Premios Emmy 2015: los que deberían ganar vs. los que van a ganar
Game of Thrones es la serie más nominada de cara a los premios de la TV norteamericana que transmitirá Warner esta noche; será la última oportunidad para premiar a ciclos ya clásicos, como Mad Men
Esta noche, en el Nokia Theater en el centro de Los Angeles, se realizará la ceremonia de entrega de los premios Emmy –conduce Andy Samberg–, que año tras año celebra a lo mejor que la industria de la televisión angloparlante tiene para ofrecer. Los más de 7000 asientos del teatro estarán ocupados por nominados e invitados listos para festejar y brindar por la pantalla chica, que ya hace tiempo dejó de ser lo que era. Ya no es más la prima menos agraciada y de menores recursos del cine. Ya no es más la que estaba anclada a viejos formatos de emisión y consumo. La TV, empujada por la enorme calidad de sus ficciones, genera tanto entusiasmo en el público como el cine más popular.
Los fanáticos esperan con ansiedad este galardón, que solía correr con mucha desventaja frente a los Oscar. Y aunque esos galardones siguen siendo el punto más alto de la temporada de premios, lo cierto es que los Emmy –transmitirá Warner desde las 21, mientras E! se hará cargo de la alfombra roja previa, a partir de las 19–, se ganaron su lugar a fuerza de la presencia global y simultánea de los ciclos que premia y de la participación cada vez más amplia y usual de las estrellas de la pantalla grande, que ahora se acercan a la televisión intrigadas por la calidad de los proyectos que les ofrecen.
Y claro, cuando la mayoría de los espectadores ya vieron los programas y actores nominados, lo siguiente es elegir a sus favoritos y entusiasmarse cuando ganan o gritar de indignación cuando pierden. Todos hacen sus apuestas y aunque afirmar algo sobre los resultados se acerca demasiado a la adivinación, un análisis de las tendencias permite aventurar algunos pronósticos e impresiones sobre quiénes deberían llevarse uno o varios Emmy del impresionante teatro Nokia.
La última oportunidad
Se sabe que cuando termina una de esas series indiscutidas, esas que reúnen calidad y público fiel en todo el mundo, su despedida inclina la balanza de los votantes de los premios. O al menos la de los expertos de la industria, que buscan pistas para adivinar qué elegirán los integrantes de la Academia de TV.
Así, éste es el año para que, después de 13 nominaciones y ningún galardón, Jon Hamm se lleve el premio al mejor actor por Mad Men. Y que, además, el programa vuelva a ganar en la categoría de drama, que no consigue desde 2011 (aunque compita con Game of Thrones, la serie más nominada). Dos categorías de los Emmy en las que coincide quién debería ganar con quién seguramente lo hará. No sucede lo mismo en el rubro de mejor actriz dramática. En esa peleada categoría, Elizabeth Moss tendrá pocas oportunidades de triunfar sobre la gran favorita, Viola Davis (How to Get Away with Murder) aunque la que se merecería subir por fin a agradecer un Emmy es Tatiana Maslany, que después dos temporadas interpretando a más de diez personajes en Orphan Black, finalmente consiguió una nominación.
En el apartado de mejor actriz de comedia, la fuerza de una leyenda podrá más que la despedida. Para muchos, quien debería ganar el Emmy es Amy Poehler, por la perfecta Leslie Knope que creó para Parks & Recreation, un gran ciclo que terminó este año. Pero hasta los más empedernidos seguidores de esa comedia saben que Julia Louis-Dreyfus tuvo su mejor año en la excelente Veep. Y que a una leyenda es casi imposible ganarle.
Destino dorado
Solía ser una frontera infranqueable. Un paso que nadie quería dar: los actores de cine no hacían televisión, al menos no mientras tuvieran una carrera exitosa. Por supuesto que ahora esa línea divisoria es tan borrosa que los nominados a los Emmy pueden también ser candidatos en los Oscar. O casi: David Oyelowo seguramente ganará el premio por su papel en el telefilm Nightingale, de HBO, una suerte de compensación por no haber conseguido una nominación al Oscar por su trabajo en Selma. Una pena, porque el que debería llevarse el Emmy es Richard Jenkins, por su brillante interpretación en Olive Kitteridge. Al menos Jenkins sí fue nominado en 2009 por el film Visita inesperada. Y ese consuelo también debería servirle a Maggie Gyllenhaal, que aunque hizo un trabajo superlativo en la miniserie The Honourable Woman, probablemente sea superada por Frances McDormand, que podrá acompañar su Oscar por Fargo con el Emmy que ganará esta noche gracias a su papel protagónico en la mencionada Olive Kitteridge, que también produjo para HBO.
