PNP: 150 mil horas de video, cruzadas personales, humor incómodo y la “fórmula mágica” que llevó a la TV a mirarse de una manera distinta
Fue uno de los ciclos más exitosos de mediados de los 90 y se convirtió en un referente de la pantalla chica: su productor, Gastón Portal, cuenta la génesis del histórico “programa de archivo” y analiza los motivos que lo llevaron al ocaso
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Hace 30 años, Perdona Nuestros Pecados (PNP) irrumpió en la televisión argentina para cambiar las reglas de los programas de humor. Pionero en el uso de archivos televisivos, bloopers y errores, este ciclo revolucionó la pantalla chica de los años 90 y rompió con la propuesta de los programas de sketchs tradicionales, protagonizados por actores. La idea nació en un mundo aún analógico, de la mano de Gastón Portal, hijo de Raúl Portal, quien trasladó un concepto innovador de la radio a la televisión. “Nos pasó algo muy loco: en PNP pasé a ser el jefe de mi padre; yo era el productor y él pasó a ser un empleado, hasta le pagaba el sueldo”, recuerda el fundador de GP Producciones. Hoy, en una era digitalizada, su impacto sigue vigente.
El programa, que atravesó varios cambios de canal, comenzó en 1994 en ATC, con Raúl Portal y Federica Pais, quien ofició de coconductora durante las dos primeras temporadas. En 1996, se trasladó a Canal 9, y allí se sumó Mariana Fabbiani, cuya contagiosa risa se convirtió en uno de los sellos más recordados del ciclo. En 1997, llegó a Canal 13, donde alcanzó su mayor éxito con picos de 25 puntos de rating, y permaneció hasta 2001. Su última etapa fue en 2002, en Telefe, con Carola Kirkby secundando a Portal.
La idea
La mente detrás de PNP fue Gastón Portal. Su padre ya había revolucionado la televisión con programas como Semanario insólito, el primer noticiero de humor en los años 80, además de Notidormi, La fiesta hop y Robocopia. En 1991, como guionista del ese programa, Gastón creó una sección que parodiaba los errores de otros ciclos, captando no solo la atención del público sino también de la gerencia del canal. “Era un formato inédito, y aunque parecía una locura, rápidamente nos dimos cuenta de que al público le encantaba”, recuerda, en diálogo con LA NACIÓN.
En 1994, Gerardo Sofovich, interventor de ATC, propuso a Raúl Portal convertir esa exitosa sección en un programa de horario estelar. “Mi viejo le dijo que él no tenía nada que ver, que hablara conmigo”, cuenta. Así, PNP cobró vida en las noches de los martes por la pantalla del canal oficial.
Ya en los 80, Portal colaboraba con su padre en Radio Continental. Fue ahí donde empezó a crear humor con fragmentos de programas de televisión. “Grababa audios de la tele en cassettes y los editaba. Era todo muy casero. Usaba una casetera doble y un ecualizador, combinándolos entre sí, a eso lo llamamos ‘salsas’, no me acuerdo ni el nombre del programa”, cuenta. Aunque solo usaba sonidos, esta técnica fue la semilla de lo que luego sería PNP.
Mundo analógico
“Éramos tres personas trabajando en el living y el comedor del departamento de mis padres, con equipos básicos de aquella época. Grabábamos todo lo que podíamos de la tele abierta y algunas cosas de cable. Pasábamos miles de horas frente a la pantalla, buscando el material más inusual y divertido”, relata. El trabajo en ese estudio improvisado junto con sus amigos Javier Castro Albano y Franco Giorgutti, dio vida a un formato inédito.
Al principio, se trataba de un show muy artesanal: se grababan imágenes de diferentes canales, se editaban y se les daba forma televisiva, todo en un pequeño departamento dondePortal y su equipo utilizaban su talento para guionar los recortes, buscar errores jugosos en los noticieros y crear un show de humor único. Luego, esas imágenes editadas se transcribían en el canal y se añadían los textos o copetes necesarios para darle el toque final.
