Su comedia favorita: un galán coqueto, una actriz desbordada y un éxito en medio de la hiperinflación
Protagonizada por Georgina Barbarossa y Germán Kraus,Su comedia favorita fue el programa más visto de la televisión argentina en 1990. Cada semana, la pareja estelar y un elenco rotativo llevaban a la pantalla chica una obra de teatro, en el prime time de Canal 9. No era la primera vez que funcionaba esa fórmula: el ciclo había brillado en 1969 y 1970, con libros de Alberto Migré y actores de la talla de Alberto Martín, Susana Campos, Graciela Duffau, Beatriz Taibo, Dora Baret, Elsa Daniel, Susy Kent, Silvia Legrand, Fernanda Mistral, Leonor Benedetto, Dorys del Valle, Claudio García Satur y tantos más.
En 1990, Barbarossa y Kraus reemplazaron a Nora Cárpena y Guillermo Bredeston, que se iban a hacer temporada a la costa. La receta parecía imbatible: comedias generalmente originales, grabadas en interiores, en bloques y sin cortes, con cuatro días de ensayo y uno de grabación. La producción era de Alejandra Lustrini y la dirección de Wilfredo Ferrán. Con un elenco variado, era una fuente de trabajo importante para los actores. Por allí pasaron: Graciela Pal, Eleonora Wexler, Pepe Monje, Rodolfo Brindisi, Miguel Jordán, Mónica Salvador, Juan Carlos Puppo, Emilio Comte, Nya Quesada y Nelly Beltrán, entre otros. A pesar de esa receta ya probada, hubo que sortear algunos inconvenientes relacionados con la devaluación, el desafío de aprenderse un guion cada semana y lidiar con las contrariedades cotidianas de cada uno de los protagonistas.
Éramos tan pobres
"Tengo los mejores recuerdos y fuimos inmensamente felices a pesar de que a Germán y a mí nos habían congelado el sueldo en esa época", le dice Barbarossa a LA NACION. "Nunca teníamos plata porque ganábamos nada. Compartíamos una gaseosa y un sándwich porque no nos alcanzaba la plata. ¡Y metíamos mucho rating! Era el programa de mayor rating en ese entonces. Éramos súper famosos y estábamos híper pobres. Germán iba con su autito, yo con el mío, que era un Renault 5 verde hecho pelota, que se me iba rompiendo por la calle. Parecía el auto de los Picapiedras porque en la parte de abajo prácticamente no existía la chapa, y si agarraba un charco me mojaba la bombacha", exagera entre risas.
"Otras veces me tomaba el colectivo, bajaba en avenida Las Heras y caminaba hasta el Pasaje Gelly, donde estaba Canal 9 en ese momento. La gente me miraba con una cara, como diciendo 'esta tarada que gana fortunas se toma el colectivo'. Te juro que no me alcanzaba la plata. Por supuesto que al auto no lo podía arreglar y a veces no tenía ni para la nafta. Me acuerdo que una vez llegué tarde al canal porque se me había caído la carrocería del auto. Siempre fui muy puntual pero en ese entonces no existían los celulares y era difícil avisar: tenía que encontrar un teléfono público para llamar al canal", rememora la actriz.
"Éramos archi famosos pero ganábamos poco. Mis hijos, Juan y Tomás, eran chiquitos y yo iba a comparar pañales descartables fallados a una fábrica, me tomaba dos colectivos y volvía con dos bolsas de consorcio a mi casa. Después compraba cinta de pintor para poder pegarlos así que yo sentía que el comentario de la gente en el colectivo era 'qué hace esta mina acá, con esas bolsas'. Era como de cuarta. Mismo en la fábrica de pañales me miraban con cara de asco como diciendo: 'Qué pijotera'", bromea.
Kraus también tiene recuerdos parecidos: "Guillermo y Nora se fueron de temporada a Mar del Plata y Georgina y yo fuimos de reemplazo en principio y después nos quedamos. Habíamos arreglado un contrato bastante interesante para los dos, pero con el tema de la inflación se achicó tanto el sueldo que terminábamos repartiendo el sándwich del almuerzo porque no nos alcanzaba la plata para nada. Pero todo con mucho humor, la pasábamos bien".
Había inflación pero también trabajo. "Era una época en la que tenías que hacer cola en la Asociación de Actores para cobrar. Sacabas número y tenías que ir al bar a esperar. Había mucho trabajo, salías de un estudio y te metías en otro. Los actores trabajábamos en todos los canales, no había exclusividades. Y pasabas de una novela, a un unitario, a una comedia", señala Pepe Monje.
