Mariana Fabbiani: "En este programa encontré una nueva manera de conducir"
La conductora se despide de El diario de Mariana, el ciclo de eltrece con el que experimentó una fuerte transformación personal
No se la nota cansada cuando, tras finalizar una nueva edición de El diario de Mariana y camino a su casa, habla por teléfono con LA NACION. Se percibe que ha ejercitado cabalmente el músculo de la rutina y que, al tratarse de trabajo, tiene muy procesados los pormenores de su profesión; muy estudiado su lenguaje y su forma de transmitirlo.
Tras siete años al aire, Mariana Fabbiani se despedirá el próximo lunes del magazine que comenzó en 2013 por la pantalla de eltrece y que fue mutando dentro de su formato. Y lo hará con un desafío inminente: la llegada del programa de juegos Mamushka, aún sin fecha de estreno.
Cuando Fabbiani se puso al mando de DDM, el magazine era un terreno que debía ser explorado a prueba y error. "En estos años nos equivocamos muchas veces y también tuvimos grandes aciertos", expresa la conductora. Desde prepararse para entrevistar mano a mano a la asesina de Fernando Pastorizzo, Nahir Galarza, a amoldarse al recambio de panelistas, la conductora interpreta que es su sinceridad con la audiencia lo que la mantuvo vigente en el fluctuante panorama televisivo. "Nunca dejé que el cuero se curtiera, y nunca quise disimular cuando me sentía incómoda en ciertos momentos, y eso el público lo nota", remarca.
La conductora es muy recelosa de su vida privada y prefiere que ciertos chispazos mediáticos -como el que protagonizó recientemente con Mirtha Legrand- se aborden a su tiempo y en su espacio, sin dejarse correr por la vorágine de las réplicas de lo que se ve y se especula en TV. Para 2020, Fabbiani deberá "dar vuelta la página" y regresar a las fuentes, a ese humor que había despuntado en Perdona nuestros pecados (PNP) primero y en El resumen de los medios (RSM) después, pero siendo consciente de que el cambio no será fácil. "Una vez que uno se compromete con ciertos temas no es sencillo salir de ahí, y además no quiero", apunta.
-¿Qué sentís ahora que se acerca el final de El diario de Mariana? ¿Lo vivís como un duelo?
-Sí, recontra, es una mezcla de sensaciones. Por un lado, sí es un duelo porque estamos todos los días viéndonos las caras las mismas personas desde hace muchos años; trabajo con gente que está desde el primer día, más toda la que después se fue sumando. Pero hay algo que tiene que ver con tu rutina de tantos años que cambia y eso implica un duelo siempre. El no tener el aire, el vivo, es raro para mí, porque no solo son estos siete años, son los de RSM también, así que voy a descubrir un montón de cosas de la vida (risas). Lo estoy viviendo igual con alegría por lo que viene, con expectativa, ya que por naturaleza trato de no instalarme en la nostalgia, a la que tengo bastante tendencia por mi sangre tanguera, pero ahora miro para adelante. Este programa me dio muchas satisfacciones y me hizo crecer en muchos aspectos, así que no le puedo pedir más.
-¿Cómo fue navegar de los tópicos más livianos a los más espesos? ¿Cómo quedás al terminar esa clase de programas?
-Quedo recargada. Todos estos años fueron de mucho aprendizaje, no solo de lo que tiene que ver con la actualidad, sino también de los temas políticos y económicos sobre los que tuve que estudiar. Los temas sociales me marcaron mucho, encontré ahí todo un mundo del que no creo que me vaya a alejar demasiado. Siempre me gustó seguir los casos aunque no lo hiciéramos al aire. Siempre había un seguimiento posterior, un compromiso. No es que terminaba el programa y ya estaba, la realidad seguía para esas personas. Yo soy muy sensible, y no quiero dejar de serlo, nunca quise dejar que el cuero se curtiera. Me siguen afectando los temas dolorosos, no me resbalan.
-Al aire te quebraste muchas veces, como rompiendo el preconcepto de que es el conductor quien debe mantener la compostura.
-Es que yo creo que este programa rompió con eso en todo sentido. Nosotros arrancamos el magazine con cosas para la mujer, con la cocina, y después nos fue llevando a la realidad, a lo social, y yo encontré una nueva manera de conducir. Yo decía 'la gente quiere ver esto en mí, pero no es esto lo que yo venía haciendo', entonces para mí también era un aprendizaje real, de tener que formarme. Por otro lado hablaba con la gente del noticiero, les preguntaba cómo llegaban a sus casas después de todo lo que informaban, y me decían que ya no les entraba en el cuerpo, y yo no podía. Era un peso, pero las cosas se viven con otra intensidad, con amor.
-¿Cómo te manejabas con los tecnicismos? En DDM los debates económicos signaron varias emisiones.
-Siempre estuve informada, siempre me gustó leer el diario a la mañana. Pero cuando te toca hablar de economía, te metés en otro mundo. De todas maneras siempre estuve rodeada de excelentes periodistas, con un rol y una especialidad. Yo preguntaba más desde la posición del espectador, no quería ser impostada, y luego pude poner en palabras cosas que antes no las terminaba de entender. La verdad es que ahora nos convertimos todos en especialistas en política y en economía. Yo me levantaba y la mañana era dedicada a leer, nos reuníamos con la producción y armábamos el programa, y un minuto antes del aire ese programa ya era otro, porque queríamos tener la noticia del día. Tengo una producción que ha sabido reaccionar, que fue creciendo, porque no existía un referente para nosotros, un programa que nos hiciera decir 'yo quiero hacer esto', entonces fue abrir un camino. Las tardes televisivas no eran así.
