Televisión abierta: un programa que revolucionó la forma de hacer TV en los 90 vuelve con un especial, a 25 años de su estreno
Fue la primera vez que los televidentes tuvieron la oportunidad de pasar al otro lado de la cámara creando sus propios contenidos: desde la aparición espontánea de un emblema del rock nacional hasta el descubrimiento de nuevos talentos
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Dos jóvenes creativos, hasta ese entonces completos desconocidos, daban su primer salto desde el pequeño mundo del arte experimental a la televisión abierta más popular. En la década del 90, fueron los que dieron vida a una revolucionaria puesta en escena en la pantalla chica de América TV cada medianoche, durante solo 30 minutos. Dos décadas y media después, la dupla tiene nombre propio y trayectoria de sobra: Mariano Cohn y Gastón Duprat. “Pedí una cámara gratis y hace lo que quieras”, rezaba el eslogan del Televisión abierta, generando algo inédito hasta ese momento: la conexión directa entre el público y el contenido televisivo.
Sin conductor, sin estudio y sin guion, el programa se basaba en la premisa de que cualquier interesado podía llamar para pedir que lo filmaran en su domicilio para salir en la televisión. Al mejor estilo de las app de mensajería actuales, un delivery de camarógrafo motorizado, con cámara y micrófono a cuestas, estaba disponible 24 horas para filmar al próximo protagonista de un minuto y medio de fama en la pantalla chica.
“El público estaba a un llamado de distancia de salir en la televisión diciendo o haciendo lo que quisiera. Los participantes tenían control total sobre lo que querían mostrar, desde quejas al presidente hasta simples demostraciones de sus talentos o cotidianidades. Era un laboratorio de ideas”, cuenta Cohn a LA NACION.
¿Qué mostraban? Lo que cada uno quisiera, en igualdad de condiciones: desde quejas, bailes, cantos, declaraciones de amor y de odio, una propuesta de casamiento, ofertas de autos y otros bienes hasta búsquedas de pareja, descargos de todo tipo, mensajes encriptados, sentarse frente a la cámara por el solo gusto de salir en televisión, una campaña política frustrada o un hombre que mandaba mensajes a sus familiares mientras cumplía condena en la cárcel. Cada participante tenía 90 segundos de aire y libertad de expresión.
Una idea sui generis
Televisión abierta vio la luz a finales de 1998. En ese momento la dupla estaba en plena producción de la primera obra que hicieron juntos, Enciclopedia, un largometraje experimental. En medio de ese trabajo se les ocurrió otra idea: crear un ciclo que tuviese a la gente común como protagonista. “El concepto inicial se materializó a través de un número de teléfono que aparecía en un canal de aire por la noche, al que podías llamar para que después enviáramos un camarógrafo en moto a tu casa; te filmaba haciendo lo que quisieras y al día siguiente aparecías en la tele”, describe Cohn.
Un parteaguas de la pantalla
El ciclo marcó un antes y un después en la televisión. Por primera vez, el público fue protagonista y tuvo la posibilidad de aparecer en la pantalla sin restricciones: un camarógrafo se limitaba a documentar el testimonio protagonizado por un auténtico desconocido. “Antes los espectadores se limitaban a aplaudir desde una tribuna, como máximo. Televisión abierta rompió la barrera de hormigón entre la pantalla y el público, permitiendo la participación activa de la gente y acercando la cámara a personas reales”, grafica Duprat.
Dejando de lado todas las estructuras estáticas y formales, el programa les dio el poder a los espectadores, con una cámara que los seguía y el micrófono en sus manos, utilizando sus propias casas como escenario: “Hoy parece una idea vintage, pero rompió con todos los moldes de la televisión de ese tiempo, dominada por los famosos, los estudios de grabación, los equipos profesionales de alta calidad y las escenografías elaboradas. Las cámaras entraban directamente en la intimidad: sin maquillaje, sin artificios, ni escenografías, mostrando a las personas tal cual eran, con las paredes de fondo rotas y una autenticidad palpable”.
Esa “idea loca” selló el inicio de una sociedad creativa que sigue vigente en la actualidad. Hicieron las pruebas iniciales con conocidos y familiares para reflejar lo que la gente podría hacer y, al mostrarlas en VHS a los productores Caíto Lorenzo y Sebastián Meléndez, y a los directivos de América TV, la propuesta fue aceptada de inmediato por su novedad y potencial.
