Pasaplatos, el restaurante: nervios, cortes, platos quemados y una vuelta de tuerca para el reality de cocina de eltrece
Después de la edición con famosos, esta vez, los participantes -que no son conocidos- competirán con sus preparaciones para convertirse en socios de un emprendimiento gastronómico
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Este lunes, a las 14.45, desembarcó en la pantalla de eltrece un nuevo reality de cocina. Conducido por Carina Zampini, Pasaplatos: El Restaurante es un nuevo desafío donde los aspirantes son juzgados por un jurado de lujo -compuesto por Dolly Irigoyen y Gabriel Oggero- que tendrá la tarea de probar los diferentes platos y contratar a 18 cocineros para trabajar en el restaurante. A lo largo de cada edición, los participantes tendrán que demostrar sus habilidades gastronómicas para ganarse un lugar y competir por un gran premio: convertirse en socio del emprendimiento.
“Bienvenidos a Pasaplatos: El Restaurante, una nueva edición de esta competencia. Durante la primera etapa vamos a ir conociendo a muchos cocineros, pero solo 18 serán contratados por un jurado de lujo. Y al final de la temporada, solo uno de ellos, el mejor de todos, se convertirá en socio del restaurante”, dijo la conductora enfundada en un conjunto verde lima que combinó con un blazer en off white y stilettos nude.
Acompañada por el chef italiano Roberto Ottini, Zampini mostró un anticipo de cómo será el restaurante pero antes confesó: “Estamos ansiosos, felices y muy expectantes”. Luego, llego el turno de presentar al jurado; ese que probará las distintas preparaciones y tomará las decisiones finales. “Ella es una de las chefs más conocidas de Argentina y Latinoamérica, referente indiscutida de los mejores chefs y ganadora de dos Martín Fierro”, dijo la conductora en referencia a Dolly Irigoyen. El segundo en aparecer fue Gabriel Oggero, quien se formó en las cocinas de Europa.
Mientras que para la cocinera el participante ganador tiene que ser prolijo, ordenado, que aporte nuevas ideas y maneje técnicas pero que, sobre todo, “cocine con el corazón”, su compañero advirtió que sus platos deben reunir un mix entre armonía visual, sabor, técnica y productos de estación.
¡Que se enciendan las hornallas!
Luego de que los dos jurados se ubiquen detrás del pasaplatos, donde harán las respectivas degustaciones y tomarán las decisiones, Zampini presentó a los primeros tres concursantes del día. Romina Nápoli, experta en community manager, fue la primera en contar su plato: un tournedó de lomo con reducción de vino tinto, papas rostie y vegetales salteados. El segundo en entrar al estudio fue Tomas Xu, un cocinero que eligió hacer un cerdo agridulce, clásico de su país, China. “Estoy contento de disfrutar lo que me gusta y desafiar límites nuevos”, dijo el oriental de 25 años. El tercero fue Isaías Miretti, un cordobés que heredó de su abuelo la pasión por la cocina. “Con pasión se llega, es lo que quiero transmitir”, reveló quién cocinó morrones rellenos con queso gratinado y papas bravas.
Después de las presentaciones, llego el momento de encender las hornallas. Sin embargo, apenas transcurridos los primeros minutos de los 30 que tenían para realizar sus platos, ocurrieron los primeros percances. Tanto Isaías como Romina se cortaron uno de sus dedos y debieron ser atendidos de inmediato por una médica que entró al estudio con un maletín de primeros auxilios. “Es parte de los nervios. Necesito que respires y te quedes tranquilo”, le dijo Zampini al cordobés, mientras Roberto lo ayudaba a correr los alimentos de la isla.
“Es importante que te quedes tranquila”, repitió segundos después en la isla de Romina, mientras ésta cocinaba con una sola mano para no perder tiempo. Mientras tanto, los jurados opinaban sobre los platos elegidos y el accionar de los participantes desde atrás del pasaplatos. “No va a llegar con el tiempo”, “Debería tener el aceite caliente”, “No veo que se haya cocinado bien la cebolla”, lanzaban mientras observaban con atención a través de las grandes pantallas.
No conformes con lo que veían, Irigoyen y Oggero pidieron poner un freno e intercambiaron lugares con los participantes, pasando isla por isla para analizar cada preparación. Morrones quemados, caos en la cocina, falta de condimento en el relleno fueron algunas de las marcaciones que hicieron mientras los dueños de los platos escuchaban atentamente del otro lado del pasaplatos.
Una decisión peleada
“Estamos viviendo con mucha ansiedad esta etapa de contratación. Es hermoso el restaurante; el sueño de muchos (…). Cada uno de ellos vino con el plato que lo representa, ese caballito de batalla que sienten que puede conquistar el paladar de nuestro jurado”, dijo Zampini mientras le advertía a los concursantes que no pierdan de vista el reloj que sólo marcaba 6 minutos 45 segundos para terminar.
