Moria Casán chicaneó a Susana Giménez, deseó que vuelva la convertibilidad y aseguró: “La gente está más amordazada que antes”
En medio de una entrevista a Marcelo Polino, en la que el periodista recordó la época en la que durmió en plazas y trabajó como mago, la diva se despachó sobre algunos de los temas candentes
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Feliz por lo que sabía que iba a ocurrir, Moria Casán recibió este viernes en su programa, Moria es Moria, a su amigo Marcelo Polino. Ya desde la presentación, los dos exjurados del “Bailando por un sueño” dieron cuenta de la confianza que existe entre ellos. “Quiero empezar agradeciéndole a Ethel porque por ella vos estás acá. Estoy segura de que ella está sobrevolando este lugar”, le dio la bienvenida la diva, refiriéndose a la madre del periodista, fallecida en mayo de 2019. “Nosotros hablamos por teléfono todos los domingos y ella siempre me manda saludos para mi mamá. Por ahí yo estoy con alguien, escuchando en altavoz, y me dice: ‘Pero tu mamá murió hace dos años’. Bueno, ella la saluda igual”, explicó el invitado. Y agregó: “Que nunca devuelva el saludo o se filtre en una conversación nuestra porque terminamos todos en un psiquiátrico”.
Luego del ataque de risa de ambos, la conductora le pidió a su amigo que haga un repaso de su historia. “Me pasó lo que le ocurre a los jóvenes del interior, que vienen a Buenos Aires y no conocen a nadie. Yo soy de Tres Arroyos, y vine a la casa de mis padrinos, que me cobijaron, pero al año, gentilmente, me invitaron a que me retirara”, comenzó recordando Polino. “Y está bien... Yo era un pibe de 17 años al que casi no conocían... Lo que pensé fue: “No me iba a volver a Tres Arroyos. Ya había llegado hasta acá; me quedo. Pero no tenía dónde dormir y tuve que dormir en plazas algunas veces”, reveló.
Pero, quitándole peso a la anécdota, explicó: “Nunca lo conté como algo triste. Yo tenía un objetivo al que quería llegar y por eso no lo viví mal. Esto pasó en verano. Me fui cerca del Obelisco porque era chico y tenía miedo de que me pasara algo, por eso elegí un lugar en el que había luz y movimiento de gente. Ahí sabía que, por lo menos, matar no me iban a matar”.
“Empecé haciendo la limpieza en la revista Tal Cual. Generalmente, a los periodistas no nos gusta trabajar los fines de semana. Entonces, había que hacer una nota un domingo, pero nadie quería y entonces yo largué la escoba y pregunté si podía ir yo. Todos me miraron. Me anotaron cinco preguntas. Las entrevistadas eran dos hermanas gemelas que habían sido separadas al nacer y fueron criadas por distintas familias. El que las había encontrado había sido Gerardo Sofovich”, rememoró.
“Yo no era periodista”, aclaró. “Pero antes de eso, cuando dormía en las plazas, sabía que algo tenía que hacer. Entonces, caminando por la Avenida Corrientes vi una casa de artículos de magia y me compré tres trucos y arranqué animando fiestas infantiles. Un día, Pipo Pescador necesitaba un mago”.
“Hace un casting y yo me presenté con mis tres trucos. Había una fila de magos, todos con galera, con valijas... Me acuerdo que yo tenía el cuello de la camisa mojado, porque tenía una sola camisa y la lavaba a la noche para usarla de día, pero con la humedad de Buenos Aires, el cuello que era más duro no llegaba a secarse”, agregó, entre risas.
“Los tres trucos que yo tenía no eran de David Copperfield, eran más bien de El Mago sin Dientes: una varita que se transformaba en una flor, un globo del que salía una paloma... El tema es que Pipo Pescador me eligió entre 300 magos. Pasó el tiempo, me hice amigo y se transformó en mi suegro. Y cuando le pregunté por qué me había elegido, me dijo: “Porque sos muy carismático’. Y hace 27 años que estoy agarrado de esa palabra, porque nunca estudié nada, pero siempre fui gracioso para contar hasta las desgracias”.
