Pablo en nuestra piel: el romance prohibido que lanzó a la fama a María Valenzuela y Arturo Puig
El amor de una alumna y un profesor, poesías, risas y la mano de un autor extraordinario son los condimentos de esta novela que fue un gran éxito en 1977
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Pablo en nuestra piel fue la primera novela protagonizada por María Valenzuela, y el espaldarazo de Arturo Puig como galán, luego de hacer Carminia y varios episodios de Alta comedia. “Se paraba el país para verla, yo creo que tuvo más rating que Grande Pa!”, arriesga el actor, 44 años después.
Escrita por Alberto Migré, fue el gran éxito de ese año, 1977, y salía al aire los martes a las 22, por el viejo Canal 13. Fue una de las últimas novelas de la televisión en blanco y negro, y contaba la historia de Micaela Manzi (Valenzuela), una joven de una familia adinerada, huérfana de madre, con un padre muy ocupado en sus negocios y al cuidado de una tía, cuya vida daba un giro inesperado cuando se enamoraba perdidamente de su nuevo profesor de historia, Pablo Púan (Puig). Ambos viven ese amor como pueden, a pesar de las diferencias económicas y sociales que los separan.
Una de las particularidades de esta novela es que Migré eligió muchas poesías de amor de Pablo Neruda, Jacques Prevert y Julia Priluzky Farnny, y de esa manera los protagonistas alimentan su relación. El elenco se completaba con Susy Kent, Antuco Telesca, Beba Bidart, Blanca Largota, Guillermo Rico, Marita Battaglia, Ricardo Darín, Pablo Codevila, Dorita Ferreyro, Ivonne Fournery, María Ibarreña, Paquita Más, Mabel Pessen, Gloria Raines, Mario De Rosa, Robero Osona, Carlos Artigas, María Cignacco, Cristina Murta, Sandra Sandrini, Diego Varzi y la narración de Julio César Barton. La producción era de Migré y la dirección, de Carlos Berterreix.
La pareja fue tan fuerte que se repitió al año siguiente en otra novela del mismo autor, Como vos y yo toda la vida. A su vez, Valenzuela y Puig venían de hacer un ciclo de unitarios de Alberto Migré, El tema es el amor. “La idea era que Arturo estuviera fijo en el programa pero que las actrices fuéramos rotando. Yo grabé el primer capítulo y la pareja gustó tanto que me quedé hasta el final; fue un ciclo de verano. Y ese mismo año hicimos Pablo en nuestra piel”, recuerda María Valenzuela, en diálogo con LA NACION.
Puig también rememora la manera en que lo convocaron: “Migré fue al estreno de la película Los días que me diste, que hice con Inda Ledesma. Yo lo conocía de vista, pero nunca habíamos hablado. Se me acercó y me dijo: ‘usted y yo vamos a trabajar juntos y vamos a hacer un éxito’. ‘Bueno, encantado’, respondí, porque Migré era Dios en ese momento. Efectivamente, pasó un año y me llamó para hacer El tema es el amor. Cuando terminamos me dijo que quería hacer una novela que contara la vida de un profesor que se enamora de una alumna. En ese momento yo tenía una moto porque, como siempre, admiraba a Steve McQueen, y le propuse que el profesor, en vez de ir de traje, muy formal, fuera en moto y en jeans, con un blazer. Le gustó la idea, dijo que iba a modernizar mucho la novela”.
“Arrancamos y el primer programa fue casi un monólogo de mi personaje. La historia era que Pablo se había ido a Venezuela porque quería probar fortuna como cantante, pero le fue muy mal y vivía en una pensión hasta que regresara a Buenos Aires y retomara su trabajo como profesor. Migré se había entusiasmado mucho con un libro sobre la vida de Anthony Quinn y había momentos que tenía que decir párrafos enteros de esa novela. Todo eso en el primer programa... Había que estudiar como loco en esa época”, relata Puig.
