Sobrevivir a la masacre de Downton Abbey
Si no vio el final de la tercera temporada de Downton Abbey , mejor no siga leyendo. Y si lo vio, seguramente duda de seguir por otros motivos: ¿podrá esta muestra ejemplar del novelón refinado volver a tierra firme tras perder a dos de sus figuras centrales y empantanarse en conflictos triviales durante buena parte de la temporada?
Primero se fue Lady Sybil, muerta por complicaciones en el parto de su hija en un episodio capaz de quebrar al más flemático. Anteayer le tocó al mofletudo Matthew pasar a mejor vida en un accidente con su descapotable tras conocer a su hijo y heredero. El apego a los más rancios clichés -desde los densos nubarrones que presagiaban la tragedia hasta las admoniciones a su temperamental esposa de que nunca cambie- en la eyección del futuro lord Grantham denotaba la furia de su autor, Julian Fellowes, ante la obligación de asesinar a uno de sus protagonistas.
El responsable intelectual de esta -llamémosla- Masacre de los Crawley es Hollywood, que tentó a Jessica Brown Findlay y a Dan Stevens con promesas de triunfar en la pantalla grande ( Downton Abbey es una coproducción anglonorteamericana, así que quizás están en su derecho.) Por suerte, tal llamado no le llegó aún a la siempre solvente Michelle Dockery (quien interpreta a la ahora viuda Lady Mary), más que capaz de sostener el interés del público a partir de ahora. Quizá las imprevistas bajas sean el primer paso de un relanzamiento para la serie. Aunque -como acotó el personaje de Maggie Smith mientras veíamos morir al galán- no siempre podemos conseguir lo que deseamos.