El trabajo era tan intenso, que el trío tuvo que salir a buscar “voluntarios” para mantener el ritmo de producción. Fueron a la Facultad de Cine de Buenos Aires, donde estudiaban, en busca de ayudantes. Entre los reclutados estuvieron varios talentos actuales que hasta ese momento no solo eran desconocidos sino que daban su primeros pasos en el mundo del cine y la TV: Gabriel Medina, Gabriel Nesci, Mariano Llinás y Damián Szifrón, fueron algunos de los que participaron y aportaron ideas a la intensa tarea de recopilar material para el programa.
“Conseguimos un canje de una marca de VHS... No recuerdo el nombre, seguro ya no existe más. Éramos el programa del VHS”, recuerda Portal entre risas. Según algunas estimaciones, llegaron a acumular más de 20.000 cintas de video con más de 150.000 horas de material de archivo, que el productor todavía conserva en el departamento que perteneció a padres.
Secciones
PNP no solo fue pionero en el uso del archivo televisivo, sino también en sus técnicas para hacer humor. “Una de nuestras innovaciones fue agregar burbujas de diálogos o pensamientos a las imágenes, lo que daba un toque de color a los bloopers. También hacíamos deformaciones a las caras de las personas para enfatizar el humor absurdo”, explica Portal.
El programa tenía de todo: secciones como “La lupa de PNP”, donde se resaltaba un error o despiste en particular de cualquier tipo; “PNP Informa”, que parodiaba a los noticieros de la época; “Perdona nuestro playback”, un segmento que dejaba en evidencia el playback de cantantes en vivo; y “El juego del error”. Otras secciones destacadas eran las “Bolufrases”, que resaltaban frases sin sentido dichas en televisión, y el “Diccionario de cagastellano”, que se burlaba de periodistas que inventaban palabras para salir del apuro.
Además, el ciclo dio vida a las “salsas”, una técnica de edición en la que se combinaban escenas de programas diferentes con el fin de darles un nuevo sentido a través de un montaje ingenioso. “Era un trabajo de edición fundamental, un ejercicio de intertextualidad que creaba algo nuevo a partir de fragmentos existentes”, comenta Portal.
El programa también otorgaba premios humorísticos, como el “Huevo de Plata” al comentario más tonto realizado por periodistas, y el “Basta de actores de madera”, destinado a las peores actuaciones en telenovelas y series. También había una sección que exponía a personajes no famosos que aparecían en televisión, mostrando “sus payasadas” con el objetivo de hacer reír al público.
Policía de la TV
El “Juego del Error” fue, sin dudas, uno de los segmentos más recordados, donde se marcaban fallas, principalmente de continuidad, en series y novelas. “Por ejemplo: en la misma escena alguien aparecía con un saco y luego sin él; o todos tomaban el mismo taxi con la misma patente; hasta en una novela enganchamos a un personaje que entraba con el pelo corto y, en la siguiente escena, aparecía con una melena larga. No podíamos creer que nadie en la producción se diera cuenta, pero para nosotros era oro puro. Nos reímos durante días”, recuerda Portal.
Incluso, el productor recuerda que recibieron una propuesta inesperada del heredero del Zar de la televisión de los 90: “Omar Romay, hijo de Alejandro Romay, nos llamó para que le señaláramos los errores antes de que los programas salieran al aire”, cuenta entre risas. “Le dijimos que eso era imposible; parte del encanto de PNP era encontrar esos errores después de que se emitieran, no antes”. La idea de ser “continuistas”, responsables de marcar los errores antes de la emisión, era impracticable, explica: “Ya habíamos jugado con esos errores. ¿De qué serviría? No podíamos estar en el set y del otro lado al mismo tiempo”.
Personajes de culto
Otra clave del éxito del programa fue su habilidad para encontrar personajes peculiares y convertirlos en estrellas de culto. “Federico Klemm, Ante Garmaz, Maru Botana, Lita de Lázari, Mónica de Alzaga, todos ellos surgieron en PNP”, recuerda Portal. Estos personajes, que de otra manera habrían pasado desapercibidos, se convirtieron en figuras queridas por el público. “Recuerdo cuando encontramos a Ante Garmaz en un programa de televisión. El tipo decía cosas como ‘Existosísimo’ y ‘Shock Punch’, y era tan bizarro que sabíamos que teníamos que incluirlo en el programa”. Garmaz se convirtió en uno de los personajes más populares de PNP, y sus frases aún son recordadas por los fanáticos del programa.