Cada palabra tiene su sonido
Las grabaciones eran dos días a la semana, uno en el estudio y otro en exteriores, y el propio Migré, que además del autor era el productor, iba a supervisar cada detalle. “Alberto venía siempre a las grabaciones porque él ponía la música del programa, elegía todos los temas, y estaba al lado del director. Bueno, cuando terminamos de grabar ese largo monólogo, Alberto se acercó y me dijo que estaba bien, pero que había hecho una adaptación del libro. Le pregunté entonces qué había dicho y me contestó: ‘Mire: acá yo puse copa y usted dijo vaso’, porque no nos tuteábamos. Le respondí que era lo mismo y entonces me dijo: ‘No, no es lo mismo, porque no tienen el mismo sonido’. Yo estudiaba la letra días enteros, y mis compañeros también claro, porque había que decirla exactamente como estaba escrita. Después nos hicimos amigos y le decía que no tenía que ser tan exigente, que era difícil. Y él me decía que pensaba cada palabra, a veces durante muchos minutos, porque todas tienen un sonido diferente. Era un autor extraordinario”, recalca Puig.
La pareja de Valenzuela y Puig calentaba la pantalla de Canal 13: “En ese momento los actores no sabíamos el rating de los programas, y nos dábamos cuenta del éxito por las cartas que llegaban al canal. Había momentos en que veíamos cinco bolsas enormes llenas de cartas”, dice Puig. Y Valenzuela agrega: “Que Migré me diera la oportunidad de protagonizar Pablo en nuestra piel fue el súmmum. Un éxito increíble... Yo era una de sus preferidas”.
Poesías que enamoran
“Era un elenco maravilloso. Migré tenía un grupo de actores grandes como Antuco Telesca o Mario de Rosa, que habían trabajado mucho en radio. Y en un momento no sabía qué hacer con el personaje de Mario, estaba preocupado realmente, y se le ocurrió que recitara poemas en la medianoche de un ciclo radial. Fue un acierto, pero María y yo también decíamos poesías y además de la letra había que estudiar las poseías (ríe). Por ese entonces Julia Priluzky Farnny había publicado un libro que le gustaba mucho a Alberto y en todos los capítulos ponía una poesía suya… Fue tal el éxito que el libro se convirtió en best seller”, se sorprende Puig.
El actor da también algunos detalles sobre la forma de escribir de Migré: “Antes se escribía en stencil, y luego se mandaba al canal donde se hacían las copias para todos. Un día se le hizo tarde y no llegó a terminar. Le gustaba ver el programa en su casa, tomando un café con sus padres, y no antes aunque tenía esa posibilidad, pero decía que tenía que verlo como todos, para sentir lo mismo que sentía la gente. Y cuando terminaba la novela recién ahí empezaba a escribir el próximo capítulo. Esa vez fui a la casa, me recibieron sus padres, me invitaron con un café y mientras lo tomaba yo escuchaba ruidos arriba, una silla que iba y venia. Y de pronto bajó Alberto con los pelos parados, cara de cansado porque había escrito toda la noche y recién terminaba el libro. Ahí me di cuenta de una cosa muy importante y es que tenía razón en que los actores debíamos decir las palabras exactamente como las ponía él, porque le ponía mucho trabajo y esfuerzo”.
Pausas e intenciones
Antes de las grabaciones se ensayaba, indefectiblemente. Y Puig revela el motivo: “Ensayábamos el día anterior a grabar, pero no era un ensayo de movimientos sino que leíamos el libro y Migré indicaba las pausas, las intenciones. Una vez me dijo: ‘Acá tenés que hacer una pausa, que la gente agarre el dial del televisor y vaya al 11, al 9, al 7 y cuando vuelva, recién hablas vos’”, ríe Puig con el recuerdo. Y agrega: “Ricardo Darín hacía de mi sobrino y siempre fuimos muy tentados, nos moríamos de risa. Una vez Migré explicó una escena con descripciones insólitas. Por ejemplo, ‘entrás y ves a fulana y sentís que te elevás en el aire, que te crecen las manos’. Él quería decir que veía a la chica y le pasaban cosas, y con Ricardo decíamos por lo bajo, ‘nos convertimos en monstruos’, y nos reíamos tanto... Entonces Migré paraba la lectura y preguntaba de qué nos reíamos, y nos echábamos culpas como dos chicos, y nos mandaba afuera por un ratito”, cuenta entre risas.
“Fue una novela muy importante. Se paralizaba el país con Pablo en nuestra piel. La izquierda del libreto de Alberto era famosa, porque especificaba los pensamientos de los personajes. Era un genio. Después hice cuatro novelas más con él porque nos llevábamos muy bien. A veces le tiraba ideas y quizá no me daba bolilla, pero me escuchaba. Era un tipo fantástico”, finaliza Puig.
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