Los favoritos de la gente
Los Emmy no son un premio a la popularidad, pero de alguna manera sí lo son. Especialmente este año, en el que cambiaron las reglas de la Academia y todos los habilitados para votar lo harán en la última ronda de candidatos, a diferencia de lo que sucedía hasta ahora, donde sólo un grupo más reducido de representantes tomaba la decisión final. Así, éste será el año en el que Peter Dinklage (Game of Thrones) vuelva a llevarse el premio al mejor actor de reparto (lo ganó en 2011) y sólo Jonathan Banks (Better Call Saul, Breaking Bad) podría arrebatarle el trofeo, que en realidad merecería el australiano Ben Mendelsohn por su desgarradora interpretación en Bloodline (Netflix). Es posible que el servicio de streaming tenga más suerte en la categoría de mejor actriz de reparto en drama, donde la favorita es Uzo Aduba (Orange is the New Black) aunque Christina Hendricks (Mad Men) y Christine Baranski (The Good Wife) sean mucho más merecedoras de esa distinción.
Tu cara me suena
Hay algunos actores que consiguen premios gracias a una interpretación tan extraordinaria queque los puso en un mapa donde antes ni figuraban. Entre aquellos que lograron tal proeza este año figuran Keegan Michael Key (Key and Peele), el más firme candidato para la categoría de actor de reparto en comedia, aunque la verdadera revelación de la categoría sea el extraordinario Tituss Burgess, que pasó de Broadway a la comedia de Netflix Unbreakable Kimmy Schmidt. Y, para muchos, otra revelación que debería llevarse el Emmy es Niecy Nash de la imperdible serie Getting On, de HBO, a pesar de que sus posibilidades no son demasiado altas teniendo en cuenta que compite con la talentosa Allison Janney de Mom (comedia por la que sigue siendo nominada a mejor actriz de reparto aunque sean tan protagonista como Anna Faris).
En el extremo opuesto aparecen otros que ganan más por el prestigio acumulado en su carrera que por un papel específico. Los mejores ejemplos de esta noche serán Bill Murray, que se llevará la estatuilla como mejor actor en una miniserie por su corta participación en Olive Kitteridge, aunque comparta categoría con el formidable Damian Lewis (Wolf Hall), y Sarah Paulson, quien lleva cuatro temporadas en American Horror Story haciendo méritos para ganar el premio que nadie debería arrebatarle esta noche.
Todos a la final
Uno de los tópicos que más se repiten en los discursos de agradecimiento en este tipo de premios es la mención al resto de los nominados. Se dice que todos se lo merecen, que es injusto comparar piezas artísticas tan distintas entre sí y que ninguna es mejor que la otra. Y, en general, es una mentira. Sin embargo, esta noche, el comentario condescendiente del triunfador para los que lo miran con las manos vacías desde abajo del escenario será cierto al menos en dos oportunidades: como mejor actor de comedia ganará Jeffrey Tambor, el veterano actor que consiguió una interpretación extraordinaria como la transexual Maura en Transparent, la serie de Amazon. Más allá de que Tambor se merezca el premio, lo cierto es que todos sus compañeros de categoría (Anthony Anderson por Black-ish, Matt LeBlanc en Episodes, Don Cheadle por House of Lies, Will Forte en The Last Man On Earth, Louis C.K. por Louie y William H. Macy en Shameless), brindaron interpretaciones notables y completamente diferentes en sus programas.
Algo similar ocurrirá con el apartado mejor miniserie. La ganadora será Olive Kitteridge, de HBO (la señal más nominada) pero si el premio fuera para alguna de las otras ficciones candidatas (Wolf Hall, The Honourable Woman, American Crime y American Horror Story: Freak Show), nadie protestaría demasiado.
Otra categoría compuesta casi toda de merecidos ganadores es la de mejor comedia. Quedan pocas dudas de que la ganadora será Transparent, a pesar de que también tienen méritos suficientes sus contrincantes Louie, Parks &Recreation, Silicon Valley, Unbreakable Kimmy Schmidt y Veep. Y aunque Modern Family no esté pasando por su mejor momento creativo, seguramente algún amante de los récords dirá que es la que tiene que ganar para que pueda superar a Frasier, y consagrarse con seis triunfos consecutivos como la comedia más ganadora. El misterio se revelará esta noche, en el Nokia Theater, repleto de estrellas de todas las pantallas.
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