Mario Massaccesi: por qué es un feliz soltero, los secretos de familia y cómo sanó un hecho doloroso que marcó su infancia
El periodista, que se suma como conductor a Cuestión de peso este lunes, cuenta que aceptó el desafío como “un salto hacia la incertidumbre”, mientras asegura que mantendrá una mirada de aprendiz sobre el tema de la obesidad y la alimentación
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Para aceptar el desafío de conducir una nueva temporada de Cuestión de peso, que arranca el lunes 6 a las 14.45 por eltrece, Mario Massaccesi puso en práctica todo lo que predica en sus tres libros: soltar, saltar y salir. Y para eso, muy a su pesar, tuvo que hacer algunos cambios, como dejar la conducción de TN Central, por ejemplo. En una charla con LA NACION, desmenuza esos cambios que se vienen en su vida y bucea en sus sueños de la niñez y adolescencia cuando quería ser periodista y jugaba a ser César Mascetti. También revela cómo hizo para sanar sus heridas y ya no sufrir, da detalles de los secretos de su familia y cuenta por qué es un solterón feliz.
“Me llamaron para sumarme a Cuestión de peso y me dieron una semana para pensarlo. Pero me hicieron falta apenas diez minutos para decir que sí, y no lo consulté con nadie porque cada uno opina desde su lugar. No le di oportunidad a la cabeza porque sentí una corazonada. Era un salto hacia la incertidumbre, lo nuevo y lo destino y ya estaba en tiempo de hacerlo”, asegura el periodista, luego de uno de los tantos ensayos que tuvo en la última semana.
-¿Y no te dio miedo cuando lo pensaste mejor?
-Nunca. Es diferente al noticiero porque no doy noticias, sino que hay diez participantes y nos vamos a meter en sus historias. La idea es que tenga mucho de intimista. Tal vez, minutos antes de empezar, esté con las tripas revueltas, pero en ningún momento dudé de haber aceptado ni me generó miedo. Estoy muy bien contenido y además trabajo con los productores que hicieron Cuestión de peso desde la primera edición.
-El programa ya es un clásico y tuvo otras conductoras, ¿el desafío entonces es darle tu propia importa?
-Si, y me dieron absoluta libertad. También puse un par de condiciones. Una es ser ignorante en el tema y poder sorprenderme al aire. La mayoría tenemos una idea sobre la obesidad, pero no estamos suficientemente informados, entonces dije que no quiero opinar ni hablar sino preguntar desde lo más obvio a lo más específico. Incluso le pedí al Dr. Alberto Cormillot que me corrigiera al aire si yo decía algo inapropiado, porque no soy un experto en el tema y quiero preguntar como cualquier persona que va a un médico. Eso me da libertad de meter la pata al aire y no con intensión, sino porque no soy el que sabe del tema. Y otra de las condiciones es poder bucear en qué hay detrás del sobrepeso de cada persona. Tal vez no se vio en las temporadas anteriores y ahora me parece interesante saber qué pasa con las emociones, con los mandatos, porque en general detrás de cada persona con obesidad hay una historia que desencadena esa enfermedad.
-Detrás de cada enfermedad puede haber una emoción sin resolver…
-Y la obesidad es una enfermedad. Es pandémica y en el comienzo del programa vamos a dar las estadísticas y la proyección de la obesidad en nuestro país en los próximos diez años, y es alarmante. No tenemos conciencia de lo que comemos y de sus efectos. Es alarmante sobre todo en una franja etaria que no estaba incluida y son los más jóvenes. Gran parte de las personas que se anotaron para participar son jóvenes de entre 18 y 25 años y eso no se había visto en las temporadas anteriores. Son los que están con la Play todo el día, los que comen comida chatarra, los que profundizaron el sedentarismo en la pandemia. Son personas que no miran televisión y sin embargo se anotan en un programa de televisión.
-¿Sos disciplinado en tu plan de alimentación?
-Como sano, en parte, porque estoy obligado. Tuve dos hepatitis y tengo un hígado resentido; tuve la A y la B y la próxima es la C. Entonces me tengo que cuidar, y no tomar alcohol por ejemplo. Soy de la comida casera, no pido delivery. En general me cocino yo y evito los fritos, hago comidas al horno o hervidas. Y como no soy un experto en la cocina, hago lo básico y lo simple, ensaladas, alguna carne, alguna pasta. Nada sofisticado. Y practico deportes, camino, corro y ahora empecé a nadar. Hace muchos años que hago actividad física, tal vez no con rigurosidad, pero sí me doy un tiempo para hacerlo.
Soltar las noticias
-¿Aceptar hacer Cuestión de peso te obligó a dejar TN Central aunque seguís con En síntesis a la medianoche?
