A la hora de escribir el capítulo final de Monzón, que se emitió anoche por Space y reflejó los últimos minutos de Alicia Muñiz con vida, a los guionistas de la serie se les presentó la dificultad lógica de recrear al detalle una situación que ya nadie puede contar, y que solo fue relatada en su momento por el culpable, el ex boxeador campeón del mundo Carlos Monzón. Para ello se valieron de lo que la justicia pudo probar durante la investigación que comenzó después del 14 de febrero de 1988.
"Todo lo que se muestra en el capítulo final está apoyado en el expediente, obviamente con una cuota de ficción porque lo que pasó aquella noche en [la mansión de la calle] Pedro Zanni no se sabe con exactitud", dice Francisco Varone, parte del equipo de guionistas de Monzón. Con acceso total a la causa, los escritores contaron con el asesoramiento de un abogado, que funcionó como traductor de la jerga penal y los tecnicismos forenses para que pudieran plasmarlo en la narración.
En su blog, el forense Osvaldo Raffo (fallecido en marzo de este año) reflejó los resultados de la segunda autopsia al cuerpo de Alicia Muñiz, clave a la hora de refutar la estrategia principal de la defensa de Carlos Monzón: que Muñiz había fallecido a consecuencia de una caída accidental y no de un estrangulamiento. Raffo -que fue perito por parte de la fiscalía en el procedimiento que se hizo en la morgue judicial de Buenos Aires- detallaba los resultados a los que se había arribado en la autopsia: "Hay una comprobación del examen histológico que excluye categóricamente la muerte por fractura craneal. Base de cráneo (peñasco) no se observaron en los distintos niveles de disección, sufusiones hemáticas o restos pigmentarios de transformación hemorrágica". Por otro lado, en su momento Monzón argumentó no recordar parte de lo sucedido a causa del alcohol. El informe psiquiátrico de los médicos forenses Mauricio Laner y Mario Kohan también lo desmintió: "El inculpado no padece patología psicótica alguna. No existen antecedentes clínicos ni electroencefalográficos correspondientes al homicida. No se han detectado trastornos de la conciencia de origen alcohólico al momento del hecho. Tampoco se ha detectado sintomatología alguna de alienación mental en dicha circunstancia ni se ha podido comprobar la existencia de una amnesia circunscripta como alega en sus declaraciones. Por último, se determina que Carlos Monzón no ha presentado alteraciones que le impidieran comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones".
La decisión de apegarse de la manera más fiel posible a lo que constaba en la causa hizo que los guionistas descartaran situaciones que podrían haber sido jugosas desde lo ficcional. "En uno de los podcasts que salieron con la serie, Lucho Avilés confirma lo que escribimos en el último capítulo pero le da una vuelta de tuerca más diciendo que Monzón ahorca a Alicia, llama a Olmedo para pedirle ayuda y el actor llama a un amigo de la policía que es el que inventa el plan de ‘tirala por el balcón y tirate vos atrás’. Eso no está comprobado, es lo que decía Lucho, pero podría haber sucedido y habría sido un final muy interesante. Pero eso ya no estaría apoyado en la causa", cuenta Varone.
Además de ser fidedigna en cuanto a lo que se consideró probado en la sentencia, la escena llama la atención por una crudeza que la hace tan cautivadora como difícil de mirar. "Lo que intenté mostrar es que todo el tiempo está por estallar la bomba y Alicia quiere recuperar la calma y no puede. No es una discusión que va in crescendo de 0 a 100: es como un mar que parece que se va pero vuelve. Lo que me interesaba era que de alguna manera sutil se viera cómo es imposible escapar: no importa lo que hagas, la vida con un violento va a terminar mal. No importa que intentes calmarlo, que te mojes la cara, que le des un beso. Igual se va a producir la violencia", cuenta Gabriela Larralde, otra de las guionistas de la serie.
Todo se ve de cerca, sin elipsis ni eufemismos: los últimos minutos del capítulo son la mismísima agresión machista en primer plano. "Nos parecía muy importante que la violencia fuera explícita. Que se viera a Monzón pegando, arrastrando, sujetando, a Alicia corriendo, que se viera la sangre. Eso se podía haber contado de manera más sutil, pero creo que para esta historia y este momento del país había que mostrar y ver", dice Larralde. Para todos los involucrados, el rodaje de la escena fue un momento duro: "La escribí y cuando la termine de ver actuada lloré. Y en la fiesta de fin de rodaje los técnicos me contaron que después de hacer esa escena, Jorge Román [el actor que interpretó a Monzón en su madurez] se alejó a un costado y lloró un rato largo".
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