Luis Ortega, sobre Historia de un clan: "Lo que hacen los actores acá es muy perturbador"
El guionista y director le contó a Personajes.tv cómo fue traer al presente uno de los casos más sangrientos y recordados de las crónicas policiales argentinas y halagó el trabajo de sus protagonistas
A Luis Ortega le interesan las dinámicas interpersonales, los lazos invisibles que se trazan entre los seres que se encuentran, los lugares que a cada uno de ellos les toca ocupar en esos mapas intangibles de relaciones en las que hay líderes y subordinados, tensiones, premios y castigos. Quizás por su historia, por provenir de una familia tan popular como indescifrable que alguien alguna vez tildó de "clan".
El es el "hijo cineasta" de Palito y Evengelina Salazar. Buscó hacerse de un nombre por fuera del mainstream y no le costó demasiado: con Caja Negra (2002), su opera prima, se hizo de un nombre propio dentro del circuito de festivales internacionales y amantes del fluctuante cine independiente argentino. Luego llegaron Monobloc, Los santos sucios y Verano maldito, y también la invitación de su hermano, Sebastián, de poner un pie en la televisión.
Tras grabar un episodio de la histórica Lo que el tiempo nos dejó y el piloto de la comedia Un año para recordar, Luis fue tentado por la factoría Underground para embarcarse en un ambicioso proyecto: una serie basada en el infame clan Puccio, la banda de secuestradores que dejó una profunda huella en el historial criminal argentino. No sólo aceptó ponerse detrás de cámara, sino que él mismo se ocupó de escribir el guión, junto a Pablo Ramos y Javier Van de Couter. En diálogo con Personajes.tv, el hombre detrás de Historia de un clan , dio detalles del proceso de creación de la ficción que, desde la pantalla de Telefé, da mucho de qué hablar.
-¿Cómo trabajaste en el guión de Historia de un clan?
-Empecé por el final, por la cárcel, conociendo a todos los presos que habían estado con los Puccio, y de ahí fui para atrás. Siempre de la mano de Rodolfo Palacios, que es especialista en asesinos y ladrones y los conoce a todos. Leí lo que había, conocí a los familiares de las víctimas y a la gente que los mató, los miembros de la banda que hacían las ejecuciones. Ellos son las únicas personas vivas que estuvieron ahí. Después me junté con Pablo Ramos, que es mi escritor argentino favorito, y como había cierta urgencia tuvimos que escribir el primer libro en tres días. Ese primer libro marcó el camino. De ahí continuamos con Pablo Ramos y Javier Van de Couter a desarrollar la historia.
-¿Qué es lo que más te cautivó de la historia del clan Puccio?
-Lo que más me cautivó fue que primero lo hacen por dinero, pero después lo hacen porque no pueden parar. Una vez que matan y cobran el rescate, se sienten vacíos. Se empiezan a pelear entre ellos. El fantasma en la casa organiza: trae armonía a los familiares, a los que saben que está, y a los que no saben también. Ahora el buen funcionamiento de la familia depende de que haya un huésped escondido, entonces tienen que reincidir, dar otro golpe. Se vuelve un círculo vicioso, el famoso circulo vicioso.
-¿Cómo fuiste configurando a los personajes de la serie?
-Cada uno tiene su rol. Arquímedes te hace creer que cuatro es más que cinco y que los buenos son los malos. Alejandro es el encargado de acercar el crimen a la gente común y decente, porque siente culpa. "Maguila", el hermano, es el que probó y le gustó, encontró su lugar en el mundo. Epifanía es la mujer, nadie sabe si sabe o no sabe que hay "invitados" en la casa, pero les prepara la comida y limpia el lugar después del check-out. No hace preguntas. Las hermanas Silvia y Adriana no saben pero lo sienten. Están en un despertar espiritual y sexual respectivamente; representan la pureza en todo ese montaje turbio.
-¿Y cómo fue el trabajo con los actores?
-Entramos en confianza muy rápido y, como había que retratar una familia, trabajamos como familia, en complicidad. Nos tocó estar con los "malos", entender algo desde adentro, justificar esa moral. Cuando filmamos que entra la policía a reventar la casa y cae toda la familia nos pusimos bastante tristes, porque éramos ellos, estábamos filmando juntos hace cuatro meses y era el fin. Los actores tienen un don que mejor no entender. Lo que hacen acá es muy perturbador; hasta la inocencia es perturbadora, te inquieta más que el hijo de puta de Arquímedes. Esto es la historia de las personas, no es una recreación del expediente.
-En tu camino como director de cine, no has hecho foco en casos reales, ¿te cambió la manera de trabajar en esta búsqueda de "verosimilitud"?
-Uno tiene una manera de ver las cosas, más allá de la historia que cuente. Lo que me cambió con respecto a mis películas es que no tenía que estar cargando equipos y complicándome la vida, dejando un tendal de deudas. Me pude dedicar a escribir y dirigir porque atrás estaban Sebastián y Pablo Cullel, que saben lo que les gusta y me dieron una libertad que les agradezco mucho.
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