Manuel Puig, la vejez y la distancia del afecto, en el San Martín
Hace diez años dejó Buenos Aires y se instaló en Madrid. Allí construyó una importante carrera como director que le valió el reconocimiento casi inmediato del medio español, la crítica y el público. Pablo Messiez regresó ahora a la Argentina para poner en marcha un sueño que tiene desde hace varios años: versionar y montar la novela Cae la noche tropical, de Manuel Puig. Su intención era llevarla a escena en España, pero algunos afectos locales lo fueron ayudando a dar forma al proyecto en la Argentina; entre otros, la actriz Leonor Manso y el dramaturgo y director cinematográfico Santiago Loza, con quien comparte la versión escénica del texto.
Con Manso se conocieron en la década del 90 durante el montaje de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, que ella dirigió en La Trastienda. Con Loza el vínculo es más cercano: Messiez puso en escena en el madrileño teatro La Abadía su texto He nacido para verte sonreír (que formó parte de la programación del último FIBA) y ese encuentro parece haber sido determinante para seguir trabajando juntos.
También hace una década que Loza comenzó a imponerse en el medio teatral local después del estreno de su pieza Nada del amor me produce envidia. A partir de ese momento se le abrieron muchas puertas y, en lo estrictamente teatral, el autor confiesa que comenzó a entrar en diálogo con el público, algo que no le sucede frecuentemente con su cine. Muchas veces también se lo ha relacionado con Manuel Puig, seguramente por ese gusto que tiene por observar el mundo femenino.
La última novela de Puig, publicada en 1988, está representándose en el Teatro San Martín con un elenco integrado por Leonor Manso, Ingrid Pelicori y Fernanda Orazi (una argentina que hace ocho años vive en España y que se ha transformado en una actriz fetiche en la carrera de Messiez).
Santiago Loza confirma que esta es la primera versión autorizada de Cae la noche tropical y, a la vez, reconoce que dos o tres veces al año hay una adaptación de esa obra escondida en nuestra ciudad, "siempre hay algún dramaturgo que la toma lateralmente", asegura.
"Pensaba en estos días que Pablo Messiez es alguien que no vive acá y toma un material de un autor que tampoco residía en el país - confiesa Loza-. Manuel Puig, como Copi o Néstor Perlongher, eran seres disidentes que no fueron tan queridos De lo que conozco de Pablo, él sigue manteniendo una estética argentina en el exterior. En Cae la noche tropical, las protagonistas son señoras que hacen referencia a esta Argentina, pero desde ese paraíso que para muchos es Río de Janeiro. Hay algo idílico con esa ciudad que mira a nuestro país lleno de problemas, de dificultades. Siempre nuestro territorio es ese lugar al cual se vuelve de una manera compleja. Esta fatalidad que queremos tanto y que se llama Argentina".
A un ámbito similar llega ahora Pablo Messiez, quien se reencuentra con una ciudad que lo abruma. Cuenta que ha estado yendo a los ensayos atravesando una calle Corrientes en remodelación. Cada día debía sortear escombros y a punto de llegar al San Martín el cartel del teatro lindero, el Picadilly, anunciando una obra titulada Como el culo, le completaba una idea de la situación del país.
"Esto es muy fuerte, es como un guion de película - afirma el autor y director-. Todo te grita malestar. Por eso pienso la obra, el sentido del viaje, el poder reencontrarme con Santiago como un refugio y la posibilidad de hacer una defensa, desde la escena, de otro modo posible de vivir. De lo que se trata es de intentar cuidarnos y a la vez cuidar al que lo necesita. En general son tiempos muy tristes. Por eso cada vez le encuentro más sentido al hecho de estar haciendo teatro".
A Messiez le gusta hacer versiones de novelas (en España llevó a escena, entre otros trabajos, La distancia, a partir de Distancia de rescate, de Samanta Schweblin). Le interesa pensar el problema de la transposición y descubrir qué le puede aportar la escena a un determinado material narrativo. Con esta novela, particularmente, le interesó poner en el centro de esa escena el tema de la vejez. El creador, además, siente cierta fascinación por el mundo de las señoras (confiesa que las españolas le producen un interés muy grande). Y en este texto evoca la realidad de una de ellas, de 83 años, que desoye el mandato de los hijos y decide irse a Río.
"Puig dijo que dejó de escribir y de usar el sexo como material y empezó a trabajar sobre el afecto - aclara Messiez-. Esta es una novela sobre el afecto. Y, en lo personal, me pareció un buen momento para ocuparme de eso. Para poner en movimiento el afecto necesariamente tiene que haber una mirada atenta, despierta. El amor puede ser ciego, pero el afecto, no. El afecto es cuidado, ver quién está ahí, qué necesita. Poder ver realmente, volver a observar con ojos nuevos una realidad que damos como establecida. Dejar de pensar que un viejo está en el final de su vida y por lo tanto está acabado".
Al poner en crisis ese hábito, el director recurre a una frase de Beckett que dice: "La costumbre ensordece, el aire está lleno de nuestros gritos". Le interesa dejar muy en claro que esas costumbres van haciendo que veamos sin ver. Y cuando empezamos a mirar qué hay, quién es, qué pasa, ahí puede empezar a circular el afecto.
Pero también hay algo que tanto a Messiez como a Loza les ha interesado mantener en la versión teatral. Ese gusto por sostener valores que le aportan al material un carácter muy popular, algo que era muy afín a Manuel Puig. "Vengo de hacer un Lorca (Bodas de sangre, en el teatro María Guerrero de Madrid) - cuenta Pablo Messiez- y leí entrevistas que le hicieron al autor y me deslumbró su afán por llegar a toda la gente. Hacer un teatro popular de calidad, donde el mercado no determinara quién lo tiene que actuar o qué temas interesan al espectador. Lorca hablaba de su deseo de llegar al gran público sin perder calidad ni complejidad en los temas o los materiales que se eligen".
El creador hace una comparación con aquello que sucede con los boleros que de repente llegan a todo el mundo. Habla de melodías preciosas y complejas, pero para sus letras se eligen palabras sencillas que posibilitan que cualquiera se reconozca."Pablo es alguien que dentro del artificio encuentra algo muy natural y muy delicado, y además algo muy descaradamente emocional vinculado al bolero -explica Santiago Loza-. Entendí que tenía que ir por ese lado y además por una zona quizá más policial que tiene la novela, una trama más ligada a lo social que en ese momento le preocupaba a Puig. Mi trabajo fue de mucho respeto, de mucha admiración por Puig y de mucha alegría y admiración por trabajar con Messiez".
El dramaturgo reconoce que en Cae la noche tropical lo que lleva adelante el espectáculo es el relato. "Me parece muy conmovedor -dice- que ese relato les permita a los personajes seguir vivos. Cuando el relato se agota, la vida también. Eso me parece precioso. Se me volvió muy presente viendo ensayos. Esta es la última novela de Manuel Puig y es como si en ella condensara toda una vida".
Cae la noche tropical
- Teatro San Martín, Corrientes 1530
- De miércoles a domingos, a las 20.30
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