-Nunca pensé en irme de ninguno de los dos noticieros porque la estaba pasando muy bien. Armamos dos equipos hermosos, trabajamos muy bien, fluimos, nos acompañamos. Hace un tiempo se decía que me habían llamado de Cuestión de peso, y apenas eran rumores en ese momento. Y de verdad no pensaba irme, pero mi madre me enseñó algo, que es que las monedas se cuentan cuando las tenés en el bolsillo. Y cuando tuve la propuesta me di cuenta que era momento de decidir y practicar lo que propongo que uno de mis libros, y es que se puede soltar con amor. No soltamos necesariamente cuando ya no querés algo o te pesa, también podemos hacerlo para darnos la libertad de hacer cosas nuevas. Puse en práctica lo que predico y se me dio la oportunidad justa para soltar TN Central. Y de hecho pedí que me llamaran cuando necesiten suplencias porque no lo quiero perder. El director de noticias, Ricardo Ravanelli, me dijo que siempre iba a tener un lugar en TN y que soy fundamental por mi capacidad de trabajo y respeto, porque genero buenos equipos y soy funcional. Eso me dejó tranquilo porque es un lugar al que puedo volver si las cosas no funcionan como espero que funcionen. Y sigo en el noticiero de la medianoche porque hace muchos años que estoy y necesitaba no cambiar todo. Además, los fines de semana sigo en el teatro con las charlas de Soltar para ser feliz en todo el interior y ya hay fechas programadas hasta septiembre. No podía cambiar todo, porque me encanta el contacto con la gente y recorrer el país. El domingo 9 de junio hacemos una única función en el Teatro Astros. La charla es un mix de mis tres libros Soltar para ser feliz, Saltar al buen vivir y Salir de los miedos.
-Te reencontraste con Mirtha en su programa después de la insistencia de una pregunta íntima que te hizo hace algunos años. ¿La perdonaste?
-Nos volvimos a ver después de eso, es verdad. Me invitaban al programa de Juana, pero no al de Mirtha. Ya estuve con ella en lo de Teté (Coustarot) varias veces. Y ya me había pedido disculpas al otro día de ese famoso almuerzo. Me llamó al día siguiente de ese episodio, acepté las disculpas y para mí el tema está terminado. Esa tarde me volvió a llamar, me dijo que estaba muy dolida y que le trasladara las disculpas a mi familia. Me pareció un gesto de nobleza. Ese tema está cerrado. Además, si hablo de soltar, mira si no voy a soltar a Mirtha (risas).
-¿Tus libros son una catarsis de tu infancia?
-Siempre hay que seguir sanando porque cuando hay una herida queda la marca y hay que cuidarla todo el tiempo. Es algo que no termina nunca, pero ya no sufro por eso. Mis tres libros son la evidencia de que se puede dejar de sufrir por aquello que te dolió o te sigue doliendo. El dolor es inevitable, lo que sí es opcional es el sufrimiento y cada uno tiene que decidir qué hacer y cómo vivir con eso, si cargando o aceptando o perdonando y perdonándose. Hay que hacer esa gestión emocional necesaria para poder salir de ese lugar de sufrimiento. Mi primer libro fue la evidencia de que ya estaba preparado para contar y hacer público el cómo hice para salir de ese lugar.
-Sin embargo, no contas qué te pasó…
-No cuento lo que me pasó en mi infancia porque los detalles son muy horrorosos y porque creo que mi misión como adulto es cuidar al niño que fui, protegerlo y no exponerlo con detalles de lo que padeció. Y ese limite lo tengo muy claro, por lo menos hasta ahora. De todas maneras, lo he contado alguna vez, por ejemplo cuando voy a las cárceles a dar charlas, porque es un lugar en el que se necesita impacto y reacción para que los presos no vuelvan a cometer delitos, y para que puedan evidenciar que a partir de una situación horrible se puede salir a una vida mucho mejor. Tenía ocho años cuando me sucedió lo que me sucedió y quiero proteger a ese niño, apapacharlo y mimarlo, sanarlo, y lo hago de la manera que puedo.
-También hubo secretos en tu historia familiar y te enteraste que tu tía en realidad era tu hermana mayor. ¿Cómo fue el proceso de asimilar lo que se calló durante tantos años?
-En el 2009, mi tía Perla, que en realidad es mi hermana Marcela, me escribió varios mails provocadores, preguntándome por qué no indagaba en la historia familiar ya que tenía esta habilidad para preguntar sobre vidas ajenas. Yo no sabía ni de qué me estaba hablando porque nunca me imaginé esta trama. Entonces fui a visitarla a Niza, Francia, donde vive desde hace muchos años, y no me quiso recibir porque dijo que el tiempo del que yo disponía, que era un día, no era el que ella necesitaba para hablar conmigo. Con lo cual la intriga fue más grande. Nunca nos vimos porque yo tenía un tiempo acotado y seguía por otros lugares. Cuando volví a la Argentina hablé con mi hermana Mónica y le dije que me resultaba raro no haber podido verla, porque por un lado me provocaba a hacer algo y cuando me tuvo cerca no me recibió. Entonces mi hermana, que sabía la historia, me la contó.
