El conductor de ViajeChef recuerda el último encuentro con su padre, minutos antes de morir
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Roberto Funes Ugarte se construyó a sí mismo y hasta hizo del diminutivo de su nombre una marca. Solo basta con decir “Robertito” para que se sepa que se habla de él. Mendocino, de 46 años, un personaje excéntrico que hoy tiene a su cargo transportar a los participantes eliminados de MasterChef Celebrity desde la Gala de Eliminación, realizada en los estudios de Telefe en Martínez hasta su domicilio. Un traveling urbano de domingo a la medianoche, bautizado como ViajeChef, que es excusa para desandar la biografía de los famosos que perdieron la batalla frente a las sartenes y el jurado.
“Me interesa encontrar otros aspectos de los entrevistados, sacarles el casete que tienen puesto y que puedan contar sus historias menos conocidas”, explica Funes Ugarte a LA NACION, ya instalado en su coqueta casa de Vicente López, luego de la grabación de Quién sabe + de Argentina, formato que conduce, de lunes a viernes a las 21, por la TV Pública. Como si no fuera suficiente, el periodista presenta, junto con María Belén Aramburu, el espacio informativo de los domingos por la tarde en C5N, señal en la que trabaja desde hace 12 años y cuya antigüedad lo convierte en una de las caras históricas y referenciales del canal.
-Sos el único profesional del medio que trabaja en tres canales simultáneamente.
-La exclusividad no existe más, o si existe, se paga. Pero, hoy por hoy, con la situación tan difícil que atraviesa nuestro país, aprendí que hay que diversificar el trabajo en la medida que se pueda. Me he dado cuenta que no hay que casarse con nadie.
A bordo
ViajeChef lo encuentra, nuevamente, a Roberto Funes Ugarte al frente de un vehículo público de pasajeros. No es la primera vez que vuelca su destreza como interrogador sobre cuatro ruedas. El nuevo formato es un desprendimiento de TaxiFe, un segmento de Telefe Noticias donde el periodista transportaba a personajes anónimos con historias interesantes para ser difundidas. Así, Robertito condujo a una vacunadora rumbo a cumplir con su tarea como a un joven folklorista que acababa de editar su primer disco. Ahora, el desafío es contener a los famosos que fracasaron en la competencia gastronómica y bucear en sus costados más íntimos.
“Algunos llegan angustiados, otros muy emocionados. A ninguno le resulta indiferente el paso por el programa más visto de la televisión. No todos reaccionan igual ante la eliminación, así que hay un trabajo de contención y de diálogo muy diferente con cada uno”, explica el periodista, que desarrolló durante varios años su tarea en México y España en medios como Televisa, Telemundo y Much Music. Sus orígenes en la prensa gráfica le permitieron transitar las redacciones de Elle y Vogue España, entre otros medios.
En 2019, el periodista llegó a Telefe para llevar adelante Contratado por un día, un segmento de Telefe Noticias donde se aventuraba a desarrollar las profesiones más sacrificadas que hacen la vida en sociedad más sencilla. Se trató de ponerse en lugar de esos trabajadores que, muchas veces, pasan inadvertidos y cuya función es esencial en las grandes urbes. “Cuando camino por la calle y, por ejemplo, veo a los recolectores de basura, ahora entiendo el laburo tan duro que realizan”.
-¿Qué experiencias fueron las que más te movilizaron?
-La gente que se mete en las profundidades de la ciudad de Buenos Aires a limpiar los desagües fluviales, hacen un esfuerzo tremendo. Lo que hacen los seberos, quienes juntan las sobras de la carne, me impactó, ni siquiera sabía que existían. Otra experiencia fuerte fue cuando tuve que limpiar vidrios en altura. Uno va por la calle y no se da cuenta de las personas que hacen esos sacrificios, por eso el gran capital que me dejó hacer los informes es la valoración que ahora puedo hacer de todos esos oficios y de sus trabajadores.
-Trabajos tan desfavorecidos que no se sostienen en lo vocacional.
-Para nada, allí no hay vocación sino necesidad.
-¿Qué fue lo más duro que te tocó hacer?
-Meterme al Riachuelo a limpiar todo lo que encontré.
-¿Qué encontraste?
-Desde autos hasta caballos muertos y cabezas de cerdos.
La verdadera historia
Hasta los 17 años vivió en la ciudad de Mendoza, con la referencia de una madre muy presente y los abuelos que suplieron algunas falencias afectivas. “Allí están mis mejores recuerdos”, dice con cierta emoción que va apareciendo al recordar aquellos tiempos de construcción de identidad.