El galán coqueto y la madre desbordada
Con sus mellizos de apenas dos años, a Georgina todo se le hacía cuesta arriba. "Yo le decía a Germán que era 'el niño plus ultra' porque era, y sigue siendo, lo más coqueto del mundo y llevaba un attaché con un secador de pelo y un cepillo para hacerse el jopo. Porque él es galán y no va a salir nunca jamás desprolijo. Y yo estaba desesperada porque mis hijos eran chiquitos y apenas llegaba a estudiar la letra. No tenía tiempo ni de pasarme crema en el cuerpo ni de depilarme y cuando teníamos escenas de matrimonio, en la cama, me daba cuenta de que tenía las piernas peludas y la piel seca porque ni tiempo de pasarme crema tenía. Y él estaba perfecto, divino, niño plus ultra y yo hecha un escracho, cansada. Tengo recuerdos lindos y graciosos. Ahí nació una amistad que todavía está absolutamente vigente porque nos hablamos casi todos los días", explica.
Así, la actriz pedía ayuda por doquier. "Mi papá venía los sábados a casa y me ayudaba a pasar la letra, porque sola no llegaba y el lunes, para el primer ensayo, tenía que estar con la letra sabida. ¡Nos aprendíamos una comedia por semana! Germán estudiaba todo perfecto y se adaptaba a las verduras de letra que yo le decía, porque inventaba como loca. Me acordaba, claro, pero no a la perfección como Germán. Y el director era un divino, un sol de persona. Pasaron todos los grandes actores que se puedan imaginar", relata y le brillan los ojos cuando habla de su papá: "Tengo una anécdota muy linda con mi papá. Él siempre quiso actuar y estudió teatro de grande, con Ana María Campoy. Tanto me ayudaba a estudiar la letra que un día lo pusimos de extra y dijo un par de líneas. No tengo ese video porque antes los VHS no se guardaban y se volvían a grabar y regrabar encima. Mi viejo estaba feliz y fascinado porque estaba actuando".
Graciela Pal estuvo justamente en ese episodio de Su comedia favorita: "Me acuerdo que el papá de Georgina quería ser actor y entonces hizo una participación, con un personaje chiquito. Y lo disfrutamos muchísimo. Fue un acto de amor de Georgina hacia su papá. Eran comedias rotativas, así que no había continuidad de personajes"
Kraus reconoce que era muy estudioso y detallista. "Después fui aflojando pero en ese entonces era muy estricto con el trabajo, y había que saber la letra. Heredé un poco eso de Nora Cárpena, que había hecho el ciclo antes. Pero además es la única manera de hacer estas comedias porque era una obra de teatro por semana, sin edición. O sea, se grababa de comercial a comercial. Así que ensayábamos lunes, martes, miércoles y jueves y grabábamos los viernes", indica.
"Eran unas comedias bárbaras, que habían sido un éxito en teatro, sobre todo porque el productor era José Cibrián padre, que evidentemente conocía las comedias importantes: inglesas, italianas, francesas, españolas. También había comedias escritas especialmente para el ciclo porque, claro, todo se pagaba en dólares. Y cuando se disparó el dólar, dijeron: ‘Chicos, no podemos seguir comprando, así que tenemos que rebuscárnosla con lo que hay’. Y aparecieron unas comedias que eran muy antiguas, fuera de época", subraya el actor.
Al pie de la letra
Todos coinciden en que los ensayos eran de lunes a jueves y los viernes se grababa por bloques, sin cortes. Como un falso vivo. Eran cinco bloques por comedia y los actores debían saberse la letra a la perfección.
Eleonora Wexler recuerda ese momento con una enorme sonrisa: "Georgina es como mi madre postiza, tengo debilidad por ella. Y también por Germán, con quien volví a trabajar en Golpe al corazón. Era increíble el trabajo que hacíamos porque grabábamos todo en un bloque entero, que duraba diez minutos más o menos. Y había que aprenderse la letra de todo eso, sin chistar. Me divertía mucho, nos tentábamos mucho también".
Pal rememora esos tiempos de trabajo estricto: "Adoré y respeté y amé al director, Wilfredo, que era un caballero, un señor. En ese entonces, la tele era nuestra casa, porque pasaba más tiempo en el canal que con mi familia. Teníamos hermosos compañeros, hermanos de la vida, de tantos años de trabajar juntos".
"Recuerdo que se ensayaba en el viejo Canal 9 y los libros de los hermanos Pelay eran buenísimos: no tenías que hacer ningún arreglo. Eran muy graciosos y Georgina volaba", evoca Pepe Monje. "Era lindo ver esa cocina de la tele, charlar todos en los pasillos, en el bar. Yo había hecho varias comedias con los Bredeston y estaban muy buenas porque eran para la familia. Me acuerdo que nos cuidaban mucho a los más chicos. Georgina rompía mucho la cuarta pared y era lo lindo. Y Germán era como Simón Templar [personaje de la serie El Santo] muy correcto; un tipazo, uno de los grandes amigos que tengo. Es uno de los últimos románticos, alguien que ama la tele y te la hace amar".
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