-Había lugar para programas de cocina, novelas, no estaba instalado el magazine.
-Claro. Yo buscaba referentes y no había otra conductora que no era periodista sino animadora hablando de temas densos, yendo del espectáculo a muertes sin solución de continuidad, lo cual implicaba todo un esfuerzo. Todo lo que parece natural tiene una manera de hacerse.
-Hay momentos en los que no tenés pausas en el programa en esas transiciones: se trata un caso de femicidio y al minuto se habla de "Bailando por un sueño". ¿Cómo manejás ese margen estrecho de reacción?
-Al principio me costaba mucho, eran charlas de producción en las que yo decía que no podía ir de un tema al otro, y la verdad es que después entendí que nosotros éramos un nuevo tipo de magazine que no existía, y que había que pasar de un tópico al otro como en la vida. Es muy sutil, pero cuando se tiene respeto por el tema, lo hacés desde un lugar verdadero y la transición es menos violenta. Tampoco quería disimular la incomodidad. No concibo otra manera de trabajar que diciendo lo que siento, tengo un vínculo con la gente, ya nos conocemos los tonos, las miradas.
-¿Podés precisar los momentos más desafiantes como conductora en estos años? La entrevista a Nahir Galarza fue muy debatida a posteriori.
-Hubo muchas cosas. Siempre que se presentaba un desafío de esas características era "vamos para adelante''. Lo de Nahir fue difícil, estaba todo el mundo detrás de esa nota. Desde lo periodístico era un desafío, nunca había hecho una entrevista de esas características. El punto era saber qué piensa una persona que fue condenada por haber asesinado. Desde lo periodístico considero que no hay nadie que no sea entrevistable, de lo contrario en la historia no se hubiesen hecho entrevistas a gente que hizo cosas malas. En el programa seguimos muchos casos difíciles de escuchar.
-¿Creés que a los panelistas se les da el crédito que se merecen? No es un trabajo sencillo.
-Es verdad lo que decís y está bueno destacarlo porque no es fácil lo que hacen. Hay que saber cuándo hablar, cuándo no pisarse, saber llamar la atención con lo que decís para que se genere todo el tiempo la sensación de que estás diciendo algo nuevo e importante. Es todo un trabajo ese. Siento que no se les da el valor que merecen, pero en nuestro caso, nuestros panelistas también son periodistas que traen información, buscan su propio material, y eso era algo que nosotros pedíamos: que se comprometieran de otra manera con lo que iban a contar.
-¿Qué nos podés adelantar de Mamushka? Adrián Suar ya reveló el título en el último programa de ShowMatch.
-Sí, Adrián ahí me habilitó a poder decirlo (risas). Este nuevo programa va a ser alegría, es para toda la familia. Nunca hice un formato de juegos, dentro de otros ciclos sí, pero no enteramente, así que me tiene súper entusiasmada. Lo que puedo decir por ahora es que son mamushkas que dan plata, y que es un programa que me tiene muy contenta, además amo a las mamushkas, así que fue una linda coincidencia.
-¿Vas a extrañar lo que dejás atrás? ¿Seguís pensando en volver a la actuación, por ejemplo?
-La actuación siempre está ahí pendiente, y la relaciono con lo lúdico. Es lo que estudié y lo que creí que iba a hacer, hasta que después la vida y la tele me llevaron para la conducción, que me enamoró.
-¿Cómo te llevás con la parte mediática de tu trabajo, con el salir a hablar de ciertos temas, como lo que pasó con Mirtha Legrand?
-Siempre mantuve mi vida lo más privada posible. Hay dos maneras de llamar la atención: no contando nada y teniendo fobia a todo; o contando todo y abriendo la puerta. Yo busco el equilibro, me gusta contarle a la gente cosas que me pasan porque hay cariño del otro lado, pero conozco dónde está el límite, y el límite es cuando hay cosas que me hacen mal. Soy muy celosa de mi intimidad, la cuido mucho, me da pudor. Tengo una vida normal que quiero que siga así. Me gusta que mis hijos puedan prender la computadora y no enterarse de cosas que no tienen que saber. Eso lo cuido mucho. En cuanto a extrañar lo que vengo haciendo, siento que intimé mucho más, empaticé con el otro, y hasta tanto no aparezca algo de esto en la TV, en otras plataformas lo voy a seguir haciendo. Tengo la cuenta en Instagram +MARIANA (@masmarianaok), y muy a pulmón pongo cosas ahí que me interesan.
-¿Cómo analizás el traspaso presidencial y qué esperás para el país?
-Espero que estemos mejor. Tengo esperanzas de que podamos salir adelante, de que vamos a estar más unidos, tirando todos para el mismo lado. Estamos en un momento difícil, pero me gustó lo que pasó con el traspaso. Fue muy moderado, muy civilizado y con una energía que tiende a construir, y ahí es donde yo también estoy parada. No hay otro camino, eso viene de nuestra dirigencia. Los ciudadanos vamos a estar más unidos y tranquilos si nuestros dirigentes son responsables y dan el ejemplo.
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