¿Qué es de la vida de Annamaría, la emblemática conductora de Buenas tardes, mucho gusto?
Fue la cara con la que se identificó el recordado ciclo dedicado a las amas de casa, toda una marca de la televisión argentina; feminista y rebelde rememora junto a LA NACION los tiempos de fama mediática
“No digo la edad, ¿para qué? Además, la gente lo sabe, en Internet está todo”, dice Annamaría Muchnik , la legendaria conductora de Buenas tardes, mucho gusto, el envío icónico de la televisión segmentada para las amas de casa de las décadas del 60´, ´70 y ´80. Bajo el eslogan “El primer programa útil de la televisión argentina” se convirtió en un suceso de las siestas y en una de esas marcas que quedaron grabadas para siempre en el inconsciente colectivo. Tanto como Annamaría, cuya imagen está indisolublemente asociada al ciclo.
A pesar de no confesar su edad, luce espléndida. Aquella jovencita que comenzó a conducir frente a cámaras con tan solo 17 años, hoy es abuela y reparte sus días entre la presidencia del festival “La Mujer y el Cine” y sus viajes a Europa para visitar a su familia. Conserva las mismas facciones con las que se hizo popular, idéntico peinado, y el reconocible tono de voz angelical tan característico con el que consultaba a médicos, psicoanalistas, tejedoras o leía las recetas de la magistral ecónoma Doña Petrona C. de Gandulfo, la otra estrella del programa.
Semanas atrás, recibió a LA NACION en su confortable piso del barrio de Belgrano, donde vive rodeada de libros, otra de sus pasiones, y recuerdos como el destacado dibujo enmarcado, en alusión al programa, dedicado por Eduardo Bergara Leumann, y que domina buena parte de su living con vista a la ciudad.
-Annamaría, ¿cuál fue el secreto de Buenas tardes, mucho gusto?
-Era la primera vez que se hacía un programa para la mujer, en un momento en el que la mujer estaba en su casa a la tarde porque trabajaba afuera mucho menos. Venían psicólogos, médicos, abogados, se hablaba de belleza, de cocina. Era un programa de ellas y para ellas.
-Estamos hablando de una mujer muy diferente a la actual...
-Absolutamente, el programa respondía a las señoras de esa época, se pensó así. Se hacía con extrema dedicación y su equipo estaba conformado por más de cien personas. ¡Trabajábamos muchísimo!
-Siendo casi una adolescente, ¿por qué las televidentes rápidamente te aceptaron?
-No sé por qué me fue bien. Mi papá decía que yo tenía un don.
-Dabas una imagen muy angelical, plácida. Eras muy respetuosa y amorosa. Quizás el público buscaba, en alguna medida, a la “hija ideal”, la “novia perfecta”, la “nuera soñada”.
-¡Eso dicen! Esas características pegaron bien. Sucede que así era yo, no inventé un personaje. Por eso me gané el amor de la gente, por mi autenticidad.
-Tenías menos de veinte años cuando debutaste, ¿cómo lograste interpretar la idiosincrasia de la mujer hogareña con responsabilidades diferentes a las tuyas?
-Yo no era ama de casa, pero venía de una familia con una mamá muy ama de casa y excelente cocinera, así que había mamado eso desde niña. Pero, por otro lado, me empapaba mucho de los temas antes de grabar. ¡Preguntaba todo a las especialistas antes de salir al aire! Llegaba muy temprano al canal y tomaba nota, hablaba con los médicos, curioseaba en la cocina. Cuando se encendía la cámara, sabía sobre qué se hablaba. Jamás improvisaba.
El destino y el azar
Annamaría era hija de uno de los primeros grandes productores de la televisión argentina: Pedro Muchnik, responsable de Teleprogramas Argentinos, la empresa que coproducía Buenas tardes, mucho gusto en el Canal 13 comandado por el cubano Goar Mestre. Don Pedro fue el que tuvo la genial y exitosa idea de poner al aire el formato.