-¿Qué significan para vos los barrios Bombal y San Ignacio?
-Aparece, inmediatamente, la imagen de mi madre y la de mi abuela. En Bombal estaba la casa de mi abuela en la que me crié, es un recuerdo agridulce porque fue demolida, no existe más. En San Ignacio vivía mi mamá, así que me hace recordar todo su sacrificio y mi infancia.
-Infancia que compartiste con tu madre y dos hermanos, sin la presencia de la figura paterna.
-Mi papá se fue cuando yo tenía ocho años, me lo volví a encontrar a los veinte, de grande. Desde los ocho hasta los veinticuatro, no lo vi más.
-¿Quién generó el encuentro?
-Fue provocado porque él se estaba muriendo. Cuando volví de México, donde había estado viviendo, me avisaron que estaba mal. Viajé a Córdoba y me encontré con una persona que postrada en una cama de hospital. Era él.
-Una imagen muy diferente a la que tendrías en tus retinas.
-Tenía el recuerdo de mi padre detenido en mis ocho años, cuando lo vi en su lecho de muerte era otra cosa. Murió ahí mismo.
-¿Te reconoció?
-No, ya estaba en coma.
-¿Cómo recordás esa situación?
-Entré solo a verlo, le hablé. Me sirvió, es como que uno perdona todas las cosas feas, las ausencias. Mi mamá hizo un trabajo tan bueno que no se sintió la no presencia de mi viejo.
-Entraste y le hablaste.
-Sí, y a los cinco minutos se murió.
-¿A los cinco minutos?
-Sí.
-Te estaba esperando.
-Es lo que me dice todo el mundo, yo creo que él soltó. Estoy convencido que me estaba esperando para una despedida, estuvo muy bien. Es bueno soltar.
-¿Quedaron heridas?
-Hay un vacío, lo hubo y estará siempre. Esa ausencia de no tener padre me acompañará toda la vida, pero lo voy manejando.
C5N
“Se habló mucho sobre mi salida del canal, pero poco de los que se dijo se ajustó a la realidad”, se adelanta a aclarar, buscando no sumar confusión a las mil y una versiones que se tejieron sobre su supuesto alejamiento de la emisora de noticias.
-¿Te fuiste o no te fuiste?
-Sólo dejé Sobredosis de TV, programa en el que estuve durante cuatro años.
-El programa es uno de los títulos insignia de C5N, ¿por qué lo dejaste? ¿Qué pasó?
-En los dos últimos años sentí que el programa había cambiado de dirección.
-Puntualmente, ¿en qué lo percibías?
-Se fueron sacando los espacios de humor y, en consecuencia, ya no sentía tanas ganas de hacerlo. Cumplí un ciclo.
-Hoy el formato está más vinculado a la crítica política.
-Cuando comenzó, también tenía algo de eso, pero, además, había humor. De hecho, yo no me metía en las cuestiones políticas.
-Entonces…
-Lo más sensato fue decir “hasta luego”.
-¿Cuál es tu estatus hoy dentro del canal?
-Estoy en otros espacios. Los domingos hacemos un programa con María Belén Aramburu y mi ilusión es poder conducir un noticiero diario. Me encantaría hacerlo en C5N o en otra señal.
-Sos una de las caras que más representan a la señal.
-Llevo 12 años en el canal. Me inicié en la calle, fui columnista y, luego, conductor. Hice de todo y siempre muy feliz. Además de conducir un noticiero diario, tengo ganas de hacer, y lo estamos pensando muy en concreto, un formato en torno a personajes freak.
-¿Qué es lo más freak que define a Roberto Funes Ugarte?
-¿Lo más freaky? Siento que soy un personaje excéntrico. Eso es lo que quiero mostrar en un programa.
-¿Qué?
-A la gente no tan común, la menos convencional. Con esos personajes quiero armar un concurso, una vez por semana, a la noche.
-Te definís como un personaje excéntrico. ¿Qué es eso no convencional que te lleva a caratularte así?
-Estar en mi casa, todo el día, en kimono y en yucata. A trabajar voy en bicicleta eléctrica y vestido con saco y corbata.
-Eso último hoy no es tan excéntrico. ¿Por qué el kimono?
-Viajé a Japón hace unos años y me lo compré. Me resulta cómodo estar con ese atuendo. Mi casa es un micromundo, tiene muchos ambientes y objetos, y recorro todo eso con mi kimono puesto.
