Pasan los programas, quedan las estrellas: cómo hicieron Mirtha, Susana, Tinelli y Suar para seguir dominando la pantalla chica
Con el correr de los programas, épocas y modas, y los mismos nombres de siempre dominan la agenda de la televisión abierta; en estos días, temas de fuerte actualidad se mezclan con su natural talento para mantenerse todo el tiempo en el radar mediático
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¿De qué hablamos cuando hablamos de televisión abierta en la Argentina? Con toda seguridad no conversamos todo el tiempo de las mismas cosas, sobre todo al hablar de programas. Gran Hermano hoy está en boca de todos, pero durante el largo tiempo en que desapareció del aire casi nadie se acordó de él para sumarlo al debate televisivo. Y en el caso de otros géneros las conversaciones se encienden o se enfrían de acuerdo a los vaivenes de su presencia en la grilla de los canales. Allí están, sin ir más lejos, los casos emblemáticos de las ficciones que retroceden y los entretenimientos que avanzan.
No hay nada sorprendente en este cuadro. Cualquier escenario televisivo podría repetir con pequeñas variaciones un esquema de estas características. Así funciona (y evoluciona) la TV abierta, a través de sucesivas olas o capas de renovación que funcionan como actualizaciones de géneros que nunca pierden del todo su esencia. El núcleo de cada una de estas expresiones televisivas permanece invariable.
Lo más notable de todo es que este instinto conservador se mueve todavía más lejos de lo que es considerado habitual en el caso argentino. Nuestra TV ofrece un fenómeno de persistencia que resulta verdaderamente colosal. Pasan los programas, pasan las modas, pasa todo lo que a primera vista se altera o se modifica, y la agenda televisiva nos muestra en primer plano a las figuras de siempre. Nombres propios que vuelven en estos días a encumbrarse y a acaparar el protagonismo como ocurrió tantas y tantas otras veces en las últimas décadas.
¿Por qué estamos tan atentos a las novedades que surgen alrededor del presente de Mirtha Legrand, Susana Giménez, Marcelo Tinelli y Adrián Suar? Porque ninguna otra personalidad televisiva logró consolidar en el tiempo un peso específico similar como para rivalizar con esos nombres dentro del star system mediático.
Hay un quinto apellido que merece ocupar un lugar a la altura de los mencionados, y así lo hizo durante muchísimo tiempo. Pero la actualidad de Guillermo Francella, por decisión propia, está instalada en otro espacio de alto perfil y elevada repercusión. Su presencia actual en el streaming (extraordinaria, por cierto, en el papel central de la serie El encargado), más una serie de proyectos que apuntan mucho más al cine y al teatro, alejaron circunstancialmente a Francella de la TV abierta. Hasta que se produce un nuevo regreso a la pantalla de los viejos episodios de Casados con hijos, que archirrepetidos y todo conservan una extraordinaria vigencia. En ese momento, que no tardará en repetirse, los “fabulosos cuatro” volverán a ser cinco.
Como por ahora no hay indicios de un inminente regreso de los Argento a la TV de aire (sus temporadas completas se establecieron hace poco en Netflix), la agenda mediática queda una vez más en manos de los dueños de siempre. Los motivos serán nuevos, pero la imagen no cambia.
Allí está delante de todos Mirtha Legrand, con su eterno regreso a la pantalla. Que las planillas de rating registren valores más bajos de los imaginados es una contingencia. Todo lo que se diga en las “mesazas” encuentra repercusión inmediata en medios y redes de toda clase. Lo mismo cabe para Susana Giménez, una vez más convertida en polo de atracción, ahora por la megacelebración que prepara para el festejo de sus 80 años este lunes. De este cumpleaños a lo que se diga sobre su próximo regreso a la pantalla (siempre en un canal abierto) hay una línea directa.
A la misma altura reaparece Marcelo Tinelli, que también mañana protagonizará el primer cierre de temporada en la pantalla de América de su ya clásico “Bailando…” Inmediatamente después de sumar un nuevo ganador a la historia de ShowMatch, Tinelli seguirá haciendo un firme y muy fuerte acto de presencia en la pantalla. Se hablará mucho del balance de este primer ciclo y de la situación del conductor en su función de máximo responsable artístico de la programación de América en un momento problemático de la TV abierta local, condicionada por la estrechez económica y la escasa disposición al riesgo que muestran sus creadores.
Que el anunciado reality documental sobre la vida de Tinelli y su familia se produzca fuera de los canales de aire (se va a estrenar en exclusividad a través de la plataforma Amazon Prime Video) es lo de menos. Toda la pantalla indiscreta de la TV abierta, como viene ocurriendo con los avatares de este último ShowMatch, estará atento a todos los detalles del lanzamiento y lo que Tinelli diga y haga allí.
El último integrante de este cuarteto es, por supuesto, Adrián Suar. Está todo el tiempo en la lupa mediática por su gestión cotidiana como responsable máximo de la programación de eltrece. Pero en estas horas aparece de nuevo en el centro de la atención por la repercusión televisiva del estreno de su nueva película. ¿Cómo no iba a hacerlo desde la estratégica y privilegiada vidriera que le ofrecía Mirtha Legrand en su mesa? Allí empezó la polémica entre Suar y el presidente Javier Milei sobre el capítulo cultural de la Ley Ómnibus que todavía perdura. La TV abierta funciona también en este caso como gran caja de repercusión de este desencuentro. No es habitual verlo a Suar, siempre moderado y contemporizador, instalado en el centro de una discusión tan encendida.
Podría decirse que la permanencia de estas figuras en el primerísimo plano es el mejor reflejo de la invariable impronta conservadora que tiene nuestra televisión abierta. Sabemos que es un medio por definición endogámico y refractario al cambio. En otros lugares del mundo también se registra este tipo de ejemplos, nombres con peso propio que lograron permanecer largas décadas como protagonistas de la pantalla en el mundo de la TV abierta sin que su poder y su influencia disminuyeran lo suficiente como para dejarlos definitivamente a un lado.
En el capítulo argentino de esta tendencia, al menos, se aplica aquella máxima que Umberto Eco y Jean-Claude Carrière enunciaron durante las espléndidas charlas compiladas en Nadie acabará con los libros. En esas páginas ambos defienden (palabras más, palabras menos) la idea de que no hay nada más obsoleto que cierto tipo de novedad.
Eco y Carrière citan en el libro ejemplos tomados de la innovación tecnológica que rápidamente queda viejo (el VHS o el diskette, por caso), pero podríamos tranquilamente aplicar, como en este caso, la misma tesis en el terreno mediático. Mirtha, Susana, Tinelli y Suar encontraron la fórmula definitiva para mantenerse en el aire. Son los únicos que encontraron la manera de llevar a la lógica televisiva una idea de hierro: no hay cambio sin continuidad ni continuidad sin cambio.
Esa fórmula, por lo misteriosa y casi secreta, se asemeja a la de alguna bebida muy popular. Sus ingredientes se mezclan de un modo difícil de descifrar, pero nunca faltan el carisma, la intuición, la perspicacia para medir la temperatura del imaginario popular, el conocimiento pleno del medio, el suficiente talento para inventar frases o consignas perdurables en la memoria colectiva y una capacidad de adaptación fuera de lo común. ¿De qué hablamos cuando hablamos de televisión abierta en la Argentina? De esos pocos nombres propios, los de siempre, que poseen esos atributos y los siguen poniendo en práctica.
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