-¿Sos el único de la familia que no conocía la verdad?
-Si. Soy el menor de mis hermanos y creo que me quisieron cuidar, como el más inocente.
-¿Qué pasó después?
-Llamé a mi ex tía, ahora hermana, y hablamos mucho. Inmediatamente reconocí su rol de hermana. Fue fuerte saber que tu madre escondió esa historia, la silenció porque no pudo hacer otra cosa. Y además murió atragantada por un cáncer de garganta. Mi hermana me escribió un mail muy largo contándome toda la historia de mi madre desde que quedó embarazada hasta que la tuvo a ella y decidió dejarla. Fue muy fuerte porque mi mamá la pasó muy mal.
-¿Y se reencontraron alguna vez?
-No pudimos vernos. Quise viajar en marzo de 2020 y fue la pandemia. Después fui a Cerdeña, de vuelta tomaba el avión en Niza y le dije que podía quedarme la cantidad de días que ella necesitara. Y me respondió que se iba de vacaciones con unos amigos. En algún momento voy a volver porque es necesario que nos veamos. No todas las partes siempre se ponen de acuerdo y yo he aprendido a aceptar el no de ella. Yo propongo, y también sé que en la opción de posibilidades está que me diga que no, y lo acepto y no reniego.
-De chiquito querías ser como Mónica y César, ¿fue ese sueño el que te impulsó a estudiar periodismo?
-Eso fue lo que me salvó en mi vida. Tener el sueño de trabajar con ellos, en Canal 13 y hacer una vida como periodista. A los 8 años, cuando mi vida era oscuridad y me habían robado la inocencia y padecía lo que me había pasado, lo único que me salvaba era jugar en el patio de mi casa a que viajaba por distintos lugares del mundo y estaba con una cámara de televisión. Jugaba a que era César y eso me llevaba a un mundo de sueños y posibilidades que estaban dentro de mí. Soy solterón por elección y he llegado a la conclusión de que esos estados de soledad eran lo único que me salvaba porque cuando no podía poner palabras lo que me había pasado, ni compartirlo con la familia y los amigos porque eran temas tabú. Entonces, lo único que me salvaba era el silencio y la soledad. Yo en la soledad me siento muy protegido y es un desafío hacia adelante. El jugar a ser periodista y ver todas las noches Mónica presenta, con Mónica y César, me salvó de todas las maneras que una persona se puede salvar. Nunca se los pude contar a ellos porque he sido muy tímido. Pero en el cumpleaños 80 de Mónica, me llamó Sandra (Mihanovich) para invitarme a la fiesta, me dijo que iba a haber 80 invitados y que su mamá conocía mi historia y quería que estuviera entre esos 80 invitados. Yo estaba de viaje, cambié el pasaje y me vine porque era una manera de cerrar esa historia. Y ese día no le pude decir nada porque había mucha gente, pero que me tuviera en cuenta para ese momento especial fue el mejor regalo para mí. Entendí que vale la pena soñar. Fue una reivindicación de los sueños.
En la gran ciudad
-¿Cómo decidiste probar suerte en Buenos Aires?
-Trabajé en diario, radio y televisión en Río Cuarto, en mi pago, y me quedé sin trabajo en la época de la hiperinflación de Alfonsín, en 1990. Una situación muy parecida a la de ahora. Me ofrecieron un trabajo en lo que hoy sería el Anses en Buenos Aires y me vine. Y ahí alguien me dijo que había un casting para una radio barrial en Belgrano y ya ahí me dijeron que había un casting en Cablevisión, donde me vio un locutor de radio Rivadavia y me ofreció trabajar con Santo (Biasatti) y él me llevó a Canal 13. Nunca tuve que pedir trabajo, siempre me han ofrecido y fue la demostración de lo que hacía interesaba a la gente.
-Decís que sos un soltero por elección, ¿te enamoraste alguna vez?
-No como para sostener una relación en el tiempo o hacer una proyección en pareja. Nunca me vi con una familia, hijos, una casa con techo a dos aguas y yendo al supermercado los domingos. Estar solo sigue siendo una elección todavía y me siento muy bien. Estoy feliz solo. Mi etapa de mayor bienestar personal me llegó de adulto porque pude empezar a hablar de todo lo que me pasaba después de los 33 años. Me llevó mucho tiempo sanar y dejar de padecer lo que me había sucedido. La pasé muy mal en la niñez, en la juventud y en la madurez. De alguna manera, vivo la etapa del adolescente que no pude ser a los 18 y siento que esta es mi verdadera juventud, a mis cincuenta y pico.
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