Revanchas y mentiras de novela
"La madrastra" , telenovela producida por Televisa. Libro: Liliana Abud, sobre la obra original de Arturo Moya Grau. Adaptación: Julián Aguilar y Mauricio Aridjis. Producción ejecutiva: Salvador Mejía Alejandre. Con Victoria Ruffo, César Evora, Eduardo Capetillo, Ana Layevska, Jacqueline Andere, Martha Julia y elenco. De lunes a viernes, a las 14, por Canal 13.
Fiel exponente de las más rancias tradiciones de la telenovela mexicana, "La madrastra" adapta una historia de Arturo Moya Grau que ya dio lugar a varias novelas ("La madrastra", "Vivir un poco", "Para toda la vida") centrada tanto en la venganza de su heroína, María (Victoria Ruffo), que desde hace veinte años suspira en prisión por los hijos y el marido que ha perdido, como en la identidad del verdadero asesino de su amiga Patricia, el crimen por el que la han condenado -equivocadamente, claro- a cadena perpetua.
Durante estas dos décadas, su marido, Esteban (César Evora) no sólo se divorció de ella, sino que permitió que a sus hijos se les dijera que había muerto, un destino más digno que cargar con la noticia según su tía Alba (Jacqueline Andere), tan pérfida como para hacer celebrar todos los años una misa de difuntos en su honor o hacer de cancerbero frente a todas las mujeres que, desde entonces, han tratado de congraciarse con Esteban para quedarse con su fortuna.
De cómo María recuperará su amor, sus hijos y su status (y vengará esos veinte años perdidos entre rejas, creando platería) es, precisamente, de lo que trata esta novela, en la que los obstáculos para lograrlo se cuentan por centenares y los villanos empeñados en impedirlo, por decenas, en una trama en la que se han incluido cada uno de los clichés de la novela clásica con una exhaustividad sólo superada por la poca inspiración exhibida al ejecutarlos.
El problema aquí no es necesariamente la historia -en la que, por otra parte, se notan profusamente los cambios sociales que se han dado en los veinte años que han pasado desde su primera versión- que por momentos logra pasajes de interés y sugiere su verdadero potencial dramático al mezclar el melodrama con una historia de suspenso deudora de los misterios de Agatha Christie (como ocurre en ellos, el verdadero asesino sólo puede ser un familiar o un amigo cercano).
Lo que hace que "La madrastra" no capte el interés de un público ávido de un buen romance es que sus personajes nunca logran ir más allá de su función en la trama: su falta de rasgos distintivos hace difícil preocuparse por sus destinos, marcados -por otra parte- por diálogos remanidos y una puesta en escena reñida con la verosimilitud más elemental, que abusa de primeros planos expresivos, musicalización dramática, soliloquios informativos y todos aquellos recursos que, entre exageradas comillas, intentan suplir la ausencia de emoción en una historia de amor que por ahora sólo ha sabido contar y no mostrar.