Telenoche: la despedida de Mónica y César que emocionó a todos y el recuerdo imborrable de los próceres de las noticias en televisión
El 19 de diciembre del 2003, Cahen D´Anvers y Mascetti dijeron “chau” frente a cámara, luego de más de una década de estar al frente del histórico ciclo donde se convirtieron en una marca registrada
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El 19 de diciembre del 2003, la televisión escribió una de sus páginas más emotivas. Cerca de las nueve de la noche de esa templada jornada que anticipaba el verano, la pareja de conductores de noticiero más emblemática que haya dado el medio se despedía luego de 13 años de haber estado al frente de Telenoche. Con sólo decir “Mónica y César”, ya se sabía de quiénes se hablaba.
Desde hacía un tiempo se venía especulando sobre esa partida que sorprendió a muchos. Y cuando se confirmó el adiós, los televidentes se hicieron notar con llamados al canal, algunos ofrendando su agradecimiento a los periodistas y otros, más enfáticos, revelándose ante lo que no querían escuchar. Tenían hinchada propia, la adhesión de una audiencia masiva que los veneraba, respetaba. Es que habían hecho de la rigurosidad informativa y la deontología profesional, un estandarte del que nunca claudicaron.
Aquella vez, frente a las cámaras de eltrece, Mónica Cahen D´Anvers y César Mascetti cerraron un ciclo inolvidable de ese noticiero nacido el 3 de enero de 1966, a instancias de Goar Mestre, entonces al frente de los destinos del canal, y del periodista Carlos Montero, un hombre de peso en lo suyo. En esa noche iniciática también estaba Mónica, pero junto a Andrés Percivale y Tomás Eloy Martínez. Rápidamente, Telenoche se convirtió en una marca en el mundo de las noticias televisadas.
Mónica fue y vino, y César comenzó cubriendo diversos roles dentro del área informativa del canal, hasta que el amor los unió en la vida y la pasión por el periodismo los llevó a ocupar el estrado del icónico espacio. Fueron un matrimonio idealizado y conformaron un tándem periodístico admirado.
Estas fueron las noticias
“Hace treinta y ocho años, me senté por primera vez en este lugar. Arrancaba Telenoche, estaba nerviosa, asustada, temblaba. Y ahora me toca decir ‘chau’, y les aseguro que estoy casi igual que aquel día”, comenzó diciendo la madre de Sandra Mihanovich en el último bloque del programa de despedida.
“Muchos colegas nos preguntaron cuál es el secreto de nuestra permanencia. Tenemos algunas ideas al respecto, pero la verdadera respuesta la tienen ustedes. Noche a noche nos metimos sin permiso en su casa, en el living, en el dormitorio o en la cocina, para darles, muchas veces, malas noticias y, sin embargo, al día siguiente volvían a elegirnos”, continuó diciendo Mónica, quien había llegado a la televisión en la década del sesenta como actriz de ficción, formando parte de elencos de tiras como aquella histórica El amor tiene cara de mujer, creada por Nené Cascallar.
“El mérito no sólo es nuestro; es, fundamentalmente, de ustedes”, aventuró la periodista, mirando por última vez aquellas cámaras. “Es como los buenos matrimonios, un bien ganancial, construido con un esfuerzo compartido. Es ese sentimiento el que construyó este verdadero cariño, nosotros lo recibimos cada vez que alguno de ustedes nos para en la calle, nos habla como si nos conociera de toda la vida, como si fuéramos de la familia”.
No volaba una mosca. Eran los próceres del noticiero los que estaban cantando las hurras y todos sus compañeros en el estudio y en el control contenían las lágrimas. Finalmente, Mónica cerró su alocución ganándole a la emoción: “En nombre de ese cariño les decimos ´chau´, ´hasta luego´, nos vemos en Telenoche Especial”. La sabia matriarca se refería al nuevo proyecto, el último que la contendría, junto a su marido, en las filas del canal. Telenoche Especial fue un formato de investigación periodística que no les insumía el estrés de la televisión diaria en un tiempo de madurez.
En igual sintonía, pero focalizando en la tarea de sus compañeros, César Mascetti tomó la posta de Telenoche y cerró con un discurso con tono firme, cariñoso y emocionado, a su estilo: “Muchas veces les contamos que, atrás de nosotros, hay un grupo extraordinario de profesionales que nos hicieron muy gratos estos años. Esa frase, trillada en la televisión, es, también, la pura verdad. Por eso hoy, frente a ustedes, los verdaderos testigos y jueces de nuestro trabajo, queremos agradecer el esfuerzo, el compañerismo y el cariño que también de ellos recibimos”.