En relación a cómo terminó siendo el suegro del animador infantil, Polino recordó: “Él me decía que tenía una hija que vivía en España. Estábamos haciendo una temporada de vacaciones de invierno y vino Carmela. Empezamos a salir y me fui a España a vivir con ella, y animaba fiestas infantiles también en Madrid. Estuvimos juntos 10 meses y cuando me separé, me fui a vivir a París. Ahora, con el precio del dólar, no sé cuándo volveremos. ¡Me conformo con ver las fotos en mi casa!”. Y Moria acotó: “Ahora se llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario que parece que es bueno. Para mí, lo bueno sería volver al uno a uno. Lo bueno sería no deberle nada a nadie, pero ya saldremos. Yo soy a favor de mi país. Nosotros bancamos a la Argentina más allá de quien esté en el poder”.
Retomando el tema de su infancia, el periodista contó: “Mis padres se separaron en una época en la que no era muy común. Yo era el único chico de padres separados en la escuela; no es como ahora que al que tiene dos padres lo miran raro. En ese momento, en un pueblo, a la señora que había sido abandonada por su marido se la miraba de modo extraño. Mi papá se fue y nunca volvió al pueblo”.
Y sumó: “Ni siquiera volvió a ver a su mamá. De hecho, ella murió sin volver a verlo. Mi mamá se hizo cargo de su suegra y la acompañó hasta el último día. A mí me crio mi abuelo, que era el gerente del banco, que en el pueblo era como ser el presidente... ¡Gerente del Banco Nación de Tres Arroyos! Él fue mi imagen paterna. Una imagen muy potente”.
A propósito de su historia de vida, Polinó reflexionó, risueño: “Tendrían que venir en la Canasta Básica los fideos, el bótox y la terapia; porque con la panza llena, sin arrugas y teniendo un lugar para no tirarle la mierda a tu familia y a tus amigos, sos más feliz. Mi espacio terapéutico es para largar todo lo que me pasa”.
Luego, los dos recordaron su pasaje por el “Bailando”. “¡Hoy estaríamos presos! A veces veo en Tic Toc las cosas que le hemos dicho a la gente y me dan vergüenza”, expresó el invitado, pero la anfitriona no estuvo de acuerdo. “A mí no me da vergüenza, me da risa. Y me encanta que un montón de gente use en Tic Toc las cosas que decíamos. Ese programa era todo una locura. Y nuestra lengua es una locura. Y, además, tendríamos que volver a hacerlo, no el programa, pero no hay que quedarse con nada en el buche; aunque nos lleven presos”, aseguró Casán.
Y fundamentó: “Aunque nos denuncien en el INADI. Siempre fui muy abierta y de incluir todo lo marginal en mi vida, pero ahora siento que hay un temor reverencial, un miedo... La gente está más amordazada que antes. Una cosa es la inclusión, y darle lugar a todo el mundo y otra cosa es lo que está pasando. La gente dice: ‘Tengo miedo de hablar’”.
“Lo que pasa es que antes nosotros no teníamos las redes sociales. Ahora cuando decís algo, a los diez minutos tenés a 300 personas que saltan, que opinan”, intervino Polino. “Y qué carajo te importa si no los conocés”, interrumpió la exvedette. “Yo uso las redes sociales para creación literaria. No me importa si me matan o si no me matan. Yo las uso para mí”, agregó.
La diva quiso seguir con el cuestionario, y cuando el invitado la vio leyendo las preguntas que la producción le había armado, la chicaneó entre risas: “¿Con todo lo que me conocés tenés que leer las preguntas?”.
“¡No! Hay una que lee hasta los nombres... Dejá que yo lea algo tuyo, te pido por favor. Una señora uruguaya, nueva”, respondió Casán, en obvia referencia a su eterna rival, Susana Giménez. Entonces, el periodista aprovechó para preguntarle si estaban enojadas. “No, no estoy peleada. Me río. La nombro, porque si yo leo algo, me hace acordar a cuando yo iba a su programa y ella miraba en la tarjeta hasta mi nombre. Me resultaba divertido, un paso de comedia”, explicó.
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