La exmodelo, que actualmente es una “angelita” en LAM, se sentó a conversar con LA NACION y abrió su corazón sobre las dolorosas vivencias que tuvo y por qué necesito estar un buen tiempo fuera de la pantalla
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Estaba alejada del medio. Dolida por las constantes críticas a su cuerpo, Raquel Mancini un día dijo basta y dejó la tele y los medios. Se recluyó junto a sus padres y sus hermanos. Tuvo algunos amores, pero sin mucha suerte. Emprendió un negocio con un amigo y se dedicó a eso. Sistemáticamente, rechazó todas las notas que le proponían: tenía miedo de que la traicionaran.
A los 59 años, decidió volver. Desde hace dos semanas es una “angelita” junto a Ángel de Brito en LAM. Tiene ganas de revancha y eligió ese programa para desquitarse.
-¿Cómo fue la convocatoria a LAM? ¿Por qué decidiste aceptar después de tanto tiempo sin estar en los medios?
-Te cuento la verdad. Yo estaba esperando a mi mamá en un bar, en una esquina y de repente veo caminando a mi papá, que murió hace tres años. Lo veo con una camisa escocesa, mangas cortas, los anteojitos, la libretita Morgan que se usaban antes y con la pasta de los domingos, riéndose y sonriéndome. Me decía “gordita”, como que me estaba hablando. Yo me quedé flasheada mirando y en la esquina desapareció. Esa noche veo LAM y cuentan que Nazarena se iba, por el tema del teatro y dije: “Ese es mi lugar”. Al otro día le escribí a Ángel, le dije “quiero ser angelita”. “¿En serio”, me respondió. “¿Y te quedarías enero y febrero?”. “Ni hablar”.
-Claro, te perdías de ir a Punta del Este...
-Sí, pero no es de concheta, desde que nací voy a Punta del Este a pasar las fiestas. Mis abuelos ya iban. Pero yo dije “no me importa el Año Nuevo, ni la Navidad, agarré a mi familia, les pedí, me re entendieron y me bancaron. Íbamos a ir todos, de hecho mi sobrina Cami, que es la hija que yo no tengo, está en Punta del Este. Pero nosotros suspendimos todo y dije: “ese es mi lugar”. Como que me había mandado una señal mi papá. LAM es el programa que yo veo, que me gusta, que decía “ahí quiero estar”.
-Dijiste que ibas por tu revancha.
-Sí, porque si tengo que decir todo el bullying que me hicieron todo el garrón que yo me comí, lo quiero hacer ahí. Si vas a archivos, es impresionante. No me hago la víctima. Ya fue, ya pasó, hoy estamos en otra época, pero el dolor sigue estando. Ver a mi mamá llorando y que a mi sobrinita la cargaran... para mí era durísimo. Entonces al día siguiente de que hablé con Ángel me hicieron la propuesta formal y así fue.
-¿En qué te afectó todo esto que decís del bullying y de las cosas que decían de vos?
-Me afectó más que nada en la parte del sentimiento, no en la parte física.
-¿En la autoestima no?
-No. Yo iba mucha terapia pero me dolía mucho. Sufría, lloraba, la pasaba mal. ¿Viste cuando te peleás con un novio que amás y la pasás pésimo? Bueno, yo lo comparo con ese dolor.
-¿Nunca te defendiste?
-Es que yo, por ejemplo, a Intrusos, hablaba con Rial. Le decía, “ok, Jorge, voy, pero te pido por favor que me dejes hablar, que me des pie a decir lo que siento...” Sí, sí, sí, quedate tranquila. Llegaba, obvio me preguntaban de lo que tenían ganas de decir y todo lo demás era lo que les convenía para vender. Después me veía en todos los programas, editado, todo lo relacionado con la cirugía. ¿Qué cirugías? Me hice una lipo a los 18 años, me mandé un cagadón, pero no me operé con Lotocki, me hice las lolas y después me hice una reducción.
-El tema eran los labios.
-Está bien, me había puesto un poquito de colágeno en los labios, pero nadie sabe lo que me pasó.
-¿Qué te pasó?
-Yo tenía brackets y el día que me puse colágeno, llego a mi casa en Quilmes y estaba mi novio, el “monstruo” Mascardi. Se puso celoso, no sé qué pasó y me dio una piña en la boca. Se me desfiguró todo el colágeno para todos lados. Pero hoy, esos labios que yo tengo, lo tienen varias y hoy no se habla. Pero yo tengo adentro la angustia, hablo y se me cierra el pecho.
-Y un día mandaste a todos al diablo.
-Sí, después de que me quebré en el Patinando..., estuve un año viviendo con mis padres porque no podía caminar, me llamaron de una radio de Pinamar y me enamoré de la radio. Yo estaba feliz porque estaba fuera del medio y sentía que me podía comunicar con la gente a través de la voz.
