Televisión: las mejores y peores ficciones argentinas de 2017
Repasamos los puntos más altos y los más bajos de la pantalla chica
A pesar de la invasión de las ficciones extranjeras, en 2017 la ficción argentina luchó incansablemente por no perder su espacio en las pantallas locales. Y si bien hubo buenas series y otras no tanto, no deja de ser importante resaltar que este año se presentó una interesante variedad de propuestas: desde unitarios dramáticos hasta tiras históricas, los canales lograron ofrecer diversidad temática. Por este motivo y con el fin de año a pocos días de distancia, repasamos las ficciones argentinas que nos dejó la televisión modelo 2017.
Lo mejor
Un gallo para Esculapio y un esperado regreso
Este año marcó la vuelta de Bruno Stagnaro a la televisión . Luego de desestructurar al cine con Pizza, Birra, Faso (codirigida junto a Adrián Caetano), y de registrar el pulso nervioso de una generación abandonada en un país al borde del abismo en Okupas, el director presentó la historia de un joven que impulsado por la búsqueda de su hermano, se sumerge en un mundo criminal. Stagnaro, en un guión que escribió junto a Ariel Staltari, ensambla una saga coral en la que una vez más destruye los límites de la pantalla chica para construir una épica rabiosamente contemporánea, con personajes de gran riqueza y elaborando un registro televisivo que se viste más de documental que de ficción. El director teje un mapa en el que actores profesionales como Peter Lanzani o Luis Brandoni pueden jugar con otros intérpretes amateurs en un mundo descompuesto y fascinante a la vez, en el cual los espectadores se convierten en turistas.
Un gallo para Esculapio es una serie de identidad única, que confirma que el del unitario es un formato imprescindible para que grandes directores puedan demostrar que la ficción argentina está a la misma altura que la de cualquier otra televisión del mundo. Indudablemente, este título fue el punto más alto en términos de ficción nacional a lo largo del 2017 y así lo demostró en la noche de los premios Tato, donde se coronó como la gran vencedora.
El Maestro: Chávez y el amor por el unitario
No es casual que otra de las grandes ficciones televisivas del año sea un unitario y también esté compuesta por pocos episodios (y que como Un gallo para Esculapio, haya necesitado asociarse con la señal TNT). El de los unitarios es un mundo costoso en términos de producción, el rating no siempre es demasiado alto (el día de su debut marcó 13,5 puntos) y su proceso de filmación se acerca mucho al de un largometraje, pero ese trabajo se traduce generalmente en interesantes propuestas televisivas que la pantalla chica local necesita como si fuera oxígeno para seguir llamando la atención de unos televidentes cada vez más dispersos y con más opciones a mano. Y el caso de El maestro ejemplifica eso a la perfección. La historia protagonizada por Julio Chávez en la piel de un profesor de danza clásica, su relación con su ex mujer y con una talentosa estudiante son los puntos de conflicto que desarrolla esta miniserie dirigida por Daniel Barone. Chavéz, una vez más, se convierte en la cara de un prestigioso unitario que también formó parte de las grandes ficciones nacionales que brindó este 2017.
Amar después de amar: la forma por sobre el contenido
Aunque algunos consideran que los culebrones están en vías de extinción, la telenovela da batalla y así lo demostró este año con una historia con los condimentos clásicos, pero también intentando renovar el género. Amar después de amar (o ADDA) fue la ficción con la cual Telefe comenzó un prometedor 2017. La trama no resultaba demasiado original: un hombre y una mujer están en pareja, pero a pesar de eso no pueden evitar enamorarse y vivir clandestinamente ese amor hasta que un accidente automovilístico en el que ella pierde la vida, deja la verdad al desnudo y los engañados quedan enfrentados a la amarga realidad. Luego, y como era de esperarse, mientras los sobrevivientes examinan su destruida vida amorosa, se enamoran. Pero aquí el ingenio no estuvo tanto en la premisa (que igualmente sí presentó inesperadas vueltas de tuerca), sino en el desarrollar la trama central alternando pasado y presente, forma que le permitía al espectador descubrir en simultáneo los primeros pasos de esa historia de amor prohibida, como así también las consecuencias de ese vínculo y qué se escondía detrás de ese misterioso accidente. El espíritu de Amar después de amar era justamente el de innovar, el de atrapar al espectador con una historia de amor disfrazada de policial. ADDA fue una novela moderna en el sentido más puro de la palabra, un drama que dejaba atrás las estructuras del culebrón clásico para renovar al género asumiendo un riesgo que, afortunadamente, fue muy bienvenido por el público local.
