Cómo fue el primer programa de Talento Fox con Lali Espósito, Diego Torres y Wisin
En principio, la premisa de Talento Fox, el reality-concurso de cantantes que tuvo su primer episodio en la noche del miércoles por la señal de cable, no difiere demasiado de otras propuestas similares por demás probadas y transitadas: una serie participantes, completos desconocidos, tienen un tiempo determinado (un minuto, en este caso) para cantar un cover a elección y convencer a un jurado de notables (que aquí son Lali Espósito,Diego Torres y Wisin) de que los ayuden a moldear su personalidad artística. Si los tres artistas dan el visto bueno, el aspirante a ser "la nueva estrella de la canción latinoamericana", tal como lo anunció al inicio del programa Alejandro Fantino en su rol de conductor, comenzará a ser coacheado para sus nuevas performances en episodios futuros. ¿El premio mayor? La grabación de un disco y un videoclip.
Pero claro que hay algo más que canciones. Rozando el golpe bajo, Talento Fox pone en pantalla a participantes que traen consigo historias adversas que son narradas antes de cada performance. Así, Ju, un chico trans de 18 años que contó tener complejos con su cuerpo y su voz, fue el primer elegido tras su versión de "I'm Yours" (Jason Mraz). Minutos antes y a modo de introducción, Diego Torres había explicado que su tarea no sólo será potenciarlos artísticamente sino también ayudarlos a "mejorar sus vidas".
Entre la búsqueda del momento emotivo, que Fantino se encargó de forzar a cada momento, el consejo autoayuda y el entretenimiento más relajado, es Lali Espósito quien pareció corporizar mejor la dinámica del programa. Sea sentándose y girando sobre el pulsador que da el visto bueno, o sea haciendo chistes sobre su baja estatura, la cantante aportó, sin exagerar histrionismo, la frescura necesaria para que la solemnidad no se vuelva omnipresente.
En medio de un mapa repleto de programas del estilo que han pasado por la pantalla argentina (La Voz, Talento Argentino, Operación Triunfo...) el elemento diferenciador y saludable de Talento Fox es la ausencia de un "jurado malo" -costumbre que en el último tiempo se extendió a cualquier tipo de reality, sea de canto, de cocina, de baile o de patinaje-. Y en ese sentido, la definición de Wisin funcionó como resumen elocuente: "Acá no se van a hacer críticas, se van a dar consejos".
Otro acierto del programa, que tendrá 13 episodios, es la decisión de no exponer a aquellos participantes que no pasaron el filtro de su primera presentación. Si la idea es mostrar a los televidentes que la música puede ser un canal de expresión que permite superar temores y dificultades, hacer hincapié en las desafinaciones e imperfecciones de alguien que fue víctima de bullying iría contra los principios planteados de antemano. En el extremo opuesto, la participante mexicana Narahí, funcionó como ejemplo paradigmático. Presentada como cantante de ópera, explicó que su verdadero sueño era convertirse en una estrella pop pero su obesidad le impedía imaginarse como tal. Mientras la maquinaria pop no repara en destruir la salud física y mental de cualquiera que no se adapte a sus exigencias (Demi Lovato como caso más reciente), derribar las barreras que impone la industria con sus cánones de belleza está claro que no es tarea que le competa sólo a Talento Fox. Y aunque no sean los primeros en proponer este mensaje, siempre es bueno saber que alguien lo está intentando.
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