Después la dupla continuó con otros éxitos iguales de innovadores, como Cúpido, conducido por un novato Santiago del Moro (MuchMusic), y Cuentos de Terror (Isat). Siguió su recorrido con la creación del Canal de la Ciudad durante la gestión de Jorge Telerman y más tarde se sumergieron en las películas y series, entre ellas El hombre de al lado, Ciudadano ilustre, Mi obra maestra, Competencia oficial, El encargado, Nada, entre otras.
Un programa precursor
Televisión abierta fue un ciclo adelantado para su época, cuando el mundo empezaba a entrenarse en el acceso a internet y pocos sabían que estaban a las puertas de una nueva y potente revolución en las comunicaciones. No solo fue el primer reality show de la televisión, sino que nació seis años antes que YouTube. “El programa estuvo apenas unos meses al aire, pero su impacto fue tal que uno lo guarda como un hito duradero en el tiempo”, señala Duprat.
El ciclo inmediatamente tuvo sus réplicas en España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Turquía, China y Japón, aunque “sin cobrar un centavo”, admiten sus realizadores, y hasta fue objeto de análisis por parte de académicos de la comunicación en todo el mundo.
“La esencia del programa, que permitía a la gente crear contenido sin intervención de productores, sigue siendo relevante y fresca incluso en la era de las redes sociales y el streaming”, admite Duprat. Al igual que lo que generan hoy los reality shows, la participación del público y la impredecibilidad de su contenido generaban cierta adrenalina y expectativa: “La agenda la proponía el público, nosotros solo dábamos las herramientas y el espacio. Hay una gran dosis de adrenalina en consumir la realidad de otro sin filtros. El programa lo hacían ellos, si un día era bueno y al otro era malo, eso era responsabilidad de los participantes”.
Momentos y personajes memorables
Así, el programa llegó a capturar momentos emblemáticos que quedaron grabados en el imaginario popular, donde cada medianoche se transmitía un nuevo envío de la televisión creada por el público, alcanzando 10 puntos de rating en su franja horaria, lo cual llevó a que se repitiera también al mediodía. “Lo común era que la gente llamara para mostrar sus casas, sus heladeras y sus habitaciones, introduciendo una nueva intimidad a la televisión, pero también hubo personajes y situaciones que se recuerdan hasta hoy”, reconoce Duprat.
Televisión abierta no tenía invitados famosos. Aquellos que aparecieron en cámara lo hicieron porque llamaron en igualdad de condiciones que el resto de los participantes. Charly García hizo sus propias declaraciones al aire. Luego de cruzarse en la calle con un camarógrafo del programa, pidió dejar un mensaje. El músico, desde su departamento de Palermo, hizo un descargo contra la empresa proveedora de energía y después cargó contra su enemigo histórico, Andrés Calamaro: “Calamar asqueroso, ya molestaste demasiado, te van a matar. Yo no voy a gastar energía en vos”, dijo el mítico cantante frente a la lente de Televisión abierta. Hasta una exnovia de Ale Sergi le dedicó un baile al cantante, mientras sonaba de fondo una canción de Miranda!, compuesta para ella.
También hubo personajes que llegaron a formar parte del elenco estable. Entre los más recordados está Fita Craichik, conocida por sus ácidas críticas a la farándula de la época: “Era una abuelita en apariencia divina, pero era bravísima y bajaba línea con todo. Al punto que hasta un día nos contaron que Mario Pergolini estaba enojado porque ella había hablado mal de él, que también tenía un programa en el canal”, recuerdan a dúo. O Mauricio Yattah, un eterno aspirante a presidente que buscaba conseguir las firmas para fundar su propio partido político y postularse: “Tenía una columna fija en el programa donde presentaba su plataforma política”, recuerda Cohn. Otro de los personajes más emblemáticos fue Ayrton Mercury, un fan de Freddie Mercury.
Desde la primera transmisión del ciclo hasta hoy se hicieron dos especiales por América TV para conmemorar el ciclo. El primero fue en 2013, a los 15 años de su creación, en que participaron familiares, amigos y conocidos de la dupla -entre los que estaba el hermano de Mariano Cohn, Alejandro que murió en julio de 2015 en un hospital de San Isidro, y cuyos responsables están siendo juzgados por homicidio-. Y el segundo especial en 2018, al cumplirse dos décadas.
Este año, la dupla creativa, consolidada como una de las más exitosas en el mundo de la ficción, volverá a rememorar uno de sus primeros éxitos con un nuevo especial por los 25 años del programa: Televisión abierta recargado, retomando el concepto original adaptado a la actualidad, y aunque la fecha de emisión no está aún definida, el regreso ya genera expectativa.
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