Las Estrellas: las mujeres (y Flozmín) al poder
El martes 30 de mayo llegó a la pantalla de eltrece una nueva tira de Pol-Ka y pocos imaginaban el éxito que el canal tenía entre manos. La historia de cinco hermanas forzadas a una convivencia laboral no tardó en desplegar un abanico de tramas que oscilaban entre el drama y la comedia, y todo contado en un tono fresco y descontracturado. El comienzo de Las Estrellas fue muy sólido, cada una de ellas tenía un universo propio y cargaba con sus fantasmas particulares, pero el logro era ver el acento puesto no tanto en los romances, sino en la dinámica de las cinco protagonistas.Las Estrellas aún hoy mantiene un nivel elevado de rating, aunque sufre de un problema que no pudo esquivar y es que su entrega diaria indefectiblemente en algún momento empantana la historia. Es imposible mantener el nivel de tensión cuando todos los días hay que presentar un conflicto nuevo y eso, en algunos momentos, hizo que los personajes perdieran coherencia (en ese sentido, el personaje de Miranda - Justina Bustos - es el que peor desarrollo tuvo y el que más prometedor comienzo tenía).
Pero más allá de sus aciertos y errores, es innegable que el de Las Estrellas es un fenómeno que conectó de manera muy especial con los espectadores y mucho de eso tuvo que ver el romance de Flozmín. Ese condimento enamoró al público y abrió una bienvenida puerta en el mundo de las tiras nacionales: el de poner en primer plano un romance protagonizado por dos mujeres, algo que aún parecía taboo.
Cuéntame cómo pasó: realidad y ficción unidas
Uno de los experimentos más interesantes del año es la adaptación local del clásico televisivo español. Tomando como punto de partida la historia argentina a partir del año 1974, Cuéntame cómo pasó hace foco en una familia de clase media y de qué manera los conflictos domésticos se salpican del entorno histórico de un país convulsionado. Alternando escenas de ficción con numerosos archivos de las distintas épocas por las que transita la novela, Cuéntame fue uno de esos logros televisivos que lamentablemente pasó algo inadvertido para buena parte del público.
Mención especial: El jardín de bronce
Producida por Pol-ka en asociación con HBO, la miniserie protagonizada por Joaquín Furriel fue una de las grandes apuestas del año. La serie de de ocho episodios cuenta la historia de un hombre que comienza a investigar la trágica desaparición de su pequeña hija. Al ser un producto que se transmitió por HBO, no gozó de la popularidad que merecía, pero El jardín de bronce es también una de las grandes ficciones del año que no hay que dejar de recomendar.
Lo peor
Quiero vivir a tu lado: cuando la historia se diluye
La tira con la que Pol-Ka comenzó el año tenía a priori todos los condimentos para triunfar: una historia central jugosa (que casualmente tenía puntos en común con ADDA); una pareja central que prometía mucha química; una frondosa galería de secundarios y un tono de comedia con fuertes toques costumbristas. Pero las fórmulas en televisión no son necesariamente infalibles, y a veces el público elige darle la espalda a personajes con los que no termina de empatizar. A las pocas semanas de su estreno, Quiero vivir a tu lado comenzó a bajar notablemente su rating. Claro que el fracaso de la tira no tuvo que ver con sus cifras, obviamente, sino con una historia que no terminaba de decidirse en un tono que comenzó a oscilar entre la comedia y el drama, sumado a unos personajes protagónicos que empezaron a resultar algo antipáticos y unos secundarios que perdieron fuerza a paso acelerado (a excepción Redondo -Darío Barassi- y Floro -Jimena Barón-, un oasis de frescura en medio del caos). Quiero vivir a tu lado no funcionó y, con menos de ochenta episodios en su haber, fue levantado del aire sin muchos miramientos.
Fanny la fan: el divorcio más escandaloso entre público y ficción
El año 2017 será siempre recordado por este experimento lleno de buenas intenciones, pero que no terminó de conectar con el público. La serie protagonizada por Agustina Cherri trataba sobre Fanny, una joven fanática de un programa de televisión que por cuestiones del destino terminaba trabajando muy cerca de su ídolo. De esta forma realidad y ficción se unían y la protagonista descubría que no todo lo que brillaba en la pantalla chica era precisamente oro. Bajo esa excusa, Underground planteó una sofisticada novela que encerraba historias dentro de historias, todas ambientadas en el mundo de la televisión y sus trabajadores. Telefe estrenó la tira el 26 de junio con unas expectativas altísimas, pero menos de mes más tarde,la novela era levantada del aire generando una de las polémicas televisivas más importantes de los últimos años . Pocas series sufrieron un descenso tan abrupto de rating como Fanny la fan y al día de hoy nadie puede más que arriesgar hipótesis sobre el por qué de su fracaso. Algunos opinan que la historia de amor central no tenía peso; otros que la serie tenía demasiados chistes internos sobre la tele y sus códigos, y otros aseguraban que el tono de comedia desenfrenado no era el ideal para el público de las 21 (o de las 19, horario en el que estuvo su última semana al aire ). Sea como fuere, la única certeza es que Fanny tuvo la mala suerte de debutar en un momento complejo del año en el que Las estrellas se habían adueñado del horario y esa desventaja fue la gran espada de Damocles que terminó por decapitar este novedoso producto de Underground que mereció correr mejor suerte.
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