La estrella de Telefe, que este domingo vuelve con la nueva temporada del exitoso talent show, recuerda su infancia, sus comienzos en el medio y las posibilidades concretas de agrandar su familia
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Este domingo, desde las 22.30 por la señal de Telefe, Marley volverá a ponerse al frente de La voz Argentina, el talent show cuya franquicia original fue producida en los Países Bajos en el 2010 bajo el título de The Voice of Holland y que se convirtió en una dura competencia para otros formatos como American Idol y Operación Triunfo.
En contraposición a lo que sucede en otro tipo de certámenes, la posibilidad de desplegar potenciales artísticos es un plus de La voz Argentina, reality que apela a destacar esos valores. “Es un gran diferencial, todos los que participan están transitando su sueño de tratar de vivir de la música y poder desarrollar su vocación. A mí también me sucedió, por eso entiendo mucho esa pasión que sienten”, explica Marley, instalado en su camarín de Telefe, ubicado a algunos metros del imponente set desde donde se emite el programa. A lo largo de la charla con LA NACION, reiterará, en más de una oportunidad, ese sincronismo entre su propia experiencia y aquello que moviliza a los participantes del programa que hoy conduce, un acto reflejo de quien no olvida sus comienzos.
“Durante la primera etapa del programa estoy con las familias, recibiendo a los participantes luego de haber cantado, algo que es muy fuerte, ya que todos vienen de intentar seducir a quienes están con las sillas dadas vueltas, esos coaches exigentes y, a la vez, admirados por ellos”, explica el conductor, quien recurre a un tono cómplice y cariñoso para facilitar el tránsito de los participantes y generar empatía en las audiencias.
Como sucedió durante el ciclo anterior, Ricardo Montaner, Soledad Pastorutti, Lali Espósito y Mau y Ricky serán los encargados de evaluar a los participantes y entrenarlos con sus consejos. Además, Rochi Igarzábal será la host digital que generará contenidos exclusivos para las redes sociales del canal y del propio programa.
La voz es un fenómeno mundial. En cada uno de los mercados televisivos donde fue producido, se convirtió en un éxito de audiencia. Argentina no fue la excepción, al punto tal que, durante 2021, fue el ciclo más visto de nuestro país. “Es el formato de talentos más perfecto”, sostiene Marley.
El domingo 5 de septiembre último, la final de la competencia cosechó un promedio de 24 puntos y tocó un pico de 25,8, números infrecuentes en la televisión actual. Aquella jornada, en la que hubo más de cuatro millones de votos de los televidentes, Francisco Benítez se consagró como el ganador. Sus virtudes vocales, su carisma y su rica historia de vida lo convirtieron en un favorito de la gente. Es de esperar que el nuevo ciclo vuelva a cosechar idéntica adhesión.
Impulsos
-Con tantas temporadas como background, ¿cuál sentís que es el principal deseo de la gente que llega a participar? ¿Tiene que ver con la consagración artística o por un impulso en busca de fama?
-Creo que buscan poder vivir a través de aquello que los apasiona. En cierto modo, puedo trasladarlo a mi propia experiencia, cuando, treinta años atrás, me presenté en la TV sin conocer a nadie. Sin embargo, me abrieron las puertas por primera vez, estando muerto de miedo y temblando.
-Tenías menos de veinte años cuando debutaste frente a las cámaras.
-Era muy joven cuando se me dio la oportunidad de salir al aire, algo que me conmovió profundamente. Estaba flasheado con esa primera posibilidad, ya que toda mi vida quise trabajar como conductor de TV, soñaba con eso. Cuando se me dio, el disfrute fue tan grande que aún lo sigo recordando. Por eso, cuando los veo a los chicos que participan en La voz Argentina, me lleva a pensar en mis 18 o 19 años, cuando yo mismo viví esa experiencia. En mi caso no fue a través de un reality, pero sí a partir de golpear puertas, ya que no conocía a nadie del medio.
A la inexperiencia mediática se le suma la grandilocuencia del estudio, que suele ser inhibir a muchos: “Entiendo los nervios que ellos viven, ya que es muy impresionante ingresar, por primera vez, a un estudio de televisión gigante, con la iluminación que tiene La voz Argentina y enfrentar esas cámaras para millones de personas”.
-Otro de los valores del ciclo es que no se limita a la participación de cantantes de Buenos Aires, sino que su convocatoria abre el juego a todo el país.
-Es un programa sumamente federal, llegan chicos de todos lados y eso es algo que buscamos.
-Más allá de la competencia artística, entra en juego un componente emocional muy fuerte.
