Nicolás del Boca (1928-2018): pionero de la TV argentina, convirtió su apellido en una marca exitosa
Ninguna historia de la televisión argentina estaría en condiciones de reflejar de manera cabal su evolución conceptual y técnica sin una mención destacada, casi de privilegio, a la figura de Nicolás del Boca , que acaba de fallecer a los 90 años. Tres días después del comienzo oficial de las transmisiones de TV en nuestro país ya ocupaba un lugar estratégico en la ardua organización de la puesta en el aire que se hacían en el viejo Canal 7, y desde allí fue sumando tareas, desafíos y destrezas hasta convertirse en uno de los más importantes directores integrales que recuerda el medio.
Al mismo tiempo, su apellido fue transformándose en una suerte de marca identificatoria que con el tiempo se hizo muy popular gracias a la llegada inmediata al público de los programas protagonizados por su hija Andrea desde sus precoces inicios en la década del 60. Desde allí, detrás de las cámaras de todos los títulos de la exitosa carrera de Andrea del Boca siempre estuvo la muy competente y profesional mano de su padre. Esta dimensión familiar quedó una vez más a la vista en las últimas horas: el anuncio del fallecimiento de Nicolás del Boca la hizo su yerno, Enrique Torres, autor de algunas de las novelas de mayor repercusión protagonizadas por Andrea y esposo de Anabela, destacada vestuarista. Nicolás del Boca tuvo tres hijos como fruto de su matrimonio, en 1957, con la actriz y bailarina Ana María Castro, que a partir de entonces dejó la actuación y más tarde se dedicó a tiempo completo a coordinar y supervisar cada una de las producciones protagonizadas por Andrea y dirigidas por Nicolás. El "clan Del Boca" entraba en su apogeo.
En el primer volumen de su documentado recorrido por la historia de la televisión argentina y a partir de un testimonio de Samuel Yankelevich, Jorge Nielsen incluye a Nicolás del Boca entre las cuatro personas que manejaron desde los balcones del edificio principal del Banco de la Nación las cámaras dela transmisión inaugural de la televisión argentina, el 17 de octubre de 1951, durante una concentración popular en la Plaza de Mayo convocada por Juan Domingo Perón y su esposa Eva.
Otros historiadores de la TV, Carlos Ulanovsky y Luis Buero, enriquecieron el retrato con el aporte en primera persona del propio Del Boca, criado en el barrio porteño de Villa del Parque. Antes de llegar a la tele había sido obrero metalúrgico, tornero mecánico y hacía fotografías para casamientos y encuentros sociales. En la búsqueda de materiales fotográficos conoció a Pepe Guerrico, uno de los grandes pioneros de la televisión argentina, por entonces propietario de laboratorios de cine. Del Boca le contó a Buero que Guerrico lo invitó a sumarse a Canal 7 el 20 de noviembre de 1951. "Yo no sé qué puedo hacer en la televisión con estas manos", le dijo del Boca a Guerrico. Empezó como tira cables y manejando el "dolly", ese carrito por entonces bastante pesado sobre el cual estaban montadas las cámaras. Contaba que en esos tiempos de gran improvisación "el mayor secreto consistía en poner atención".
El momento en que Del Boca se inició como ayudante de cámaras coincidió con la mudanza del viejo Canal 7 desde el Ministerio de Obras Públicas a los subsuelos del Hotel Alvear, donde funcionaba un teatro que sirvió como escenario principal de las transmisiones. Su destreza quedó por primera vez a la vista en la transmisión inicial en directo de un partido de fútbol en la Argentina. Jugaban San Lorenzo y River y, al parecer, la multitud que concurrió al viejo Gasómetro no dejó llegar al lugar de transmisión ubicado en lo más alto de una tribuna al director designado, Eduardo Celasco. "Me llama desde el control Samuel Yankelevich y me dice que hay que transmitir –le contó Del Boca muchos años después a Luis Buero en su Historia de la televisión argentina-. Había empezado el partido y yo nunca había manejado la cámara, así que estaba mareado enfocando las jugadas, siguiendo la pelota. En una de esas veo una jugada complicada y para simplificar las cosas doblé la cámara y enfoqué al arco antes de que se produjera el gol. Los televidentes no pudieron ver la jugada previa y nadie entendía cómo había adivinado que iba a ser gol ¡Si esas cosas pasaban hoy nos echaban a todos!"."
La carrera de Del Boca detrás de las cámaras no dejó de evolucionar y con el tiempo se empezó a hablar cada vez con más admiración de su destreza técnica, a tal punto que logró rápidamente dejar para siempre la tornería para consagrarse a su nueva y desafiante profesión. Así logró, entre muchos otros méritos, que se bautizara con su apellido una toma dificilísima para la época, en la que todo un elenco aparecía en un decorado con la cámara enfocándolo desde alguna puerta o ventana. En 1954 ya era director y su primer trabajo, según Nielsen, fue Mujeres inolvidables, ciclo que marcó el debut televisivo de la recordada Myriam de Urquijo, y poco después, como responsable de la gerencia de producción de Canal 7, le abrió las puertas de la emisora a nuevos talentos de su especialidad como María Herminia Avellaneda y Martha Reguera.
Con el tiempo, el trabajo de Del Boca se fue afirmando y haciéndose constante como director de cámaras de varios ciclos que en sus respectivos momentos de estreno dieron mucho que hablar. Dirigió innumerables programas musicales y, sobre todo, adaptaciones de obras teatrales clásicas (fueron muy elogiada en 1971 la puesta de Madame Bovary que protagonizaron Norma Aleandro y Susana Rinaldi y algunos episodios de Alta comedia) o clásicos del teleteatro criollo, como Cuatro hombres para Eva.
También fue uno de los artífices de la llegada a la televisión de Alberto Migré, con quien hizo uno de sus primeros éxitos: Lo mejor de nuestra vida, nuestros hijos, en 1967. En ese tiempo también llegó a dirigir el muy popular ciclo de predicciones astrológicas conducido por Horangel y algunas de las clásicas telecomedias de Darío Vittori. Hasta que decidió concentrarse casi con exclusividad a desarrollar las ficciones protagonizadas por su hija desde un múltiple compromiso: mentor, productor, director integral y hasta responsable del manejo de los derechos de la venta internacional de cada uno de esos exitosos ciclos: Andrea Celeste, Señorita Andrea, Los cien días de Ana, Estrellita, Antonella, Perla Negra (cumbre en materia de repercusión), Zíngara y Mía, solo Mía. El clan Del Boca había llegado a su máxima expresión y hasta tuvo en 2010 un curioso episodio cinematográfico con Un buen día, largometraje que Nicolás dirigió en California a partir de un guión de Torres y la presencia protagónica de Lucila Polak (la actual pareja de Al Pacino, que aparece en los créditos como Lucila Solá) y Aníbal Silveyra. Andrea del Boca hace allí una brevísima aparición. Esta película, un melodrama estrenado en la Argentina con unánimes críticas negativas, funciona hasta hoy como festejado título de culto en algunos círculos.
Padre e hija trabajaron juntos hasta el final, desde Esa mujer hasta el cuestionado e inconcluso proyecto de Mamá corazón, con derivaciones que se encuentran hoy en pleno tratamiento judicial. Nicolás del Boca no volvió a involucrarse en compromisos televisivos ajenos a su familia, a la que concentró su dedicación plena después de brillar en un medio al que acompañó desde su nacimiento.
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