Roberto Moldavsky debutó como conductor: los más y los menos de 1D2, un formato del que el humorista puede sacar buen rédito
Aunque no ofrece nada demasiado sorprendente, el programa de eltrece puede convertirse en un ameno pasatiempo y hacer diferencia si el monologuista apela a la empatía con los jugadores, sus historias de vida y el humor
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Un flamante programa de juegos donde la participación de los jugadores en el set buscará el rápido “efecto espejo”, inclusivo y no excluyente, para que los televidentes puedan apelar a su iniciativa y desarrollar su propio divertimento mientras miran el programa. En definitiva, uno de los basamentos de toda creación de este tipo. Esta vez, además, el formato permite que un artista apueste por el rol de la conducción, aportando sus “saberes específicos” a esa tarea, así como sucedió en las últimas temporadas, por sólo citar un ejemplo, con Darío Barassi al frente de 100 argentinos dicen y ¡Ahora caigo!, ambos emitidos por eltrece.
Ahora, en el mismo canal, el nuevo ciclo es 1D2 (léase “una de dos”) y el responsable de llevarlo a cabo es Roberto Moldavsky. El espacio, que debutó esta tarde en la franja de las 14.45 (comenzó un minuto antes, luego de la emisión de Mediodía Noticias), apela a un punto de partida básico, tal como sostuvo el conductor en el arranque, “la vida es un eterno dilema”.
Con producción de BoxFish, la compañía responsable de programas como MasterChef -donde participó Moldavsky como concursante- 1D2 apuesta al planteo de preguntas sobre temas de interés cotidiano, alejados del rubro “cultura general”, y acertijos basados siempre en la posibilidad de dilucidar entre dos opciones para responder.
Si para muestra basta un botón, aquí va uno: “¿Por dónde tiene que salir la punta del papel higiénico?”. Nadie queda afuera de la disyuntiva, pero está claro que podría haber otras un poco más elaboradas. “¿Cuándo se lavan los platos?”, fue otro de los planteos. Elemental, pero con cierta simpatía.
Vestido de manera sport, pero elegante, con un saco, remera y zapatillas, Moldavsky reconoció desde el vamos que estamos construidos desde la lógica del dilema y citó el consabido, aunque quizás arcaico, planteo que suele hacerse a los niños: “¿A quién querés más?”.
La hora de los juegos
El juego se inicia con dieciocho concursantes ubicados en un panel que es protagonista permanente de la escenografía. A medida que el juego avanza, y a través de cinco rondas, se producen las eliminaciones, pero quienes pierden no son destronados, sino que pasan a integrar una tribuna que será decisiva a la hora de definir al ganador de cada día.
El “Una de dos” es el primer desafío. Allí aparecen preguntas como “¿qué dura más, Titanic o Avatar?”, “¿qué dura más, un partido de rugby o de fútbol?”; luego es el turno de “¿quién es más joven, Guillermo Francella u Oscar Martínez?” y más tarde se trata de jugar con el verdadero nombre de las celebridades, apelando a dos posibilidades en el marco del juego llamado “Datazo”.
En semifinales, cuatro concursantes se enfrentan en “La clave”, donde se debe encontrar la relación entre dos imágenes y una palabra. Finalmente, los dos participantes que quedan en competencia compiten en “El duelo final”, donde deben responder cinco preguntas, quien primero lo hace correctamente gana y quien responde mal le suma puntos al contrincante.
Finalmente, en “Ronda de dilemas”, el finalista se enfrenta a planteos cotidianos con dos opciones posibles cada uno. Allí entra en acción un dispositivo con bolas que esconden dinero y la opinión de la tribuna, ya que si el concursante coincide con la opinión de las mayorías puede continuar su derrotero hasta lograr ganar. El premio mayor anunciado es de un millón de pesos.
En 1D2 se percibe algo de lo naíf del histórico Seis para triunfar de Héctor Larrea o de Atrévase a soñar, el programa de juegos que hacía Berugo Carámbula. No está mal recuperar ese tono. Acaso esa sea una de las claves del ciclo y de la elección de su conductor.
El programa y Roberto Moldavsky resultan cercanos, familiares. La propuesta es apta para todo público, acorde al horario vespertino, con temáticas cercanas y no estridentes.
Si el formato es definido en la lógica del game show, lo cierto es que lo segundo llegará con el correr de las emisiones, con Moldavsky mucho más afianzado y sacando partido de su impronta. El conductor, en tanto actor y humorista, acostumbrado al manejo del público, tiene mucha tela para cortar. De hecho, en la primera edición no se privó de adentrarse en la intimidad de los jugadores y, por ejemplo, interiorizarse sobre sus actividades o hacer chanzas con las rastas que lucía en su cabello uno de los integrantes de la tribuna. A diferencia de lo que sucede con otros animadores del género, Moldasvsky no apela a la burla ni se para “más allá del bien y del mal” o con un tono sobrador. Es uno más y saca partido de eso. Y, algo que es clave, no explota su estelaridad teatral -donde es un exitoso indiscutido- sino que sabe que debe ganarse el consabido “derecho de piso”.
Quizás 1D2 sea el primer paso del cómico y monologuista hasta llegar, si lo desea, a un propio big show o a un late night show. Por ahora, es cuestión de afianzarse, familiarizarse y encontrar un tono propio, una voz identitaria. Para eso, aún falta.
En materia de rating, 1D2 quedó segundo, detrás del instalado Cortá por Lozano (Telefe), pero por sobre DDM (América), Todas las tardes (elnueve) y Cocineras y cocineros argentinos (TV Pública). En un tramo del programa, cuando 1D2 marcaba 4,6 puntos, el magazine de Vero Lozano hacía 8,7 puntos. En ese mismo momento, el programa de actualidad de Mariana Fabbiani llegaba a 3 puntos, por encima del 1,8 que cosechaba Karin Cohen y el 1 punto del espacio gastronómico del canal estatal.
A pesar de lo rimbombante del anuncio del premio mayor que se anticipó en 1D2, en el debut, el ganador se fue a su casa solo con dos paltas en sus manos, porque a pesar que los dilemas de este programa son básicos, tampoco es cuestión de andar regalando el dinero. Ya lo dijo alguien por allí, “no hay plata”.
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