Patricia Sosa y su salida de MasterChef Celebrity: "Que me estén machacando el tiempo que falta me bloquea"
"La experiencia fue fabulosa, lo pasé muy bien. No sufro, en absoluto, tengo una personalidad donde estas competencias tan vertiginosas hacen que me divierta y que, de los nervios, me ponga a reír". La voz ronca, pero identificable. Patricia Sosa acaba de amanecer en pleno mediodía, luego de la noche en la que Telefe emitió el episodio de MasterChef Celebrity Argentina donde fue eliminada de la competencia gastronómica. Su propuesta a base de pescado no convenció al jurado, pero sí a buena parte de la audiencia, dado que no fueron pocas las voces que criticaron la decisión de apartarla del certamen.
La cantante no reniega. Sin embargo, y a pesar de la satisfacción, reconoce que "era demasiado vértigo para mi maravillosa calma, hubo un momento en el que no podía seguir el tren de tanta adrenalina". Su tono deja entrever alivio por no tener que seguir compitiendo, si hasta se dio el lujo de cantar ante sus compañeros antes de abandonar el set en plan de ritual celebratorio.
-¿Cuál era el mayor vértigo: cocinar, competir, ganarle al tiempo?
-La mayor adrenalina es tener que preparar, en pocos minutos, un plato que tiene que ser categoría chef. Yo cocino en mi casa muy tranquila para la familia, tomando un mate o, a la noche, con un vinito y mirando la novela. Pero que me estén machacando el tiempo que falta me bloquea, la mente me queda en blanco. En ese momento siempre pido una meditación.
-Pensando en esas cuestiones, llevaste luz al programa. Hiciste referencia a tus intereses por un plano más espiritual.
-Espero que a alguien le haya servido, pero no lo hice para aportar, en realidad lo hice porque así soy. A mí las balas de lo negativo no me entran.
-¿Cómo fue el vínculo con tus compañeros?
-No tuve ningún tipo de mal encuentro con nadie, la convivencia fue genial. Los camarines eran bien grandes, así que los compartíamos entre cuatro. Se armaban lindas charlas. A mí me gustaba conversar con todos, no parecía una competencia, sino un equipo. Nos llevábamos tan bien que hasta nos pasábamos recetas.
-¿Cómo fue tu relación con los jurados Germán Martitegui, Damián Betular y Donato de Santis?
-No tuve tanto tiempo de charlar con ellos, más allá del rol jurado y participante. Pero me parece que cumplían bien con una función. Yo fui jurado de muchos realities, Oscar (Mediavilla) también, y sé que hay que responder a ese rol, siempre dentro de lo que uno sabe, y ellos saben mucho. Me gustan las devoluciones cuando son absolutamente constructivas, no cuando se empieza a agredir.
-En este reality, las devoluciones suelen ser muy profesionales.
-Fueron absolutamente constructivas. Si uno para la oreja y aprovecha el tiempo, se aprende mucho. Yo aprendí un montón de tips que mi familia me agradece porque ahora cocino un poco más rico.
Cuando vi el conejo, me pareció un perro sin cabeza, muy impresionante. Me tomé mi tiempo para agradecerle que ofrendara su vida para alimentarnos
Oscar Mediavilla, su marido, es jurado de Cantando 2020, formato de eltrece que compite con MasterChef Celebrity y que está definido por un tono un poco más bélico, a diferencia del certamen de cocina que tiene un tono más cándido. "¿Viste qué raro? Como MasterChef va grabado y Cantando en vivo, lo esperaba en casa con una rica comida, aprovechaba para practicar. Incluso, como no como carne, Oscar era mi juez". De hábitos vegetarianos, tener que preparar un plato a base de carne se le tornó una experiencia desafiante: "Cuando vi el conejo, me pareció un perro sin cabeza, muy impresionante. Me tomé mi tiempo para agradecerle que ofrendara su vida para alimentarnos. Luego de eso, traté de ponerme en una actitud más fría para poder cumplir con la consigna. Pobre conejo, le tuve que sacar hasta las vísceras". No menos impresionante le resultó el desafío de su último programa donde tuvo que desmenuzar una pieza de pescado completa: "Estaba trabajando con un ser que estuvo vivo, no me gustó. De vez en cuando, ingiero pescado, pero verle los ojos y luego sacarle las tripas y comérmelo, no me da".
Lo preparado en el programa se dona a comedores comunitarios, una forma de contribuir en la difícil situación de muchas familias en medio de la pandemia: "Se da lo que se prepara y lo que no se utiliza, también".
-Si bien los roles eran diferentes, ¿se aconsejaban con Oscar?
-Siempre me meto y lo aconsejo. Oscar es leche hervida así que trato de explicarle que se tiene que cuidar en lo que dice, se olvida que está en televisión. Yo tengo otra personalidad, así que siempre trato de bajarlo.
-¿Y él a vos?
