Signos, una miniserie que corre el riesgo de parecerse a otras
Se estrenó la nueva ficción de Pol-ka protagonizada por Julio Chávez
Un pueblo rural en alguna parte. Ese "alguna parte" empieza a acomodarse con mayor claridad en el mapa cuando suena su nombre: San Rafael de los Penitentes. La ubicación, casi segura entre los sitios adonde predominan las costumbres latinas, se consolida cuando la cámara que muestra las primeras escenas de Signos baja de las alturas. La imagen de una ruta que serpentea entre tierras labradas cambia y muestra una procesión. Habitantes devotos arrastran sus rodillas sobre el áspero asfalto de ese camino con estandartes en honor a algún santo a quien así le pagan vaya uno a saber qué deudas. Está claro que donde van a suceder los hechos que contará la serie protagonizada por Julio Chávez está situado al sur del Río Grande. Aunque un conjunto de elementos pugnen por ocultarlo.
Signos presenta un abanico de recursos estéticos y situaciones que remiten a ficciones norteamericanas marcadamente reconocibles. Eso sí, el trabajo para mostrar rasgos que indican un tono y costumbres en los que se reconoce el sabor local está bien realizado. Esas marcas aparecen ligadas a situaciones donde se cuela el humor como factor atenuante ante la oscuridad y dureza de los hechos que muestra la trama de esta serie. Antonio Cruz (Chávez) es un médico respetado y querido en el pueblo. Pero guarda desde su infancia el rencor por la muerte de su madre, en la que al parecer estuvieron involucrados varios habitantes de San Rafael. La memoria de Antonio de aquellos hechos lo hizo trazar un plan de venganza truculento y cuya puesta en práctica estará rodeada de espectacularidad: su ejecución será el nudo de los restantes 15 episodios de esta propuesta de El Trece.
Inmerso en una corriente temática en boga para los productos de ficción -los antihéroes- en la que villanos hechos y derechos cumplen la función que estaba asignada a los héroes en narrativas anteriores a nuestros días, Signos presenta una propuesta capaz de despertar interés en el espectador. Con un buen nivel de realización, un elenco amplio con profesionales sobresalientes en la práctica de su oficio -Claudia Fontán, Alberto Ajaka, Leonor Manso, Luciano Cáceres, Roberto Carnaghi, Cristina Alberó, Héctor Bidonde y varios otros que despliegan una excelente composición de sus personajes desde el primer episodio- y con libros bien trabajados, el programa trae, en el ámbito local, buenas noticias a los amantes de las ficciones bien hechas y posee cualidades para una buena aceptación más allá de nuestras fronteras (el ciclo es una coproducción entre Pol-ka y TNT). El único peligro es que tanta referencia e imitación al estilo de producción norteamericano termine por resultar empalagoso, cuando no caricaturesco.
Razones para verla y para no...
Una razón para sentarse a verla: la excelente muestra de talento argentino que ofrece su elenco.
Un motivo para abandonarla (quizás): el abuso, sin necesidad, en el remedo de estilo y resolución de situaciones a series norteamericanas demasiado reconocibles y ya clásicas.
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