Por el ciclo también pasaron varios actores jóvenes que salieron de Magazine for Fai -el semillero de talentos de Cablín creado por Mex Urtizberea- como Martín Piroyansky, Martín Slipak, Mayra Andrenacci y Laura Zimmer, que imitaba a Mariana Fabbiani.
Impronta Portal
Raúl Portal, con afán justiciero y carácter único, llevó a PNP su campaña personal contra los “chantas”, esos que vendían ilusiones falsas. Se autodenominó “cazachantas” y salió a la caza de “curranderos”, “manochantas”, “parasitólogos” y “taradotistas”. Un caso notable fue cuando expuso a los “telépatas venezolanos que desfilaban por la TV, Janín Farias y Javier Villada, hasta llegar a los shows de Susana Giménez y Nicolás Repetto. “Hicimos un informe desenmascarando las mentiras de esos chantas”, explica el productor.
Hombre de principios firmes, Raúl Portal estableció que el programa no aceptaba publicidad de cigarrillos, incluso antes de que fueran prohibidas oficialmente, demostrando su propia postura ética en cada detalle de su trabajo.
El enfoque crítico del programa, también se vio reflejado en la política, durante la década menemista. “Nos metíamos mucho con el Presidente y su gobierno”, admite Portal. “Era una época donde no muchos se atrevían a criticar al poder, pero nosotros lo hacíamos con humor”. Entre las muchas anécdotas, destaca la colaboración con Lucrecia Martel, quien dirigió una apertura del programa en Telefe, recreando el famoso plato volador de Menem. “Fue una locura total”, comenta Portal. “Ella tenía una visión tan única, y logramos hacer algo realmente especial. El Obelisco convertido en una nave espacial, con Menem al mando. Era el tipo de humor absurdo que nos encantaba”.
Copia “fiel”
El programa se nutría del amplio abanico de programas de aire y de cable de la televisión local para crear su contenido, una innovación que pronto fue replicada por otros programas que adoptaron la “fórmula mágica de PNP”. Su impacto fue tal, que desde VideoMatch, Bendita TV, Zapping, hasta Televisión Registrada tomaron su formato, unos más que otros.
En la Argentina, a diferencia de otros países donde las regulaciones de derechos de autor y de transmisión de imágenes son más estrictas, no existe impedimento legal para utilizar material de otro canal, incluso con fines comerciales. El mejor ejemplo fue lo que ocurrió en España, que en 1998, el programa tuvo su debut y despedida luego de su primera emisión, porque las imágenes utilizadas infringían los derechos de transmisión locales. “A los pobres españoles los llenaron de cartas documento y el programa no salió más al aire; en cambio, acá se podía hacer todo”, dice Portal.
En 2003, Raúl y Gastón Portal demandaron a Diego Gvirtz, creador de Televisión Registrada, alegando que el uso de material de archivo televisivo había sido su idea. “Fue un conflicto complicado, porque sentíamos que habían tomado nuestro concepto y lo habían replicado sin el mismo espíritu”, menciona el productor.
La caída
A pesar de su éxito, PNP llegó a su fin, en gran parte debido a las tensiones entre Claudio Villarruel, entonces director de programación de Telefe -canal en el que se emitió el último año-, y el equipo de producción del programa. “Villarruel quería cambiar a mi viejo porque ya no quería meterse con nadie”, menciona Portal. La decisión de no seguir confrontando a figuras públicas y la falta de interés del equipo por continuar bajo esas condiciones llevaron al declive del programa.
Finalmente aprovechó una baja en el rating durante un episodio que coincidió con el accidente aéreo de LAPA en 1999 para mover la emisión a un “horario desfavorable”, lo que selló su destino. “Fue un golpe duro. Sabíamos que el programa ya no tenía el mismo filo que antes y que había perdido parte de su esencia. Papá ya no quería hacer el tipo de humor que incomodaba a la gente, y eso afectó la dinámica del programa”, resume.
El programa llegó a su fin en 2002, luego de nueve temporadas. A pesar de su final en las sombras, PNP no solo fue pionero en el uso del archivo televisivo sino que su influencia sigue vigente: “Una de las cosas más gratificantes fue ver cómo otros programas adoptaban nuestras ideas. Ver a Tinelli usar ‘salsas’ fue un honor. Sabíamos que habíamos creado algo que resonaba en la cultura popular”, cierra Portal.
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