“Entré a trabajar en televisión de la noche a la mañana, literalmente fue así. Yo quería ser actriz, así que de día estudiaba Letras y de noche iba al taller de teatro de la universidad. Un viernes, en casa estaba cenando con mis padres: Juan Palli, un cubano que fue uno de los creadores de Canal 13 junto con Goar Mestre. Cuando paso por el living, en chiste me dice: ´¿Se puede saber de dónde vienes a esta hora?´. Le respondo que de estudiar teatro y él me contesta: ´Tanto estudiar teatro y seguro que si te paro delante de una cámara te pones nerviosa´. Yo, con toda la impunidad de los 17 años, le dije: ´¡Para nada! ¿Nerviosa, yo?´ Cuestión que a la mañana siguiente, a las doce del mediodía en punto, estaba conduciendo Diversiones en el 13, un programa para niños con el que me fue bien. Así llegué a la televisión, gracias a lo desvergonzada que una es a esa edad”, rememora Annamaría.
-¿Y cuándo te vinculás a Buenas tardes, mucho gusto?
-Al año siguiente, Maricarmen, que era la animadora del programa, se casó y se fue a vivir a España. Ante esta situación, los directivos me consultan si me animaba a conducirlo. El programa llevaba dos años y caminaba muy bien.
-¿Aceptaste enseguida?
-¡Ni lo dudé! Dije que sí y empecé. Me entusiasmó mucho la idea.
-¿Qué recuerdos tenés de aquellos tiempos?
-¡Los mejores! Fue una época muy linda. Hice algo que nunca imaginé que iba a hacer. Me dio soltura frente a la cámara, aprendí mucho.
-Además de tu padre, ¿quiénes fueron tus maestros?
-¡Los técnicos! Ellos me enseñaron a hacer televisión. Por otra parte, yo me movía con mucha comodidad, como en mi casa.
Doña Petrona, la estrella de la cocina
-¿Cómo era tu vínculo con próceres como Doña Petrona? ¿Te respetaban?
-¡Todas las especialistas me respetaban! Con Doña Petrona tuvimos un romance. Nos llevamos muy bien, nos queríamos mucho.
-A Petrona se la percibía rígida, ¿cómo era realmente?
-Era generosa con su saber, generosa con su decir. No se guardaba nada. Cuando enseñaba, lo hacía en serio. No había la menor posibilidad de que te equivoques. Si ella te enseñaba, lo sabías hacer.
-¿Era brava de carácter?
-Era exigente, pero al mismo tiempo amorosa. El día que nació mi hija, cuando regreso de la sala de partos veo un ramo de flores gigante que ocupaba media habitación. ¡Me lo había enviado Petrona! El primer vestidito de mi nena, me lo regaló ella. De pronto, yo le elogiaba el perfume, y a la semana siguiente me traía uno igual de regalo. Iba seguido a comer a su casa. La respetaba mucho por todo lo que sabía y por todo lo que daba. Y eso no es común en este medio. Hay gente que se guarda secretitos. Ella no. Daba todo. Hasta decía su teléfono para que la gente la llamase si tenía un problema. La vi poco antes de que muriera. Ya estaba mal. A los pocos meses falleció.
-¿Qué sabés de Juanita, su asistente eterna?
-Juanita vivía con ella, jamás la abandonó. Juanita también falleció.
-¿A qué otros colaboradores recordás?
-Los recuerdo a todos con cariño. ¡A todos! En el programa estaban los doctores Escardó y Cormillot; las ecónomas Choly Berreteaga, con quien me hablo por teléfono, María Adela Baldi, Blanca Cotta, que me enseñó mucho. La licenciada Eva Giberti era de una cabeza única. También estaba con nosotros Chichita de Erquiaga, a quien le perdí el rastro porque se fue a vivir a Brasil.
-¿Se llevaban bien?
