Luisa Delfino recordó las mejores charlas del ciclo radial Te escucho
En Cortá por Lozano quisieron hacerle un homenaje a Te escucho, programa ícono de la radio que durante muchos años condujo Luisa Delfino y hasta tuvo su espacio en las medianoches de ATC.
Invitada al ciclo de Telefe, Delfino recordó muchas de las charlas que tuvo con sus oyentes y contó cómo fue su llegada a Buenos Aires, desde su Gualeguaychú natal. "Tengo el don de escuchar y de percibir algunas cosas. Establezco buenos vínculos con mis entrevistados. Tengo mucha empatía con la gente y gozo mucho", arrancó. Y dio detalles de las charlas que más la impactaron. "Hay una que fue complicada de oír y de terminar. Un día llamó Horacio, contó que lo diagnosticaron con SIDA y cada semana nos llamaba y decía cómo evolucionaba. No llegó a vivir bien como puede hacerlo alguien hoy con esa enfermedad crónica. Un día invitamos a oyentes a ir al programa y vino Horacio, para que lo conociéramos. Fue tan emocionante porque cantaban su nombre. Tres meses después llamó para despedirse y fue muy conmovedor. Uno de los llamados que más recuerdo".
"También recuerdo otro llamado de una señora desesperada porque su único hijo estaba de novio con una travesti. Decía que eso no era normal y que el domingo iba a llevarlo a su casa, porque eran otros tiempos y lo trataba como un varón. '¿Qué hago?', preguntó. Y yo le contesté: 'Hacele ravioles'. Me enojé mucho con la señora y lo único que podía contestarle era que lo recibiera bien. Y se rió mucho y me dio las gracias. La radio tiene un encanto increíble", siguió contando la locutora.
Nacida en la provincia de Entre Ríos, Delfino era maestra rural cuando escuchaba en la radio a Hugo Guerrero Marthineitz. "Un día preguntó: '¿cómo va ese tejido?' Y yo, que estaba tejiendo, sentí una conexión. En vacaciones de invierno les dije a mis padres que quería viajar a Buenos Aires. Era tremenda. A los 6 años le pregunté a un cura si había vida después de la muerte y lo invité a cenar. Y en casa no cenábamos, por ahí tomábamos un café con leche y una tostada con dulce. Mi mamá estaba furiosa. Y a papá le divertía no saber que iba a pasar al día siguiente conmigo", aseguró.
Ya en Buenos Aires, lo primero que hizo Luisa fue a la radio, a buscar al 'Negro' Marthineitz. "Charlamos un montón, me sacó al aire y dio la dirección del colegio en el que yo trabajaba; llegaron miles de cartas y las leí a todos. Muchas eran de presos y me conmovieron mucho", recordó.
Luisa confesó que, durante muchos años, no le gustaba su aspecto. "En Gualeguaychú tenía cejas enormes tipo Frida Kalo o Manolito de Mafalda. Decíamos que la gente cuando se venía a Buenos Aires se ponía linda. Cuando me vine yo a trabajar a la Municipalidad de Avellaneda, en mesa de entradas, mis amigas me depilaron las cejas, y empecé a descubrir algunas otras cosas que me hicieron más linda", dijo.
"Cuando entré a trabajar a una conocida revista semanal, su director, Chiche Gelblung, me dijo que tenía un look chacarero. Me tunearon, de alguna manera. Y ahí encontré mi look", rememoró Delfino. "Nunca me hice nada porque tengo pánico quirúrgico. Me hubiera gustado hacerme las lolas, y quizá a los 50 me hubiera hecho un lifting para sacarme las arrugas. Pero ahora ya no. Hay una barrera que se pasa y hoy me miro al espejo y me veo divina, porque es como si me viera lo de adentro. Estoy contenta con lo vivido, con mi hija Mariana".
La locutora también contó que siempre tuvo "mucha suerte en el amor" y que tuvo "muchos novios y propuestas de matrimonio". "Me acuerdo que tuve que elegir entre casarme y venir a Buenos Aires. Y me vine", señaló.
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