Mascetti, siempre guía de las nuevas generaciones de profesionales, dedicó también sus palabras a pensar en los nuevos nombres que iban ocupando los puestos vacantes: “Cuando vemos a los más jóvenes continuar con libertad y honestidad este oficio, cuando nos reconocemos a través de una pregunta, cuando nos identificamos sólo con una mirada, ahí estamos seguros que nuestro paso por Telenoche dejó huella y eso nos pone muy contentos”.
En la despedida, Mascetti también consagró unos minutos a la Argentina: “Estamos empeñados en construir un país mejor y seguimos pensando, como lo hicimos al elegir esta profesión, que el periodismo independiente debe servir, no sólo para informar sino para transformar. Entre ustedes y nosotros, si continuamos con la relación que establecimos aquí, en Telenoche, durante tanto tiempo, lo podremos conseguir”.
Cuando, con una sonrisa, Mascetti dijo “estas fueron las noticias”, su latiguillo de cada fin de cada emisión, el set de Telenoche estalló en un aplauso estruendoso. Rápidamente llegaron los colaboradores con inmensos ramos de flores para ambos y el saludo de los periodistas Luis Otero, Sergio Gendler y Federico Wiemeyer. Mientras todos se abrazaban, la cortina leitmotiv, compuesta por Eddie Sierra, despedía a los próceres.
En este noticiero no sólo se reflejó la actualidad nacional, sino que sus cámaras recorrían el mundo. No son pocos los hitos periodísticos en la era de Mónica y César, como aquella vez que él entrevistó en Brasil al inhallable Beatle George Harrison o cuando ella pisó las Malvinas junto a familiares de soldados caídos.
Cuando Mónica debutó en Telenoche, la mayoría de los actuales conductores de la televisión aún no había nacido. Se enojaban, pero no alardeaban con sus opiniones. Sabían editorializar cuando era necesario, pero sin cargar las tintas. Ya era suficiente con lo crudo de la acuciante realidad argentina. Como siempre. Se empeñaban en no ser estrellas. La vedette era la noticia y ellos, sabiamente, se colocaban en un segundo plano, que, en realidad, era el lugar de privilegio de dos de los periodistas más creíbles del país.
A Mónica y César los continuaron María Laura Santillán y Santo Biasatti. Hoy, ninguno de los dos forma parte de Telenoche y la temporada 2023 del ciclo está a cargo de Nelson Castro y Dominique Metzger, luego del paso de Luciana Geuna y Diego Leuco.
La pareja de Mónica y César fue la más emblemática, pero no la de mayor permanencia en el aire, mérito que corresponde a Cristina Pérez y Rodolfo Barili, quienes están al frente de Telefe Noticias y bajo las órdenes de Roberto Mayo, mano derecha de Cahen D´Anvers y Mascetti en tiempos de Telenoche y amigo personal de la pareja. Mónica y César conformaron una unidad, pero no por ello eran ni se mostraban iguales. Cuando se despidieron del aire del noticiero, Telenoche ya había ganado varios premios Martín Fierro, incluido el de Oro. Y ellos, a nivel personal, reconocimientos como el Konex.
Comenzaron a noviar un 7 de junio de 1978, Día del Periodista. Coherentes hasta para eso. En ese momento trabajaban juntos en Mónica Presenta, uno de los hits de la carrera de Cahen D´Anvers, pero se conocían desde hacía siete años, cuando él ingresó a las filas del viejo Canal 13, luego de varios años de pisar las redacciones de la prensa gráfica.
Inolvidables, su carisma y seriedad los convirtieron en el símbolo de la pareja de conductores de noticiero. Mascetti falleció el 5 de octubre pasado, a los 80 años, y Mónica continúa al mando de La Campiña, el emprendimiento familiar en la ciudad de San Pedro, pero retirada de la televisión.
Pensar en Mónica y César es asociar sus nombres a los de una forma de informar y hacer televisión. Fueron el símbolo de Telenoche, del que supieron irse con la frente alta, en medio del éxito. Un acto de entrega. Como suele suceder con los grandes. Aquella noche de diciembre del 2003, todos lloraron la renuncia de los maestros.
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