The Crazy Ones, un experimento fallido
The crazy ones (2013). / Creador: David E. Kelley. / Elenco: Robin Williams, Sarah Michelle Gellar, James Wolk, Hamish Linklater. / Emisiones: miércoles, a las 22.30, por Fox
Nuestra opinión: regular.
Después de los títulos, al final de cada capítulo de esta comedia creada especialmente para encajar con la extraordinaria capacidad de Robin Williams para la improvisación y el humor, se puede ver una escena que quedó fuera de la edición del episodio. Son menos de cinco minutos que confirman lo que uno sospechaba viendo el resto de la ficción: las buenas intenciones y la habilidad de David E. Kelley no alcanzan para hacerle justicia al explosivo señor Williams. La historia del publicitario en extremo creativo, algo desequilibrado, de vuelta de todos los excesos y sin ningún filtro entre las ideas que se le ocurren y su necesidad de expresarlas parecía ideal para que el actor retornara a la pantalla chica más de treinta años después de la inolvidable Mork & Mindy . Sin embargo, el experimento no tuvo en cuenta que los frenéticos movimientos de Williams funcionan mejor en pequeñas dosis. Por eso se disfrutan tanto más los epílogos que los episodios que los anteceden. Ver al veterano actor lanzarse a la improvisación y la creación repentista mientras sus jóvenes colegas lo escuchan entre asombrados y tentados es mucho más entretenido que la escena terminada. Tal vez porque, bien al estilo de Kelley, productor y guionista responsable de Ally McBeal , The Practice y Boston Legal , entre otras series especializadas en enredos de oficina, acá no hay personaje que se salve del mote de excéntrico o especial. Todos, desde Simon Roberts (el personaje de Williams), pasando por su hija Sydney (interpretada por la talentosa Sarah Michelle Gellar), hasta la secretaria de la agencia, tienen exageradas personalidades que terminan por consumir el aire de cada escena hasta dejarla sin gracia alguna.
Por separado, y sobre todo cuando Williams baja un poco la velocidad de la ametralladora que tiene por boca, los actores consiguen sacar adelante algunas de las inverosímiles situaciones que les presentan los guionistas. En esa batalla se destacan James Wolk y Hamish Linklater, como los valiosos integrantes del equipo de exitosos publicitarios que capitanean Roberts y su hija. Con suficiente peso específico para tener una serie dedicada enteramente a sus personajes -el seductor Zach y el sensible Andrew- la buena labor de ambos se pierde entre el barullo que produce Williams.
Si Kelley había conseguido moldear en beneficio de sus series a otros actores carismáticos como Robert Downey Jr (de corto pero significativo paso por Ally McBeal ), William Shatner y James Spader (ambos en Boston Legal ), en este caso la tarea de domesticación lo excedió. Es posible que de haber tenido una hora de programa-como en las series anteriores- el experimento hubiera funcionado. O implotado del todo. Con Robin Williams a la cabeza, cualquier cosa es posible.
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