Murió Carmen Morales, exesposa de Gerardo Sofovich y eterna manicura de La peluquería de Don Mateo
Estuvo casada con el productor durante tres décadas y era la madre de Gustavo Sofovich; quedará en el recuerdo del público como Alelí, personaje que permaneció durante décadas en el popular sketch
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Le tocó a Carmen Morales, fallecida en esta ciudad a los 81 años, la peculiaridad de ser recordada por varias generaciones de televidentes argentinos por un único personaje desplegado a lo largo de varias décadas en un espacio igual de inalterable. Morales quedará para siempre en la memoria de todos como Alelí, nombre de fantasía de la eterna manicura de La peluquería de Don Mateo.
Con esa sencilla identidad sostuvo buena parte (y seguramente la más popular) de su larga presencia en la televisión. Alelí, como la inmensa mayoría de los personajes de ese sketch, fue una creación de Gerardo Sofovich, el autor, productor, empresario y luego actor que la convocó en 1963 junto a su hermano Hugo para el nacimiento de Operación Ja Ja. Desde ese momento, Morales y Sofovich estuvieron juntos la mayoría del tiempo y nunca volvieron a separarse del todo.
Morales estuvo 30 años casada con Sofovich (luego se separaron) y de esa unión nació Gustavo, el único hijo de uno de los hombres más poderosos e influyentes de la historia de nuestra televisión. También ocupó lugares relevantes en la vida empresaria de quien entonces era su marido, lo que le ocasionó más de un problema con la Justicia.
Bella y siempre muy desenvuelta frente a las cámaras, Morales mantuvo siempre un discretísimo perfil fuera de las luces del espectáculo. Esa preferencia por evitar los primeros planos logró que por bastante tiempo se mantuviera en reserva el conocimiento de los problemas de salud que terminaron apartándola definitivamente de la vida pública.
“Carmen no está. Tiene Alzheimer. No tiene sentido ir a visitarla porque hasta la presencia de gente que no conoce la perturba y le crea una respuesta de hostilidad. Verla así es muy doloroso”, dijo Gerardo Sofovich en 2014, cuando reveló por primera vez detalles del cuadro que padecía Morales.
“Aunque tratamos de hacer lo posible, no tiene cura. Tampoco hay forma de retardarla y cuando no tuvo más remedio, la interné en el mejor instituto especializado en estos casos para que la cuiden, la mimen y se sienta cómoda”, agregó.
Para entonces, Sofovich contó que Morales ya no lo reconocía. Tampoco a su hijo y a Esther Cabral, la mujer que asistió a la familia como empleada durante tres décadas. En 2019, Cabral le dijo al sitio El Informante Show que siempre consideró a Morales “como una madre” y que estaba internada desde 2008.
Sofovich se fijó por primera vez en esa mujer esbelta y de espléndida sonrisa cuando ya asomaba con nombre propio como una de las figuras femeninas de Viendo a Biondi. Todavía es posible verla, muy joven, en algunos viejos tapes de aquellos comienzos de la década de 1960. Allí comenzaba a mostrar su talento para la comedia.
Integró a partir de esa convocatoria el elenco inicial de Operación Ja Ja, que comenzó su historia televisiva el 26 de marzo de 1963. Allí también estaban Orlando Marconi, Alberto Irízar, Carlos Scazziota y Pepe Parada, entre otros. Un par de años después se sumó a una fallida versión televisiva del clásico radiofónico Los Pérez García junto a José María Gutiérrez y Blanca del Prado, hasta que ese mismo año empezó también a escribirse con ella la historia del peluquero Don Mateo.
Ese personaje popularizado después al máximo por Jorge Porcel tuvo en Fidel Pintos a su primer intérprete. Y junto al sillón del peluquero empezó a sentarse Morales como Alelí, la manicura casi silenciosa que solo emitía de tanto en tanto un sonido parecido al de una risita ingenua. Eso sí, pasaba rigurosamente todo el tiempo sin salir del cuadro.
En ese mismo 1963, Morales se casó con el director de cámaras Juan Carlos García Acha, pero el día posterior a la boda la pareja sufrió un grave accidente automovilístico que terminó con la muerte instantánea de García Acha. Morales salvó su vida, pero debió recuperarse de varias heridas durante un largo tiempo.
Ese período de convalecencia la acercó a Sofovich. El encuentro se convirtió en idilio y en un largo matrimonio de tres décadas. En 1968 nació Gustavo, el hijo de ambos, que siguió el derrotero paterno como productor televisivo. Mientras tanto, el personaje que la actriz convirtió con el tiempo en su otro yo televisivo seguía afirmándose en el mismo espacio de origen.
Primero como sketch dentro de Operación Ja Ja y luego como programa de larga duración con nombre y peso propio, La peluquería de Don Mateo mantuvo siempre a Morales como integrante de su elenco estable en un lugar que parecía indestructible. Con alguna exageración, Sofovich llegó a decir mucho después que Alelí “marcó una época”. Es más adecuado señalar que siempre funcionó muy bien dentro del marco general de la broma y que los televidentes lo convirtieron en uno de sus preferidos gracias a sus rasgos minimalistas, fáciles de identificar y de explotar.
A Morales le alcanzaba apenas una pizca de su destreza de comediante para sacarle todo el jugo a Alelí. No le exigía otra cosa que algunas muestras de genuino talento para el humor gestual. Lo demás era apenas prestarle atención a los momentos oportunos en los que le tocaba intervenir. Todo lo demás quedó en manos de Sofovich, que se las ingenió para darle una cierta evolución al personaje a lo largo de sucesivas temporadas, hasta que directamente la convirtió en 1991 en la dueña de la peluquería.
En ese tiempo Morales quedó expuesta en otro terreno. Sofovich quedó bajo investigación judicial porque mientras ejercía el cargo de interventor en Argentina Televisora Color (nombre que tuvo por entonces el viejo Canal 7, hoy TV Pública) fue acusado de comercializar en ese mismo canal programas de su propia productora, Opebar, de la cual Carmen Morales era presidenta. El caso, sobre el que pesaron acusaciones de defraudación al Estado, terminó en un sobreseimiento.
Quedará también en el recuerdo del público el paso no demasiado frecuente de Morales por el cine (fue figura secundaria en películas como Doctor Cándido Pérez, señoras; Los que verán a Dios, Villa Cariño está que arde, Los caballeros de la cama redonda) y algunos otros ciclos de televisión como El botón y El show de Barbieri y Pelele. Fuera del espectáculo, Morales se dedicó durante un tiempo al manejo de un local de venta de anteojos en Miami.
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