Rodrigo Santoro: “Siento la presión de hacer un nuevo Game of Thrones”
Con el raro privilegio de ser un nombre muy demandado en Hollywood para una variedad de papeles que excede largamente los roles latinos, Rodrigo Santoro brilla en la segunda temporada de Westworld , la compleja y enigmática serie de HBO que tiene el difícil rol de reemplazar a Game of Thrones en su año sabático. El intérprete reconoce que las expectativas son altas pero confía en su ficción: "Los fenómenos no se explican, pero Westworld es puro potencial".
El actor se sentó a dialogar con LA NACION en el marco de su visita a la edición local de Comic Con y dialogó sobre las comparaciones con la serie inspirada en los libros de George R.R. Martin, cómo es trabajar en la era de los spoilers y qué obra de teatro argentina conquistó su corazón.
—Westworld está creciendo en audiencia en un año en el que HBO no cuenta con Game of Thrones, que es uno de los mayores éxitos de su historia, ¿cómo es trabajar para un espacio que tiene un antecedente tan importante?
—Sin dudas todos los que hacemos la serie sentimos la presión por hacer un nuevo Game of Thrones. Y es una presión que viene de todos lados: no sólo por la comparación, sino porque tiene un elenco de grandes actores, es una super producción y tiene mucho potencia. Pero lo que ocurre con Game of Thrones es un verdadero fenómeno y los fenómenos no se pueden explicar. De hecho, recién en su tercera temporada comenzó a volverse el suceso increíble y mundial que es hoy. Es algo que me pasó con Lost, cuando hacía entrevistas por 300, los periodistas sólo me hablaban de Lost. Ahí entendí el peso que tenía esa serie en la audiencia.
Westworld es puro potencial y lo cierto es que va creciendo día a día. Ojalá llegue a ser un éxito rotundo a lo largo de los años y vamos en ese camino y muy felices con las repercusiones...
—¿Y cómo es trabajar con una trama con tanto misterio en la era de los spoilers?
—Es toda una ingeniería y un esfuerzo. Hay un cuidado grandísimo con los guiones, por ejemplo, que nos son entregados poco tiempo antes de rodar. Y somos instruidos en la importancia de no revelar secretos, en cuán central es para nuestra audiencia que pueda descubrir la historia que queremos contar del modo en que Jonathan Nolan y Lisa Joy lo pensaron. Si un espectador supiera toda la historia... ¿cuál es la gracia? Westworld es un rompecabezas que hay que ir armando de a poco y en el que vamos descubriendo piezas.
La serie tiene muchas líneas de tiempo e incluso nosotros como actores vamos descubriendo y sorprendiéndonos día a día... Es un incluso un reto ahora dando notas o cuando me toca hablar con la prensa.
—Entiendo el sigilo en la trama para los espectadores, pero vos necesitás componer un personaje, ¿qué sabías de la historia de Héctor al empezar a filmar?
—¡No sabía nada! Me fui sorprendiendo con lo que iba pasando porque el reto era que yo no tenía una "back story", un pasado al cual referirme, sobre todo en la primera temporada. Pero como en la trama soy un "host", tiene sentido, soy un robot programado para una función. En este nuevo año Héctor empieza a sentir cosas, a recordar su pasado... luego de todo lo que pasó en el quinto episodio de la serie, ya nada va a poder ser igual.
—Con tu experiencia en Hollywood y en el universo de las series estadounidenses, ¿sentís que estás catalogado como un actor latino o que simplemente te ven como un actor?
—Más allá de cómo me vean, me importa cómo me veo yo. Desde hace 42 años me levanto y veo en el espejo a Rodrigo. Soy lo que soy, un actor, un profesional que ayuda a construir personajes para contar historias y mostrar los conflictos humanos. Las etiquetas te las pone el mundo exterior. Creo que en Hollywood estamos viviendo una revolución con películas como La Pantera Negra o movimientos como el #MeToo, en donde lo que estaba en los márgenes aparece en el centro. De hecho, no me sorprendería que la próxima gran revolución sea la de los latinos. Y lo celebraría mucho. Vivimos en un mundo globalizado, en donde una serie se estrena al mismo tiempo en todos lados y me permite visitar Buenos Aires. Entonces ¿cómo no van a estar representadas todas las personas?
La segunda película que hice fue Love Actually y el personaje que me dieron era Carl, que estaba escrito para que lo haga un inglés, pero le acercaron mi nombre al director y decidió que era lo que estaba buscando. No lo rebautizaron "Pablo" ni "Juan", sino que siguió siendo tal como estaba en el guion.
—Me contaron que ni bien llegaste a Buenos Aires saliste del aeropuerto a ver teatro...
—¡Sí! Tuve una velada hermosa y única. Quería ver a mi amiga argentina Maricel Álvarez, quien está en el Teatro Nacional Cervantes haciendo Tiestes y Atreo. Es una cosa maravillosa, por favor, no quiero dejar de recomendarla, la dirige Emilio García Wehbi. Conocí a Maricel rodando Un traductor, una película bellísima que se estrenó en Sundance y que pronto estará en todo el mundo. Interpreto a un traductor cubano que debe ser el intermediario entre los padres de niños víctimas de Chernobyl que llegan a buscar tratamiento en la isla. Volviendo al teatro, si tuviese que decirle algo a los argentinos sería... ¡no dejen de ver esa obra!
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