-¿Hacía mucho que no eras feliz en los medios?
-Sí, hacía mucho.
-¿Fuiste feliz en algún momento?
-Millones de veces. Cuando hacía fotos, cuando hacía publicidades. Vivía viajando y a mí hacer fotos en el mar, en Punta del Este, me encantaba. Y trabajé con la gente que quería trabajar.
-Fuiste un ícono de belleza, ¿te obsesionaste alguna vez con eso? Dijiste: “Me mandé un cagadón a los 18″.
-Sí, porque me operé y estuve en coma. Había acompañado a una amiga que se iba a sacar lolas porque tenía mucho busto. Y bueno, pincita de acá, pincita de allá... La cirujana era Cristina Zeiter. Y yo me había comprado en Miami un vestido tipo jumper al que le había hecho unas pincitas para que tenga un poquito de forma. Y tanto que escuchaba “pinza” que le decía a mi amiga la doctora, que le dije “no me podés hacer unas pincitas en la cintura como me hizo la costurera y me dijo “sí, yo te lo hago, es una pavada”.
-¿Por qué quedaste en coma?
-Por un exceso de anestesia. Entré al consultorio a las 9 de la mañana y las 6 de la tarde, mi papá, mi hermano y mi pareja empezaron a preguntar “dónde está Raquel, qué pasa con Raquel, no se está despertando...” Agarraron el teléfono, llamaron a mi médico clínico, fue urgente, me sacaron en ambulancia, en un ascensor. Entonces siempre me relacionan con eso, pero yo nunca tuve problema de peso. Siempre hice gimnasia, siempre hice hockey, tenis, paddle. Es más lo que me armaron de las cirugías que lo que pasó. Claro en ese momento, a los 18 años míos, decían “esta es una loca. Y soy consciente de que fue una locura, pero bueno me la mandé, lo asumí, lo dije y pedí perdón. Sobre todo a mi familia, porque abrí los ojos y lo tenía a mi papá que me decía “gorda, qué verdes tenés los ojos”. Y yo “pá, quiero hacer pis”. Ni me daba cuenta de que tenía una sonda. Ni sabía dónde estaba.
-¿Después nunca más te hiciste una cirugía?
-No. Sólo me puse lolas y después me las saqué porque no me sentía cómoda. En los 80 y los 90 se usaban más grandes y después empezaron a molestarme, no me sentía yo y me las saqué.
-¿Y los de los labios nunca pudiste explicarlo? ¿No te animabas a contar lo de la violencia?
-No. Yo no contaba la violencia de género. Yo vivía con él en Quilmes y los domingos íbamos a comer a lo de mi familia. Suspendíamos muy seguido. Hasta que un día mamá me dijo “qué está pasando”, le conté y me fui de la casa. Después él me robó un departamento, una camioneta, hasta en eso tuve mala suerte.
-¿Sentís que es mala suerte?
-Porque fui estúpida. Salí con cada uno. De Martín (Seefeld, con quien estuvo casada a los 18 años) la verdad no puedo decir nada.
-¿Y cómo te robó una camioneta Mascardi?
-Yo tenía una Vitara, la había traído de afuera porque era más barata. Y viste que los jugadores de fútbol, en ese momento, lo primero que querían era una camioneta y bueno, se la di. Y con el departamento lo que pasó fue que me lo pidió para comprar a Sergio Berti. Y se lo di. Yo estaba enamorada y hacía cualquier estupidez. Pero bueno, después de muchos años vas a terapia y ya reconocés a los tóxicos, o sea una persona a la que no le gustan los perros o los gatos... tenés que huir.
-¿Alguna vez tuviste una pareja sana?
-La de Martín Seefeld fue sana. Y después no, no tuve suerte en el amor, pero no estoy cerrada para nada. Estoy segura de que voy a formar mi familia. Me encantaría. Tengo ganas. No busco nada, no me meto en Tinder... pero va a aparecer. Estoy en paz sola. Ahora mi carita se ve distinta porque yo soy distinta porque yo tengo paz, no estoy de un lado para otro, corriendo. La terapia me ayudó mucho y la muerte de mi papá fue el golpe más duro de mi vida.
-¿Cuándo fue que dijiste “me retiro de los medios”?
-Después de ir un día al programa de Jorge Rial. Me preguntó cómo estaba del pie porque yo me había quebrado en el Patinando..., pero después empezó a poner todo de las cirugías, me traicionó y dije “chau, no vuelvo nunca más”. Sí fui a los programas de Mariana Fabbiani porque es una divina conmigo, nos conocemos hace mil años, y sé que ahí me iban a cuidar y respetar. Pero no hice nada más.