-Oscar me veía siempre estupenda y pensaba que todos los demás cocinaban mal y yo muy bien.
-Muy objetivo.
-Para nada, puede mas el amor. Ayer se hizo mucha mala sangre con mi eliminación. En cambio, yo me emocioné viéndolo.
-¿Por qué?
-Me dieron mucho cariño, confirmé que lo que uno siembra, florece.
-¿En qué lo percibiste?
-Por las devoluciones del jurado, por lo que sucedió en los camarines. Hubo compañeros que lloraron de emoción y de ganas de verme continuar en el concurso. No querían que me vaya, habíamos tenido conversaciones muy profundas, la pasábamos lindo. Seguimos en contacto porque estamos todos en un grupo de WhatsApp, nos mandamos mensajes, aliento, y comentamos el programa que vemos todos al mismo tiempo. Está buenísimo, se creó una relación linda.
Su partida del juego tuvo aires de ceremonia. Con elegancia, como compitió durante tres semanas, la cantante abandonó el certamen: "Esa es la tarea, es un juego. ¿Para qué el enojo? El enojo es una manifestación del ego, no hace bien. Uno puede manifestar enojo por una injusticia profunda, con algo vinculado a lo social, pero no por una competencia. Además, todos sabemos que va a quedar uno solo. No solo no hay que enojarse, sino que hay que agradecer tener trabajo en un momento donde los artistas no lo tenemos".
A pesar de la situación pandémica y de los contagios de Vicky Xipolitakis, El Polaco y Germán Martitegui, la cantante no siente que grabar el programa haya sido un factor de mayor riesgo: "Tengo mucho cuidado y respeto. La responsabilidad individual es clave. Por lo tanto, siempre traté que las distancias sean las correctas, no estuve a los abrazos con nadie, me cuidé todo lo que pude y eso hizo que no tuviera miedo. Todas las personas más grandes de ahí no nos contagiamos, en cambio los chicos son más efusivos, más inconscientes".
A pesar que lo que se ve en pantalla, un uso del barbijo relativo y discrecional, Sosa reconoce que los protocolos eran muy estrictos: "En el canal las medidas de seguridad eran estrictas. Si veían a dos personas charlando cerca, aparecía una persona para pedirles que se separen. Al ingresar al estudio nos tomaban la fiebre y nos hacían preguntas de rutina todos los días. En el bar las mesas eran ocupadas por una sola persona y muy separados unos de otros. En los camarines había alcohol en gel y todo el mundo estaba con su barbijo de manera obligatoria".
De la cocina al escenario
El 21 de noviembre a las 21.30 volverá a presentarse por streaming con su concierto Mi templo, mi casa 2. Será a través de la plataforma Plateamax, espacio donde también se pueden adquirir las entradas. En el sitio web se puede observar que lleva la dirección del estudio de Sosa en el barrio de Chacarita y el mail de contacto está vinculado al Templo de la Voz, la escuela que la cantante tiene montada con un gran número de alumnos de todo el país y el exterior. Curiosamente, una de las fechas de la plataforma está reservada para el concierto de Cau Bornes, ex pareja de Valeria Lynch.
El concierto de noviembre será la segunda experiencia de Patricia Sosa en la virtualidad. Su primera presentación estuvo rodeada de una gran polémica iniciada cuando Valeria Lynch decidió reprogramar su espectáculo en la misma noche en la que Patricia Sosa tenía pautado su show con varias semanas de anticipación. Finalmente, la exlíder del grupo La Torre corrió su actuación, pero no se privó de manifestar su enojo y poner punto final a la amistad que la unía con la intérprete de "Me das cada día más".
-Sos una mujer de perfil bajo, ¿te arrepentís de haber dicho lo que dijiste sobre Valeria Lynch?
-No, no me arrepiento para nada. Viste cuando alguien… la gota que rebalsó el vaso…
-Fue catártico.
-Corté con una relación que me hacía daño. Puse las cosas en su lugar, que es algo que a mí me cuesta. Siempre trato de componer, de justificar al otro. Mi filosofía es: si no te dan amor, poner el doble de amor, si alguien no tiene alegría, poner el doble de alegría, para que las energías se comiencen a balancear de una manera adecuada.
-Pero te peleaste.
-Ya no tenía más para poner, entonces dije basta.
El entredicho disparado por un acontecimiento de carácter público dejó al descubierto, pero algo solapadas, las desavenencias del ámbito privado: "Del plano de la intimidad jamás dejé ver ninguna cosa y te digo que podría hablar mucho. Acá tenía que ver con lo público, con jorobar al otro, con perjudicar el trabajo. En mi concierto laburaron 20 personas, cuando del otro lado era un streaming grabado, con un solo músico, y que se podía acomodar en otro día. Esas cosas son feas, más allá de la amistad y el compañerismo, no se mide al otro. Yo pude ahorrar un poco, pero todo mi staff, no. Necesitaban tocar por la plata y por la dignidad de volver a trabajar".
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