-Éramos como una familia. Una familia que convivió todos los días durante tantos años. Cuando alguno de mis chicos cumplía años, las cocineras me hacían las tortas. Nos cuidábamos entre todos.
Buenas tardes, mucho gusto estuvo en el aire 22 años. Maricarmen y Canela también animaron el ciclo. Annamaría, sin dudas la cara con la que se identifica al programa, lo condujo hasta 1968, año en el que se fue a vivir a Europa. Regresó en 1972 y fue su líder hasta 1976, cuando partió hacia Barcelona. En 1980, retomó la conducción y se hizo cargo de la producción periodística hasta 1983 en el que finalmente se emitió por última vez por la pantalla de Canal 9.
-Eras una figura sumamente popular, ¿cómo manejaste la convivencia con la fama?
-En esa época nadie se metía en tu vida privada, todo era distinto. En la calle, la gente te saludaba de la mejor manera, te daban un beso, elogiaban el programa, pero no había tanto chusmerío.
-Luego de tantos años, ¿te reconocen en la calle?
-En la calle no tanto, pero en los consultorios siempre me saludan. Cuando sonrío o cuando hablo, ahí me reconocen.
-¿Volverías a trabajar en televisión?
-No. Ya no.
-De las animadoras que hoy transitan la televisión, ¿quién podría ser la conductora de Buenas tardes, mucho gusto?
-No lo sé, es muy difícil pensar en algo hipotético.
-¿Mariana Fabbiani?
-Ella ya tiene hecho su camino. Yo buscaría a alguien muy joven que pudiese moldearse de acuerdo al programa.
Annamaría fue, además, durante 9 años la jefa de prensa de Editorial Sudamericana. El mundo de los libros jamás le fue ajeno debido a que proviene de una familia de editores. “El momento de la edición de un primer libro es muy emocionante. Es hermoso entregarle el primer ejemplar al autor”, confiesa. Actualmente es la directora del festival “La Mujer y el Cine” que festejará, el año entrante, su edición número treinta con una gran celebración en el mes de mayo. “La democracia, la apertura de las escuelas de cine, y tantas iniciativas dando vueltas, hicieron mucho para que hoy haya tantas mujeres directoras y en la parte técnica. Antes, el atrás de cámaras estaba reservado a los hombres”, explica quien lleva una militancia desde el arte en favor de la defensa de los derechos de la mujer. Alejada del prototipo del ama de casa a la que se dirigía desde la televisión, Annamaría Muchnik es una mujer vanguardista y con un pensamiento enriquecedor.
Ni una menos
-¿Cómo ves a la televisión actual?
-Veo poco los canales de aire, porque hay muchas cosas que no me gustan.
-¿Por ejemplo?
-El meterse en la vida privada, la violencia, la agresión, el machismo. Todo eso me hace daño, me lastima, me duele. ¡Ya basta! No tenemos por qué seguir bancando todo eso. Y lo tenemos que hacer todos: productores, periodistas. Hay que entender que no pasan en vano las cosas que suceden en la sociedad. Las muertes de las mujeres son una tragedia. La televisión es un espejo donde se mira la sociedad, entonces hay que limpiar ese espejo. Me embronco mucho.
-¿Considerás que desde los medios se cosifica a la mujer?
-¡Muchísimo! No nombro ni doy ejemplos porque no me parece respetuoso, pero hay muchos programas que tendrían que ver cómo abordan los temas, la manera de preguntar, los límites, hasta dónde llegar. El otro día veía un video americano donde se mostraban escenas de preguntas a mujeres muy famosas. Preguntas muy privadas. Y las actrices respondían: “A un hombre, ¿le harías esa pregunta?” Hay que tomar conciencia. Las actrices europeas y norteamericanas están tratando de poner límites.
-Trabajo público no es lo mismo que vida pública.
-El trabajo público no implica contar intimidades de la vida privada. Por suerte, la gente cada vez tiene más noción sobre estos temas.
-Los medios espejan la realidad, ¿cómo ves a la mujer en la sociedad actual?
