Estará desde el miércoles al frente del segmento que va de 10 a 13 junto a un destacado equipo, y todas las noches, al cierre de cada jornada, tendrá su clásico programa de entrevistas mano a mano
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En la recta final de los preparativos de su llegada a LN+, Luis Novaresio describe su relación con el Gobierno “de mala a inexistente”. A partir del miércoles 2 de marzo se pondrá al frente de la segunda mañana de la señal, de 10 a 13, acompañado por Francisco Olivera, Guadalupe Vázquez, el Rifle Juan Manuel Varela, Gustavo Carabajal y varios columnistas rotativos. Y al término de cada jornada, alrededor de la medianoche, volverá a ocupar la pantalla con su clásico programa de conversaciones mano a mano, Luis Novaresio Entrevista.
En la charla con LA NACION, el periodista rosarino sumará otras frases muy críticas hacia la administración de Alberto Fernández y dejará expresa su preocupación por los graves problemas sociales y económicos que atraviesa la Argentina. Pero quiere a la vez que ese alto perfil que se le reconoce no sea la única faceta de la etapa que está por iniciar. Dice que sueña con explorar en su programa una veta más cercana al magazine y que sus compañeros pueden sumar a la rigurosidad periodística que los identifica una mirada más divertida y menos acartonada. “Todos los que hacemos televisión siempre soñamos con poder remedar un programa que fue emblema en ese horario, Mañanas informales”, reconoce.
-Tu llegada a LN+ es el resultado de un cambio de planes. ¿No habías pensado en distanciarte por un tiempo del trabajo periodístico?
-Yo quería tomarme un descanso después de los diez años que pasé en el Grupo América. Tengo un proyecto que estoy tratando de que progrese, el de escribir un libro. Y por lo demás, parar un poco. Además, había vivido algunos acontecimientos personales muy fuertes. Todo esto sonó como que iba a dejar de trabajar y recluirme como Truman Capote en algún lugar perdido. Ojalá tuviera el talento de Capote y además yo tengo que vivir de algo. Hasta que llegó la propuesta de LN+. Me atrajo porque me proponía un horario no tan político, que me permite jugar con otras cuestiones. Más el agregado del programa de entrevistas, una de las cosas que más me gusta hacer.
-¿Cómo va a ser tu programa diario?
-Va a tener dos componentes esenciales. Uno es el clásico de una señal como LN+: Breaking News, el seguimiento de todo lo que va pasando. Y el otro es corrernos un poco de eso cuando la actualidad lo permita y aspirar a una mirada más cercana al magazine.
-Citaste como referencia a Mañanas informales, aquella celebrada y siempre recordada creación de Jorge Guinzburg. Alli había actualidad, pero también mucho humor desaforado.
-El Mañanas informales modelo 2022 no necesariamente debería incluir al Payaso Mala Onda. Hoy el periodismo te permite salir un poco de la actualidad para explorar una veta más divertida y menos acartonada. Mis compañeros son todos profesionales muy rigurosos, pero también pueden expresar esa otra faceta.
-Es inevitable el riesgo de que la actualidad los lleve por delante todo el tiempo.
-Desde ya. Lo que el público de LN+ quiere es estar bien informado y saber todo lo que está pasando. Vamos a hacer un pase diario con Luis Majul para hablar de actualidad y de muchas otras cosas. Imagino una mañana caliente en términos informativos cuando la coyuntura informativa nos lleve a eso y más distendida cada vez que la realidad lo permita.
-Vas a estar por las mañanas y también de noche con tu programa clásico de entrevistas.
-El espacio de la entrevista es el más rico de nuestro oficio. Un viejo y noble concepto de este oficio que aprendimos en los manuales nos dice que en una entrevista el contenido es el rey y la conversación no es un acto ni de juzgamiento al entrevistado ni de narcisismo periodístico. Defiendo ese lugar como algo muy importante.
-Suele decirse que la TV informativa y de actualidad de este tiempo en la Argentina se inclina demasiado hacia los juicios de valor y a lo que se conoce como “sesgo de confirmación”, que consiste en prestarle atención solamente a aquellas cosas en las que ya creemos. ¿Cuál es tu posición frente a este tema?
-Es difícil sustraerse a eso. A veces nos gusta escucharnos en primera persona antes de contar una historia. El periodismo no es otra cosa que contar historias de la mejor manera posible. Recuperar la curiosidad por una historia, contarla rigurosamente y darle atractivo al relato. Hay que volver a eso. Por supuesto, en algún momento habrá que marcar la opinión, pero debemos cuidarnos mucho de diferenciarla de lo que significa contar un hecho.
-¿Va a haber en tu programa un lugar permanente para el comentario editorial?
-No vamos a tener un espacio fijo para eso. Inevitablemente habrá una postura editorial cuando algún hecho importante lo amerite, pero hacer un editorial a las 10.30 de la mañana no sería respetar el tono de lo que debería tener una segunda mañana en la tele.