Marca
Así como hizo del “Robertito” todo un concepto de empatía con el público, lo cierto es que su carrera en los medios la construyó con no poco esfuerzo y siendo fiel a su deseo, a esas ganas de hacer lo que le gusta, de canalizar su vocación y aplicar todo aquello que había estudiado en la Universidad Católica Argentina no bien puso en pie en Buenos Aires, dos décadas atrás. Su capacidad de trabajo y desparpajo lo llevaron a convertirse en uno de los comunicadores preferidos de Cristina Fernández de Kirchner.
Excéntrico y siempre enfundado con outfit de aires muy parisinos, no se le cayeron los anillos cuando tuvo que pedir trabajo. Así lo hizo, más de una vez, cuando se encontraba ocasionalmente con Diego Guebel, responsable de BoxFish, la productora que lleva adelante el programa que Funes Ugarte hoy conduce en la TV Pública, y de tanques como MasterChef Celebrity: “Le pedí trabajo a Guebel todos los veranos, cada vez que me lo cruzaba en Punta del Este. Este año se dio, primero me ofreció ir a MasterChef Celebrity, pero no quise”.
-¿Por qué?
-No es lo mío, le dije que si era para conducir aceptaba, cocinar no. No me gusta cocinar, me gusta recibir a la gente con buenas mesas.
-¿Cómo apareció la posibilidad de conducir ¿Quién sabe + de Argentina? en el canal estatal?
-Cuando no acepté ir MasterChef Celebrity, Guebel me dijo: “Tengo algo que te va a gustar”. Me prepararon durante cuatro meses para hacer este programa, que se convirtió en el más visto de la TV Pública.
-Apelás a tu impronta para transitar la estructura del ciclo.
-Es un formato nuevo para mí. Cuando venís de un periodismo de calle, como es mi caso, eso te posibilita saberte relacionar con todo tipo de gente.
-Es muy complejo construir una identidad en el medio. Vos lo lograste, se dice Robertito y se sabe de quien se habla.
-No es un personaje creado, así soy yo. La gente me conoció tal cual soy, solo que con un micrófono en la mano. El 90% es la esencia y el resto se construye, con errores y con aciertos.
Así como lo hizo con el productor Diego Guebel, su llegada a Telefe también fue a pura convicción y perseverancia: “Hace tres años fui a buscar trabajo a Telefe. No me llamaron y me dijeron que era divino y estaban desesperados por tenerme. Yo fui en busca de un lugar y me lo dieron Darío Turovelzky, máxima autoridad del canal, y Roberto Mayo, el gerente de noticias. Primero ingresé a Telefe Noticias donde comencé con Contratado por un día, cuando se declaró la pandemia se suspendió ese espacio y apareció un segmento donde hablaba con recuperados de Covid. Y, finalmente, apareció TaxiFe, una gran idea de la Gerencia de Noticias. A Telefe le gusta el ida y vuelta que tengo con todo tipo de gente, por eso surgió la idea de hacer las entrevistas en un taxi”.
-Fue un éxito dentro del noticiero.
-El segmento funcionó muy bien.
-¿Cómo llegás a C5N?
-Cuando el canal era de Daniel Hadad, le escribí a él directamente y me tomó. Al trabajo siempre lo he ido a buscar.
-Eso habla de un hombre seguro de sus capacidades.
-Lo que hoy veo en los medios es que los cronistas que empiezan en la calle, a los dos meses están conduciendo y no se saben ni parar en un estudio. A mí me costó muchos años conducir un programa de televisión. Trabajé como periodista gráfico y en televisión empecé en el móvil, luego fui columnista y recién después me llegó la conducción. Hoy hay gente en la televisión que no sabe hablar ni enfrentar una cámara, pero conducen.
Solitario, pasa gran parte de su tiempo refugiado en su coqueta casa cercana a la ribera del Río de la Plata. Su círculo social es escueto y refinado. Amigo de Patricia della Giovampaola y de la gran artista plástica Mercedes Lasarte, elegida por la colección Carmen Thyssen Bornemisza, Funes Ugarte disfruta de las mesas extendidas y de la conversación pausada: “Son inteligentes, cultas, aprendo mucho con ellas”.
Cuando no recibe visitas, se encarga del cuidado de sus cinco perros, de organizar su jardín, de andar en bicicleta y de disfrutar del buen cine: “No hay mejor plan que estar en mi casa, tirado en la cama, viendo televisión con una pizza y una copa de vino”, concluye el periodista, quien, por estas horas, enfoca sus intereses cinéfilos en una recreación de la vida de Calígula, todo un detalle que hace a esa simbiosis del hombre campechano que comulga con la gente de a pie y el sibarita exquisito. En todos los casos, Robertito, una marca registrada.
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