-¿Te dedicaste a otra cosa?
-Sí, me puse a hacer carteras, ropa para perritos, seguí haciendo radio...
-¿Cómo fue retirarte?
-Un placer. No extrañaba nada. La gente fue divina conmigo siempre. Tuve el cariño del público, que es lo más importante para mí. Tengo un admirador desde que tiene 10 años y tiene todas mis fotos desde que empecé.
-¿Qué mirada tenés de aquellos tiempos?
-Veo épocas felices porque yo me iba con mi familia a la playa y hacía fotos en las rocas, me encantaba.
-¿Te dabas cuenta que eras hermosa?
-No. Mi mamá me dice lo mismo. La verdad es que no me doy cuenta. Sé que soy una linda mujer y que tengo muchas cosas por dentro y que soy una buena mina, que eso es lo más importante.
-Pero en tu juventud, ¿cómo te sentías?
-Segura. Y lo bueno que tenía, era que las mujeres no me odiaban. Decían “mirá qué linda es Raquel” pero yo no era competencia de las mujeres, entonces eso hacía que me llene de amor.
-El otro día una amiga me dijo que tenía una foto tuya en la heladera para hacer dieta.
-¡Me muero! ¡Qué divina! Esas cosas me emocionan, me ponen la piel de gallina.
-Fue muy icónica tu presencia.
-Sí, yo hoy me doy cuenta que si yo llamo a cualquier lado y digo mi nombre, enseguida me dice “¿Qué, la modelo?”. Reclamos a Flow o lo que sea, te cambian el tono de voz. Es loquísimo.
-¿Por qué pensás que la gente te quiere?
-Porque siempre fui yo misma. Antes de mi generación estaban las modelos que eran divinas, altas, unas reinas... Y yo agarré la etapa en que la modelo jugaba al paddle, salía sin maquillaje. Yo no me maquillaba nunca, solamente cuando tenía que trabajar y después me lo sacaba enseguida y entonces la gente me veía más cercana, como que podía ser la hija o una sobrina, no estaba toda armada, inalcanzable.
-¿Cómo era el mundo de las modelos en esa época? ¿Tenías amigas?
-Sí, sí.
-¿Te quedó alguna?
-Tengo mucho cariño con Marisa Mondino, Araceli siempre me escribió, siempre que estuve mal… Todas se casaron y fueron haciendo otras vidas. Y la Rabo (Karina Rabolini) cuando entró en el mundo de la política cambió totalmente. No le quedó otra, pobre. No sé qué le pasó porque ella hablaba conmigo y era la misma, pero después era otra cosa. Es lo que le tocó, pobre, vivir. O no, no sé. No lo hablé con ella.
-¿Es cierto que tenías una hermana gemela que no llegó a nacer?
-Sí, yo tengo partes del cuerpo que lo testifican. Una pelotita en la oreja, por ejemplo. Yo me la quería sacar porque me molestaba y cuando fui, la mandaron a analizar y adentro había uñas y pelos de mi hermana gemela. Me explicaron que cuando estábamos formándonos, fue como que yo me “comí” a mi hermana, no le dejé el espacio y quedé yo sola. Entonces tengo partes del cuerpo de ella. Me sacaron también de la rodilla…
-¿Tu mamá se enteró en ese momento?
-Sí, porque no es que nació un bebé, ni nada. Lo descubrieron por esos quistes que yo tenía.
-¿Cómo te impactó esa información?
-Me hubiese encantado tener una hermana para compartir, para charlar... Porque tengo cuatro hermanos varones, todos siempre fueron muy cuidas. Y ahora también. Luis, el más grande, no puede ver LAM porque se pone nervioso. Después Rafael, me da consejos, me dice lo que tengo que hacer. Con Augusto no tenemos vínculo, por una pavada de una publicación de Instagram: pensó que no lo habíamos invitado a una reunión y se enojó, pero fue un malentendido. El tema fue que se metieron otras personas y se pudrió todo. Mi hermano nos bloqueó a todos y a mi mamá hace dos años que no la ve. Cuando estuve internada por neumonía, que casi me muero, me mandó un mensajito, un corazoncito. Es mi hermano, yo lo amo, pero bueno, las cosas se dieron así.
-¿Y el cuarto hermano?
-Claudio, el más grande. No es hermano de sangre, pero se crio con nosotros, era el mejor amigo de mi hermano.
-Sos muy familiera y tenés una linda familia.
-Sí, era más linda antes porque cuando sos más chica, sos más inocente y no te das tanto cuenta de cosas. Después van saliendo las miserias y todo lo que ya sabemos.
-Te falta la revancha en el amor.
-Ya va a llegar, ¿viste que todo se da vuelta? Mirame a mí, ¡en LAM! ¿Quién iba a decirlo?
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