Las celebridades más famosas del mundo visitaban el ciclo que lograba récords de rating y fue el primero en estar ocho horas ininterrumpidas en el aire
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Lo hizo todo y más. Precursor y vanguardista, no tuvo límites a la hora de aportarle a la incipiente televisión entretenimiento y audacia con factura internacional. Nicolás Pipo Mancera convirtió a su programa Sábados Circulares en un ciclo que reflejaba su idiosincrasia curiosa y en un fenómeno de masas irrepetible en la televisión argentina.
Ante cada emisión, millones de personas quedaban hipnotizadas ante las propuestas de un espacio que podía mostrar a su conductor probándose en un desafío físico de alto riesgo y, minutos después, ofrecer un concierto exclusivo de Raphael o una entrevista a María Félix. Mancera no tenía límites y ese era uno de los imanes que lograba que su novedoso formato (vocablo desconocido en la época) lograse récords de audiencia con cifras que podían superar el 80 por ciento del encendido, tal como se medía el rating en la década del ´60. Precursor en los contenidos y en lo técnico, ya que fue el pionero en utilizar el chroma key y en poner en marcha las transmisiones vía satélite.
En Sábados Circulares debutó Sandro, un niño de Villa Fiorito llamado Diego Armando Maradona hizo jueguito con la pelota frente a cámaras, Palito Ortega y Evangelina Salazar se casaron ante la atenta mirada de Mancera y Sophia Loren desnudó sus más íntimos secretos respondiendo el cuestionario inquisidor del genial conductor. Si se era estrella, había que ir a lo de Mancera. Y si se buscaba triunfar en el mundo del espectáculo, había que rogar para seducir al animador y lograr los primeros y fundacionales cinco minutos de cámara. En Sábados Circulares pasaba todo, era de esos ciclos que marcaban agenda. Lo que bajo los faroles de sus estudios sucedía, se comentaba toda la semana.
El programa comenzaba con una animación donde se veía un ojo indiscreto, que no era otro que el de Mancera, y el nombre del programa abarcándolo circularmente. Un guiño era el símbolo más acabado de todo lo que sucedería en las siguientes ocho horas.
À la française
En 1958, Nicolás Mancera vio en Francia un show televisivo conducido por el actor Yves Montand. Aquel programa fue la inspiración para que el conductor ofreciese a los responsables de las señales argentinas su flamante creación, que superaba a lo que había visto tiempo atrás en Europa. En ese tiempo, solo emitían, en blanco y negro, los canales de televisión abierta 7, 9, 11 y 13. Finalmente, el 6 de enero de 1962 salió al aire, por Canal 9, la primera emisión de Sábados Circulares, inaugurando el formato de los programas ómnibus con una duración de cinco horas y media en el aire en vivo y en directo. Debido al éxito, con los años llegó a durar ocho horas.
Sábados Circulares fue un programa pionero que tuvo una competencia con menor repercusión: Sábados Continuados, conducido por Antonio Carrizo, que se emitía por Canal 9 cuando Mancera llevó su creación a Canal 13. En el tiempo, los programas ómnibus ocuparon los fines de semana siguiendo los pasos de Mancera. Así, Badía y Compañía, Sábados de la Bondad, Domingos para la Juventud, La feria de la alegría, Show Fantástico, Sábado de todos, Pinky y Fontana en persona y tantos más, formaron parte de la programación de los sábados y los domingos con suerte y calidad dispar. Acaso Juan Alberto Badía, con un tono diferente, fue el otro prócer de este tipo de espacios extra large.
“Siempre pensé que la gente que sale lo sábados a la noche se queda en su casa a la tarde. Para ellos no había nada en televisión”, justificó Mancera, tal como se señala en Estamos en el aire, el imprescindible volumen sobre la historia de la televisión rubricado por Pablo Sirvén, Silvia Itkin y Carlos Ulanovsky.
En 1964, Pipo Mancera firma un contrato millonario con Canal 13, manejado por el cubano Goar Mestre bajo la empresa Proartel (Producciones Argentinas de Televisión). En esta emisora es donde Sábados Circulares logró su pico de popularidad e injerencia en la sociedad. “El programa de Mancera”, “Los Circulares de Mancera”, “Los Circulares”, formas amorosas con la que los millones de seguidores mencionaban a esa cita impostergable de cada semana. “¿Qué trae Mancera el sábado?”. La respuesta siempre era sorprendente.
Único
Uno de los ingredientes esenciales del show eran los desafíos físicos, muchas veces protagonizados por el propio Mancera, y un novedoso segmento llamado“La cámara sorpresa”, que, muchos años después, reflotaría con éxito Marcelo Tinelli. Aquella idea fue inspirada en un formato similar internacional y la llevó a cabo con grabaciones en Buenos Aires, Nueva York y Madrid, ciudad en la que fue preso por “atentar contra la seriedad española”.
Mancera rápidamente se dio cuenta que algunas pruebas extremas, los escapismos y las curiosidades llamaban la atención. Así, podía recorrer las pestilentes cloacas de la ciudad o meterse en la jaula de un león. Una de sus “locuras” más recordadas, aún hoy genera admiración e intriga y, desde ya, Mancera jamás reveló cuál fue el mecanismo con el que la realizó. Con mucho show y mise-en-scène, que era lo que el público esperaba, Mancera se desnudó y, cubierto solo con un diminuto slip, fue encadenado y envuelto en una bolsa. Así estaba cuando fue introducido en un cofre, que también fue rodeado de cadenas y sus candados cerrados con llave. El baúl, finalmente, fue arrojado al río. Habían transcurrido solo dos minutos y cuarenta segundos cuando el animador apareció en la superficie luciendo un smoking y sacando copas de champagne de su bolsillo. El rating estalló ante el Houdini made in Argentina.
