Premios Martín Fierro 2019: omisiones y sorpresas en las nominaciones
Aquí y en todas partes siempre hay dos maneras de mirar con espíritu analítico cada lista de candidatos a algún premio relevante del mundo del espectáculo. De un lado está la nómina propiamente dicha: allí quedan en evidencia presencias y ausencias, menciones y omisiones disimuladas o flagrantes, nombres incómodos y apariciones forzadas. Del otro, el diseño y la conformación de las categorías.
La primera dimensión está eternamente abierta a las discusiones sobre quiénes están y quiénes faltan. La hoguera de las vanidades faranduleras puesta a prueba al máximo a través de un reparto que en el caso del Martín Fierro resulta infalible. Todos los años hay errores, confusiones, polémicas y quejas. Por debajo de los egos, hay varias objeciones muy razonables, una historia que se repite.
En la segunda dimensión aparecen connotaciones más preocupantes. Aquí ya no se discute si estuvo bien que un nombre aparezca o no entre los candidatos, sino un debate sobre el propio estado de la televisión abierta en la Argentina. La industria televisiva casi en pleno y la propia comunidad artística siguen reconociendo al Martín Fierro como el galardón más genuino, legítimo y representativo de su tipo, el que mejor reconoce los méritos televisivos acumulados a lo largo de un año completo. En ese aval está implícita la aceptación de que las categorías premiadas (un total de 33, según Aptra) responden con exactitud a la actualidad del medio.
Sin embargo, en una época de cambios vertiginosos reconocidos hasta por los más tradicionalistas, la televisión abierta debería adaptarse a ellos también a la hora de los reconocimientos. Y si no lo hace por el invariable reflejo conservador que tiene este medio, al menos debería evitarse el riesgo de caer en las confusiones más elementales. Es lo que viene ocurriendo desde hace varios años de manera recurrente al menos con cuatro de las categorías que reparten premios en el Martín Fierro: programa de entretenimiento y reality por un lado, y programa de interés general y producción integral por el otro.
Sobran incongruencias en este sentido con la simple observación del reparto de candidaturas en dichos rubros. De los nominados al MF de este año como mejor programa de entretenimientos, La tribuna de Guido y Pasapalabra podrían razonablemente cumplir con los requisitos básicos de este rubro: ambos se apoyan en juegos con determinadas reglas y desafíos que los participantes tienen que superar para llevarse alguna recompensa.
Pero si se incluye aquí a La voz argentina, una suerte de reality documental que no es un juego, sino una competencia de destrezas que permitirá a personas anónimas convertirse (si ganan) en profesionales de determinada actividad, además de ganar fama y repercusión, ¿no debería competir mano a mano con Bake Off, un programa de las mismas características pero con cocineros en vez de cantantes, que en cambio aparece como candidato a mejor reality?
Las mismas incoherencias saltan a la vista si sumamos los otros dos rubros mencionados. ¿A qué llamamos "programa de interés general"? Si tomáramos en cuenta las mediciones de audiencia, ¿por qué no se incluyó en esta categoría a La voz argentina? A juzgar por el rating, grandes y chicos, televidentes de toda extracción social y económica siguieron el programa con bastante entusiasmo. ¿Qué otra exigencia tendría un programa de TV para ser considerado de "interés general"?
Con ese mismo criterio, Como todo (Net TV) debería quedar al margen de este rubro, porque la cocina podría verse como razón de un "interés particular", el de aquéllos que quieren ver cómo se cocina desde la pantalla. Y en el caso de las producciones integrales, ¿cuál es el sentido de incluir en ese lugar a ShowMatch y no a La voz argentina o Bake Off, que responden más allá de alguna cuestión de escala a las mismas características?
Varios de los programas recién mencionados deben buena parte de sus exitosas rutinas a un trabajo previo muy laborioso de sus equipos de casting. También se lucen a partir de la meritoria labor de sus equipos técnicos y artísticos, muchas veces mencionados casi al pasar en graphs que pasan por el aire a la velocidad del rayo, sin que podamos apreciar y reconocer sus nombres. Es hora de que algún premio televisivo reconozca por fin estos méritos que hablan de la televisión de hoy y no de un modelo mediático que el reparto y distribución de categorías del Martín Fierro deja a la vista como algo superado por el tiempo.
Volviendo a la primera dimensión, la flamante lista de nominados al Martín Fierro 2019 también presenta incoherencias muy visibles. ¿Cómo se explica la falta de correspondencia entre los noticieros candidatos al premio y sus respectivos conductores, flagrantemente omitidos? El caso de Telefe Noticias es el más ostensible. Como si los merecimientos de los informativos fueran juzgados de un modo y el de sus protagonistas de otro.
Hay varias preguntas más que cualquiera podría hacerse recorriendo las listas de nominados. ¿Peligro sin codificar es un programa humorístico que hace referencias a la actualidad, como sí ocurre con Polémica en el bar y Bendita, sus compañeros de terna? ¿Por qué se insiste en llamar "programa unitario de ficción" a lo que es lisa y llanamente una serie o miniserie? ¿Qué sentido tiene incluir en una misma categoría, la de programa deportivo, a dos talk shows de discusión futbolística y una cobertura a plazo fijo como la de los Juegos Olímpicos de la Juventud, con parámetros completamente distintos de producción, conducción y análisis? ¿Cuál sería el criterio para diferenciar al nominado por labor periodística con el candidato al MF como panelista? Que se sepa, Romina Manguel , en el primer caso, y Paulo Vilouta, en el segundo, cumplen la misma función en sus respectivos programas.
Por el lado de las categorías actorales también hay algunas cuestiones difíciles de entender, como la de incluir a Gerardo Romano entre los nominados a mejor protagonista de un unitario o serie. Romano volvió a destacarse como alcaide en El marginal 2, pero su labor en ese ciclo es claramente secundaria. Los protagonistas son otros: Esteban Lamothe, Claudio Rissi, Nicolás Furtado. Romano y Roly Serrano son a todas luces actores de reparto de El marginal 2, pero sólo el segundo es reconocido por ocupar ese lugar. Lo más justo hubiese sido incluir a ambos entre los candidatos a mejor actor de reparto por unitario o serie.
A partir de las 19, el domingo 9 de junio, desde LA NACION seguiremos el minuto a minuto de la alfombra roja de la ceremonia de premios de los Martín Fierro, así como todo lo que pase durante la entrega.
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