Por la educación
La TV es el medio predominante en la vida de chicos y adolescentes. Es el que más tiempo ocupa en sus ratos libres, el que más comparten en familia, el principal tema de conversación con amigo. ¿Qué le devuelve la TV abierta a este público fiel? Muy poco. Casi no hay programas para ellos. Las ficciones se repiten y clonan. Las tramas son simples, los personajes estereotipados, y los conflictos, clichés. Se innova en la ficción para adultos y casi nada en la de adolescentes. Los programadores dicen que "los chicos ven programas de adultos". Pero ¿no los elegirán porque la TV abierta no ofrece nada para ellos?
La TV es siempre educativa, siempre forma, porque los chicos siempre aprenden. Todos los programas enseñan porque transmiten valores, modelos e imágenes del mundo. La TV siempre educa, aun cuando no se lo proponga. Los adolescentes aprenden de programas no "educativos": cómo invitar a una chica a salir, cómo besar, cómo hablarle a los adultos y sobre todo cómo se los define socialmente. Si la pantalla los muestra víctimas (abusados y golpeados) o victimarios (agresivos y violentos) sabrán que esa es la imagen que circula sobre ellos en la sociedad.
Aunque eduque, la TV no tiene como misión principal enseñar. Pero como servicio público, le debemos pedir que sea de calidad: que piense en los espectadores como ciudadanos antes que consumidores, que priorice modelos constructivos, que no refuerce estereotipos y que apueste siempre a lo nuevo.
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