“Servicio de inmigrantes” fue otra de las secciones favoritas de la audiencia. En este espacio, el conductor establecía un contacto entre personas de España o Italia con sus familiares radicados en Argentina.
Los nacimientos de los hijos de las estrellas eran otro plato fuerte. Pinky y Raúl Lavié les mostraron a las cámaras de Mancera a Leonardo, el bebé recién nacido. Al igual que Lolita Torres, cuando nació la pequeña Mariana.
La fallida misión del Apolo Xlll fue otro de los acontecimientos que cubrió el programa, aunque a Mancera le generó un conflicto con Alejandro Romay, al dudar de una transmisión satelital que el Zar también había pautado para esa hora con un concierto en directo desde Nueva York.
Récord de audiencia
2 de marzo de 1967. Para muchos, la fecha no significa nada, pero para Ramón Ortega y Evangelina Salazar despierta el recuerdo de aquella boda en la que fundaron una de las familias más populares del ambiente artístico. Ese día tampoco pasó inadvertido para Mancera, quien logró los derechos para realizar la transmisión oficial del casamiento, tocando picos de más de 50 puntos de rating, dejando muy atrás a la competencia de Sábados continuados, que también ofreció algunas imágenes, pero menos privilegiadas, del casamiento del astro de la canción popular y la actriz de facciones cándidas.
A su estilo, la cobertura de Mancera arrancó desde muy temprano y abarcó todas las instancias preliminares, incluida la preparación de los novios. La entrevista a Palito Ortega fue el corolario a una jornada inolvidable que se convirtió en uno de los mojones más importantes en la historia de Sábados circulares.
Estelares
Con olfato, Pipo Mancera sabía muy bien qué le gustaba a su público y respondía a eso con una producción enorme. Por el set de Sábados Circulares desfilaron las figuras más populares del país y prestigiosas celebridades internacionales. Además, más de un cantante novato debutó en el escenario del programa, que servía de espaldarazo para alcanzar un primer eslabón de fama. Tal era el renombre de las estrellas que visitaban el ciclo, que muchos canales de Latinoamérica repetían la transmisión.
“Hoy debuta en Sábados Circulares, el futuro gran astro, dentro de muy poco tiempo”. Con la certeza, que no era fruto de la intuición, sino del profundo conocimiento del medio y la dinámica del público, el conductor presentó a un ignoto cantante junto a su banda: “Señoras y señores, Sandro y los de Fuego”. No se equivocó. Al culminar la actuación en “los circulares”, Roberto Sánchez comenzaba a transitar una carrera privilegiada.
Aníbal Troilo, Anita Ekberg, Nat King Cole, Atahualpa Yupanqui, Simone Signoret, Marcello Mastroianni, Joan Manuel Serrat, Ringo Bonavena, Niní Marshall, Mina, Sean Connery, Alain Delón… Para Mancera no había imposibles. En 1969, realizó una de las primeras transmisiones vía satélite, cubriendo una edición del Festival de Venecia. “Fuerte ese aplauso”, arengaba al público que se acercaba para presenciar el programa. Ese latiguillo era el prólogo a un nuevo momento de su show.
El final
Cuando Goar Mestre se desprendió de su canal en 1973, Mancera no pudo emular el acuerdo comercial que tenía con el cubano, razón por la cual decidió marcharse de la emisora que había cobijado el mejor momento de su programa. Lo que siguió fue un derrotero en Canal 11 con el sabatino El programa de Mancera y, posteriormente, con Domingos Circulares de Mancera, que iba de 22 a 24. En 1974 recibió algunas amenazas, razón por la cual decide afincarse en Francia, donde encuentra todo el apoyo de su amigo Charles Aznavour, a quien había llevado a los Circulares.
En 1978 regresó al país para hacer Al estilo de Mancera y Videoshow, de manera muy fugaz. Cuando Héctor Ricardo García regresó a la televisión, le ofreció un espacio en TeveDos, pero no se llegó a concretar. Finalmente, en el 2007, le dio un lugar en Crónica TV para revivir los mejores momentos de su trayectoria televisiva.
José Nicolás Pipo Mancera falleció el 29 de agosto de 2011. Tenía 80 años y dos matrimonios duraderos, el último con la bailarina Esther Ferrando. Locutor, redactor gráfico, animador, productor. Hizo mucho y lo hizo bien. Fue sincero con su público. Trabajó con ética y profesionalismo. Pero, sobre todo, puso al servicio de su programa su sagacidad como periodista para encontrar el tesoro oculto, lo diferente, la entrevista más buscada y darle lugar a las grades estrellas y los aspirantes a serlo.
Reflexionando sobre la originalidad, alguna vez le dijo a Nicolás Repetto en su programa Fax: “Sinceramente pienso que, si yo tuviera que hacer ahora de nuevo eso, no lo haría, porque me daría vergüenza a mí mismo hacer una cosa que hice hace treinta años”. Aún hoy, aquellas ideas volcadas en Sábados Circulares resuenan novedosas y mucho de su estilo sigue siendo imitado. Aunque, desde ya, las copias nunca reflejan la valía del original.
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