Me gusta tu canción: una idea que llega a destiempo
Conducción: Juana Viale / Jurados: Lucía y Joaquín Galán (Pimpinela), Manuel Wirtz / Escenografía: Edgardo Bonelli / Producción ejecutiva: Andrea Quintero / Director de cámaras: Gustavo Peduto / Producción general: Nacho Viale, Diego Palacio y Julián Delorenzo / Por Eltrece, los domingos, a las 21.30. / Calificación: regular.
Me gusta tu canción llega tarde. Desembarca en la programación de Eltrece con una prolija e impecable producción para mostrar algo que ya hemos visto muchísimas veces en la historia cercana de la variante "competencia artística" de los reality shows: un certamen entre entusiastas personas anónimas dispuestas a mostrar en TV sus dotes para el canto y rivalizar por una recompensa, en este caso vacaciones pagas en los parques temáticos de Disney.
La idea no solo llega a destiempo, dispuesta a recorrer un camino ya demasiado trajinado. También quiere hacerse fuerte en su sobrepoblado campo de acción con el acento puesto en una herramienta casi excluyente: la cuerda emotiva. Recurso que no hace mucho tiempo funcionó como columna vertebral de Laten corazones (Telefé), otro fruto del mismo árbol.
Enternecerse frente a alguna historia de vida que su protagonista relata hasta llegar a las lágrimas, especialmente si se trata de un chico, es inevitable. Hay muchísimos ejemplos de superación, de lucha admirable contra todo tipo de adversidades y de sueños resueltos a cumplirse en medio de toda clase de dificultades. También aparece el legítimo impulso de una vocación artística temprana que puede encontrar en la tele su primera y feliz comprobación.
En un terreno tan gastado como el de los concursos de canto, solo alguna idea original de verdad en el diseño, los procedimientos o la elección de los participantes puede marcar diferencias. Si esto no ocurre, como en el caso que nos ocupa, la competencia no puede depender de un único factor marcado por la emotividad. Por más que el jurado aluda en sus devoluciones a la técnica vocal y a las características de la interpretación, la identidad de Me gusta tu canción depende casi totalmente del recurso emotivo. Sin otro punto de apoyo tan consistente, el programa cae una y otra vez en una constante sensiblería que no ayuda ni a los participantes ni a quienes deben orientarlos.
Este modelo podría asegurar algunos resultados favorables en el corto plazo, pero a la larga terminará volviéndose en contra por la insistencia en la búsqueda de un único instrumento. En el mediano plazo, a menos que aparezca algún caso extraordinario, el destino será la inevitable y tediosa reiteración de una única fórmula, cada vez más forzada.
A Juana Viale, dueña de una belleza natural que le garantiza una excelente presencia escénica, los nervios le jugaron en el debut una mala pasada. Esas tensiones seguramente hicieron que a ella le faltara lo que sobró a su alrededor: ese matiz emotivo indispensable para que un conductor pueda identificarse con la mística del certamen y contagiarla a los participantes a lo largo de las distintas instancias del juego.
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