-Por eso digo que, durante la primera etapa del programa, mi rol de contención es muy importante, tanto en el vínculo con los participantes como con sus familiares. Me gusta hacer eso, es una forma de conducción diferente.
-¿Cómo te vinculás con quien fue eliminado para que no potenciar la frustración del participante?
-Los aliento a que no bajen los brazos, que sigan luchando por su sueño. De todos modos, más allá del resultado, se llevan la emoción de haber cantando no solo para el público, sino para Soledad, Ricardo Montaner, Mau y Rick y Lali, algo para nada frecuente.
-Pareciera ser que ese deseo de ser popular es un fin en sí mismo para mucha gente, alentados por el imaginario en torno a lo que genera esa posibilidad. ¿Considerás que los participantes de La voz Argentina se apoyan más en lo artístico?
-Creo que es una combinación de ambas cosas. Hoy, el mundo cambió y las redes sociales hacen un trabajo de difusión muy importante. De hecho, en mis redes difundo a los participantes, algo que hace que puedan pasar de cien seguidores a 100.000. El año pasado, debido a que hemos arrobado a algunos participantes, hubo chicos que llegaron al medio millón de seguidores y terminaron viviendo de eso. Respondiendo a tu pregunta, es cierto que se convierten en famosos, pero ellos capitalizan eso para poder ofrecer su arte y vivir de los que les gusta. De todos modos, es indudable que les cambia la vida.
Raíces
-Tu infancia, cuando aún no eras Marley, sino Alejandro Wiebe, ¿transcurrió en Munro?
-Al lado. Nací en Villa Adelina y, cuando cumplí quince años, nos mudamos a Carapachay. Era la zona por donde andaba en bici y jugaba con mis amigos.
-Sos una de las personas más famosas de nuestro país. Sin embargo, pareciera ser que lo público de tu trabajo no enfermó tu vida personal.
-No sé cómo sucedió, supongo que tiene que ver con la educación de mi familia. Tengo una familia muy normal, que nunca estuvo en el mundo del espectáculo.
-¿A qué se dedicaban tus padres?
-Mi mamá era ama de casa y mi papá colocaba tuberías de aire acondicionado en las empresas. Hicieron mucho esfuerzo por darme una educación, por inculcarme aprender idiomas. Yo sabía que les costaba mucho pagar todo eso, así que tuve un sentido de la responsabilidad y del esfuerzo desde muy chico. Y fue esa educación la que me llevó a tener la oportunidad de entrevistar a Madonna o Michael Jackson. Así se inició mi carrera, por lo tanto, además de agradecer a quien me dio la primera oportunidad, hay un gran agradecimiento a mi familia que puso mucho en juego. Mis viejos dejaron de lado placeres personales para darnos a mi hermano y a mí una buena educación. Pertenecíamos a una clase media muy trabajadora, se hacía mucho esfuerzo para lograr todo lo que teníamos, nadie nos regaló nada. Mi papá se iba a las siete de la mañana y volvía a las nueve de la noche agotadísimo. Creo que vivir todo eso me llevó a considerar mi trabajo como un trabajo más, al igual que quien trabaja en un banco o es un policía. Eso es lo que le inculco a mi hijo: busco que entienda que tenemos una vida donde la gente nos reconoce y nos saluda, pero no somos ni mejor ni peor que nadie, ni somos especiales.
-¿Cómo toma Mirko esa situación atípica del reconocimiento público?
-Le explico que somos conocidos por una eventualidad que tiene que ver con que mi trabajo se ve, a diferencia de otras actividades que son anónimas. Eso me ubica a mí en un lugar de normalidad, porque, si uno se deja llevar por los elogios que la gente te dice en Instagram, donde tengo ocho millones de seguidores, y te creés que sos un genio, estás perdido.
-Esa adulación puede ser muy peligrosa.
-Si uno entiende las reglas del juego desde el comienzo, cuando te elogian o medís treinta puntos de rating, te plantás en una actitud de relativizar y, por supuesto, estar tranquilo por el trabajo bien hecho, como lo debe estar un bancario que, al final del día, hizo todo lo que tenía que hacer. No se es maravilloso por estar en la televisión y eso es algo que me ocupo que entienda mi hijo y de inculcarle que es igual al resto de sus compañeritos.
-Hablabas del esfuerzo del trabajo, del estudio, del no recibir nada regalado, valores y dignidades que en la Argentina de hoy están devaluados.
-El trabajo y el esfuerzo da respeto hacia uno mismo, algo que se pierde cuando te llega todo regalado y, si uno no tiene respeto por uno mismo, no lo puede tener hacia los demás.