“9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1… ¡Tiempo, cocineros! Todos un paso para atrás”, gritó la conductora mientras destacaba el compromiso y la entrega de cada uno. “¿Están listos para la evaluación?”, preguntó ante el nerviosismo de los tres participantes.
Antes de que sus platos pasen del otro lado y sean juzgados, la conductora explicó las reglas de esta nueva instancia. “Una vez que sean degustados por nuestro jurado puede haber tres posibilidades: una, que les guste el plato, que se abra el pasaplatos y el participante quede contratado. Dos, que no les guste y que lo devuelvan, quedando así eliminado. Tres, que no se pongan de acuerdo. Entonces, los encargados de decidir si el participante queda contratado o no son nuestros comensales que están en el salón restaurante. Ellos tendrán un voto cada uno”, explicó.
El primero en recibir la devolución fue Isaías. Mientras que los chefs destacaron la óptima presentación y lo bien condimentado que estaba el relleno del morrón, también coincidieron en que las papas no eran bravas como el cordobés había prometido. “Me hubiera encantado que traigas algo más regional. Las papas no son bravas porque la salsa picante no está y el morrón está crudo”, dijo Dolli mientras Gabriel aclaró por qué para él Isaías debía quedarse: “Empezó mal por el corte y se pudo recuperar. Tiene mucho para corregir”.
Como no se pusieron de acuerdo, el plato debió ser degustado por los comensales que se encontraban en el restaurante. Así fue como, en tan solo tres minutos, el concursante tuvo que rearmar el emplatado en tres porciones nuevas. Tras dos votos positivos y uno negativo, el cordobés obtuvo una segunda oportunidad y se quedó en el certamen.
Lamentablemente sus dos compañeros no tuvieron la misma suerte. Mientras que a Romina se le criticó lo salada que estaban las papas rostie y la carne pasada, al participante oriental se le remarcó no haber logrado el sabor ni el crujiente necesario en ese tipo de plato. Y si bien ambos quedaron inmediatamente descalificados, su reacción fue totalmente distinta. Mientras que ella rompió en llanto, quedándose sin palabras, Tomás agradeció la posibilidad de haber podido mostrar un poco de su cultura y sus platos. “Seguramente voy a mejorar para que la gente siga disfrutando de mi cocina”, advirtió el joven de 25 años.
Segunda ronda
Después de despedir a los primeros concursantes, una nueva ronda volvió a empezar. Esta vez, Jesica Micciolo se lució con un cerdo con puré de batatas, Lucas De Stasio intentó apelar a la emoción con un pastel de papas tradicional y Sandra Fredes, quien tiene un emprendimiento de viandas con sus hijas, apostó por unos sorrentinos de ricota y parmesano.
“Este no es un concurso para ver qué plato está rico. Van a manejar un restaurante”, recalcó Dolliy Irigoyen mientras analizaba las nuevas preparaciones. Tras pasar nuevamente por cada estación y hacer las correcciones pertinentes, llegó una nueva resolución. Mientras que Jesica contó con tiempo de sobra para el emplatado, sus compañeros llegaron casi al límite con el tiempo.
“Mucho sacrificio”, dijo Micciolo entre lágrimas, mientras advertía que siempre la peleó desde abajo y estar en el programa ya significaba un montón. Para su sorpresa, el jurado destacó el punto de cocción de la carne, la salsa y lo sabroso que estaba y su pase a la siguiente instancia fue instantánea. “Jesi, sos la primera cocinera contratada para nuestro restaurante”, dijo Zampini mientras la aficionada cambiaba el llanto por saltos de emoción.
Lucas no corrió la misma suerte que su compañera. “No lo voy a probar porque no está logrado, no se terminó de cocinar”, lanzó Irigoyen contundente mientras su colega probaba la cocción del puré, que tampoco superó sus expectativas. “La foto final de lo que era esa mesada en un restaurante no va”, coincidieron ambos dejando al participante fuera de juego.
Los sorrentinos verdes de Sandra fueron los últimos en ser probados. “Masa bien, relleno sabroso, pero hay que enseñarle a tener disciplina de restaurante”, aclaró Dolli mientras Oggero definía a la preparación como un plato súper fino. “¿Está contratada?”, preguntó Zampini mientras la emprendedora de viandas esperaba atenta la resolución de los chefs. “Es un clásico, está muy bien hecho a pesar de las dificultades”, agregó la chef mientras la participante festejaba bailando.
“Ahora solo quedan 16 vacantes”, anunció la conductora, remarcando lo difícil y exigente que había sido esta jornada y lo que se venía por delante. Es que, una vez finalizada esta etapa y elegidos los 18 contratados, el restaurante abrirá sus puertas. Cada viernes, habrá una jornada de eliminación con un chef especialista invitado y nueve comensales que participarán de la elección del mejor; ese que tendrá la posibilidad de convertirse en socio del restaurante Pasaplatos.
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