician, después de que él indica que el sexo con ella se siente falso. River insiste en que ella necesita ser, no solo parecer, auténtica. "No entiendo, ¿cuál es la diferencia?", responde ella.
Este es el equipo creativo de la serie –los creadores de Glee Brad Falchuk, Ian Brennan y Ryan Murphy, la nueva adquisición ostentosa de Netflix– inadvertidamente hablando de sí mismo. Los tres son capaces de crear una tremenda autenticidad en pantalla: Pose de FX, en la que trabajan Murphy y Falchuk, se encuentra entre los dramas más sinceros de los últimos años. Pero también tienen una tendencia desafortunada a canjear la humanidad básica de sus personajes por una broma o un giro efectista de la trama.
Si Pose muestra las mayores fortalezas de Murphy como creador, The Politician ejemplifica todas sus debilidades más graves. Es cruel, sin sentido y completamente hueca. Son escasos los momentos en que alguien en la pantalla se parece emocionalmente a una persona. Murphy, Falchuk y Brennan están tratando de hacer su propia versión de una película de Wes Anderson (y se ve hermosa) sin entender que debajo de todos sus adornos estilísticos tiene que haber un comportamiento humano reconocible y lógico.
Ben Platt, de Dear Evan Hansen, interpreta a Payton Hobart, hijo adoptivo de una pareja acaudalada de Santa Bárbara (Bob Balaban y Gwyneth Paltrow, particularmente desconectados), obsesionado con la idea de convertirse en presidente de Estados Unidos. Cuando lo conocemos, está persiguiendo la presidencia de su clase de secundaria, y está consternado cuando River, su amigo y ocasional pareja sexual, opta por competir contra él. (Todos los actores se ven demasiado viejos acá, y fueron elegidos porque las temporadas futuras están destinadas a seguir a Payton y sus amigos durante la adultez).
"Son solo dos niños ricos que pelean por atención", dice un padre sobre la campaña, pero Payton y los asesores Alice (Julia Schlaepfer), McAfee (Laura Dreyfuss) y James (Theo Germaine) tratan cada momento como si fuera una cuestión de vida o muerte. Revisan las encuestas y debaten si deben hacer algo con sus sospechas de que Infinity (Zoey Deutch) realmente no tiene cáncer y simplemente está siendo manipulada por su abuela Dusty (la gran musa de Murphy, Jessica Lange).
Se supone que esa propensión a hacer un escándalo hasta por las cosas más mínimas es algo satírico, pero todo tiene un nivel tan caricaturesco que ninguno de los punchlines surte efecto, y nada de lo que hacen los personajes tiene sentido. Y aunque los militantes del círculo íntimo de Payton se muestran convencidos de que él es un candidato de una nueva generación, el programa nunca explica por qué. Payton teme ser un sociópata en ciernes –y no está seguro de si eso es un beneficio o un déficit para su carrera– pero todos los que lo rodean son tan despiadados y extraños como él.
En ocasiones, Platt o uno de sus coprotagonistas cantan, y durante esos pocos minutos preciosos, Payton parecerá real, de una manera que sugiere que The Politician hubiera sido mejor directamente como un musical. Pero esos estallidos de autenticidad son tan pocos y distantes entre sí que incluye un final (con Judith Light, Bette Midler y una historia completamente nueva) que suena como si Murphy, Falchuk y Brennan optaran por adelantar un año el estreno de la segunda temporada. Con el millonario acuerdo de Netflix con Murphy, esa es una apuesta que podrían hacer con seguridad. Es una pena que lo hayan hecho en un programa que satisface sus peores impulsos.
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