Herencia
-Nos enteramos hace muy poco que vas a hacer papá nuevamente.
-Sí, pero todavía no sucederá: aún no hay embarazo. Hice un comentario y se generó tal bola de nieve que parece que voy a volver a ser padre mañana mismo. En realidad, es un proyecto, una idea firme, pero aún faltan varios pasos.
-¿En qué instancia está el proceso?
-Tengo embriones, ahora me van a ayudar a buscar una mujer subrogante y, luego, esperar que suceda el embarazo, porque esa instancia es igual a la de cualquier mujer. Se da o no se da. Con Mirko sucedió en el primer intento, pero nunca se sabe.
-Trascendió que no deseabas que sea subrogante la misma mujer que lo fue con Mirko. ¿Es así?
-No es así, me encantaría que fuera la misma. Es adorable y hemos pasado todo el embarazo de manera maravillosa. Le ponía música a Mirko y le cantaba, sus hijos le daban besitos a la panza todas las noches, nada me gustaría más que fuera ella. Pero, desgraciadamente, no puede serlo por un tema médico: sufre de alta presión, fue madre hace muy poco y no sería conveniente que atravesara una quinta cesárea.
-¿Alguna vez pensaste en la posibilidad de adoptar una criatura, en lugar de transitar los procesos biológicos de subrogación? ¿Hay una necesidad vinculada a que tu hijo lleve tu ADN?
-No. Tiene que ver con que en el país no existen leyes que hagan fácil el trámite de la adopción. Conozco un montón de gente que lo intentó durante años y nunca le sucedió, algo que, realmente, no entiendo. No comprendo cómo ningún gobierno se ocupa de solucionar eso, me parece que va en contra de los chicos que no tienen hogar.
-A partir de tu experiencia como papá de Mirko, ¿qué fue aquello de la paternidad que te sorprendió gratamente y cuáles fueron los aspectos que intuías que iban a ser como fueron?
-Me sorprende todo y me suma admiración por el trabajo que hicieron mis padres. Pienso en el esfuerzo de mi madre como ama de casa y es digno de elogio. Cuando yo me crié, era una época donde se decía que el padre trabajaba y la madre era ama de casa, como si fuese una tarea menor. Ahora me doy cuenta que, el trabajo que hacía mi vieja era mayor al de mi viejo, de una responsabilidad enorme. Esa es un poco la razón por la que tardé en decidirme a tener un segundo hijo. Me di cuenta que era algo tan fuerte que dudaba de tener energía para poder criar a dos chicos muy chicos.
-Algo cambió.
-Mirko está más grande, estamos en otro momento, aunque el desafío sigue siendo enorme.
-¿Es consciente Mirko de esta posibilidad de tener un hermano en poco tiempo?
-No. En su momento, le consulté si le gustaría tener un hermano o hermana y me dijo que sí, pero, recién cuando haya un embarazo confirmado y avanzado, se lo diré.
Vocación
-Viniendo de una familia que no pertenece ni al mundo artístico ni a los medios de comunicación, ¿dónde sentís que germinó tu vocación?
-Creo que nací con este deseo de trabajar en la TV. Cuando era chico jugaba a conducir, grababa casetes con las tandas, armaba los cortes y mi vecina Laura me ayudaba en la conducción. Uno de nuestros momentos preferidos era cuando jugábamos a que éramos Mónica y César y dábamos las noticias. Era tal mi pasión que, a los siete u ocho años, me armaba una programación que para mí era perfecta, tomando programas de todos los canales. En general, elegía los que yo miraba, así que convivían La noticia rebelde con El hombre nuclear. Todo el tiempo jugaba a eso, es algo que vino conmigo.
-La primera oportunidad en televisión te la dio Nicolás Repetto, quien te llevó a su programa Fax.
-Exacto, había ganado un concurso en la radio Z95 para ser columnista. Al tiempo, me surgió un viaje muy barato para ir a Londres y un amigo me pidió que le comprara una cámara, pero me dijo que, si la quería usar, no tenía ningún problema. Cuestión que me puse a grabar notas que luego le ofrecí a Nicolás Repetto.
-Obviamente, a Repetto le gustó el material.
-Y se arriesgó al ponerme al aire, una locura, pero trajo sus frutos, al menos para mí.
-¿Con que sueña hoy Alejandro Wiebe? ¿Qué le falta?
-Ahora ya sueño con cosas más chiquitas. Pienso en terminar de formar mi familia y que mis hijos sean felices y tengan salud, hasta me imagino con nietos, por ahí pasan mis deseos hoy.
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