-Hace pocos años de Chile me invitaron a participar en charlas sobre la mujer y el cine. En una de mis conferencias para chicos de primer año en la facultad de comunicación, surgió el tema de la discriminación hacia la mujer. Les mostré la foto de un encuentro de altos representantes gubernamentales de varios países. E hice lo mismo con varios cónclaves muy destacados. Finalmente, les pregunté qué veían. Les propuse a los chicos que cuenten en cada foto cuántos varones y cuántas mujeres había. El resultado fue que el universo del poder estaba manejado por los hombres, pero el mundo, la vida, no son así. Somos mitad y mitad. Tenemos que tener representación en todos lados, paritaria y equivalente y hay que hacer tomar conciencia a los chicos.
-Desde ya, estarás a favor de la incursión de la mujer en los campos de decisión de la política.
-Me parece bien. Me gusta. ¿Quién va a luchar por nosotras sino lo hace una mujer? El hombre no nos va a defender. La mujer tiene que estar en política y tocar los temas que nos interesan sin tenerle miedo a esos temas: debemos hablar del aborto, de relaciones sexuales consentidas, del embarazo adolescente, de la educación para que los chicos se cuiden. Enseñarles a los hombres que el "no" de la mujer es "no", y el respeto hacia ellas. Eso es una verdad y una conquista.
-Estos temas no se hablaban en Buenas tardes, mucho gusto.
-“Mucho Gusto” empieza en el ´60. La primera década fue tranquila. En los ´70, nos empezamos a animar.
-¿Siempre fuiste una mujer precursora e ideológicamente muy abierta?
-Siempre fui así. Cuando volví de Europa en el ´80, tomé la producción del programa. A partir de ahí, no te digo que se convirtió en un ciclo feminista, pero ya era más cercano y permeable para hablar de los derechos de la mujer, de sus intereses. Un poco menos de cosa práctica y algo más de feminismo.
-A partir de la apertura temática, ¿tuvieron algún episodio de censura durante la dictadura militar?
-Hubo algunos intentos. El musicalizador me contaba que no se podía poner al aire a determinados cantantes. O si iba un psicólogo de invitado, le prohibían decir “pareja”, tenía que hablar de matrimonio. Eso pasaba. Si no lo hacías, te cortaban la grabación, pero por la temática, la censura no era tan severa como en otros programas.
-¿Cómo valorás la tarea del colectivo “Ni una menos”?
-Le debemos agradecer mucho al “Ni una menos”. Ha concientizado mucho. Hay que seguir adelante con todo lo que signifique que las mujeres entiendan sobre sus derechos. No puedo creer lo que pasa con los actores, directores, productores acosadores. Nos estamos enterando de aberraciones. Gente que es maravillosa en el arte y te enterás que por que creyeron que eran grandes estrellas podían hacer cualquier cosa. ¡Un horror!
-Dijiste que no volverías a conducir, pero ¿producirías un nuevo Buenas tardes, mucho gusto?
-El de esa época, no y no se llamaría igual.
-¿No reflotarías la marca que te pertenece?
-No, eso fue una etapa ya terminada. Hoy tendría otro nombre.
Annamaría es madre de Sebastián, quien ya le dio un nieto que estudia cine; y de Florencia que tiene un nene de cuatro años. Además, tiene un hermano director de cine que vive en París y otro que se radicó en Barcelona. Su piso en Belgrano lo disfruta a más no poder, sobre todo cuando se arma la gran mesa familiar.
-Sin ser contradictorio con lo que venimos conversando y sin invadir tu privacidad. ¿Estás casada?
-Estoy separada. Vivo sola, pero mis hijos son muy compañeros, solidarios conmigo, estamos muy cerca. Estuve casada muchos años y separada desde hace un montón.
-¿Será complicado vivir con una feminista tan independiente?
-No sé. Nunca se lo pregunté, ni se lo preguntaría. Esto es lo que hay.
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