-¿Cómo se define tu relación con la expresión política que hoy gobierna la Argentina?
-De mala a inexistente. Este Gobierno tiene desprecio por los periodistas en general, y en particular con los que discrepan con él.
-¿Se puede conectar esa mirada con tu diagnóstico sobre el momento que atraviesa la Argentina?
-Hace poco tuve un contrapunto con Ernesto Tenembaum, que nos invitaba a ordenar a los gobiernos de la democracia de mejor a peor. Casi todos los periodistas que contestamos a esa encuesta dijimos que el mejor fue el de Raúl Alfonsín por el respeto institucional, la reafirmación de la democracia y todo lo demás. Con ese mismo prisma, dije y sostengo que el gobierno de Alberto Fernández es el peor. No se manifiesta solidario con los países en donde hay alternancia institucional y división de poderes, y está cerca de regímenes que violan los derechos humanos y de varias autocracias. Si a eso le sumamos una situación económica muy desesperante, un muy mal manejo de la pandemia y de la salud pública, y una inexistente política de seguridad, me parece que el combo es lamentable.
-¿Creés en algún sueño que pueda sacar a la Argentina de su marasmo?
-Ya no sueño con grandes cosas épicas, como me pasaba antes. Ahora sueño algunas cosas pequeñas, como pensar en un país que te permita trazar un horizonte de previsibilidad más o menos razonable. La Argentina es muy frustrante porque no te deja tener proyectos. Y no hablo del largo plazo. Ni siquiera el inmediato. Sueño con un país un poco más razonable.
-Hablando de sueños, ¿hay algo que no te deja dormir sobre lo que pasa en la Argentina, que te deja desvelado preguntándote cómo puede ser que algo así esté ocurriendo?
-Que tengamos un 50 por ciento de pobreza, que haya tantos muertos por cuestiones de inseguridad, que exista el nivel de precariedad laboral que tenemos. No puede ser que sea un privilegio trabajar de lo que te gusta y vivir dignamente.
-Como ciudadano, ¿qué les pedirías a los dirigentes que sueñan con ser candidatos a presidente?
-Algo que puede parecer un lugar común. Que sean honestos en el más estricto sentido de la palabra.
-¿Qué diagnóstico hacés sobre el estado actual del periodismo político y de actualidad?
-Nosotros estamos también inmersos en la situación de crisis que vive nuestro país. Además, esto del sesgo de confirmación, de querer hablarle solo al público que coincide, es como el “megustismo” de Facebook. Cuando uno solamente quiere hablarle a los que piensan igual que uno estamos en problemas. Eso no es un ejercicio periodístico.
-¿Sentiste en algún momento que la realidad corroboró alguno de tus vaticinios periodísticos?
-Soy un pésimo vaticinador. He metido la pata de manera notable muchas veces. Siempre decimos con Beatriz Sarlo que somos de los poquitos que reconocemos que nos equivocamos con Cristina Fernández de Kirchner, cuando decíamos que ella había salido de la política argentina importante. La pifiamos feo.
-¿Y autocríticas?
-Tengo montones para hacer. Tal vez una de ellas pase por haber sido quizás demasiado ególatra en el ejercicio profesional.
-¿En qué sentido?
-En que muchas veces nos interesa más la primera persona del singular que la tercera persona. Esto de “yo pienso y yo digo” antes de “sucede esto o pasa esto otro”. Estamos a veces muy parados en la convicción de que somos más importantes de lo que contamos.
-Si mirás tu carrera en retrospectiva, ¿qué podrías observar de la evolución de tu vida como periodista?
-Hay dos grandes etapas. Una pasa por mi trabajo en Rosario y el otro por lo que hago desde que llegué a la Capital. De esto último no hace tanto, me vine hace poco más de diez años. Instalarme en Buenos Aires fue una apuesta grande, porque me iba muy bien en Rosario y era una apuesta. Yo soy un gran remador. El haber conseguido un espacio destacado en los medios me pone muy orgulloso. Tengo agradecimientos infinitos, pero siempre recuerdo que estoy aquí primero porque Mariano Grondona me ofreció un lugar en su Hora clave. Allí me vio Daniel Hadad, que insistió para que me instalara en Buenos Aires. Después debo agradecer al Grupo América y mucho a Juan Cruz Ávila, que me vio allí y ahora me convoca para LN+.
-¿Decidiste no hacer radio este año?
-Sí, y con gran dolor. Si no lo hacía iba a seguir con la alienación de horarios de trabajo muy exigentes. A mí me gusta mucho hacer radio todos los días, y la experiencia de conducir la segunda mañana fue muy divertida. Pero será un 2022 sin radio.
-¿Qué futuro vislumbrás para tu carrera?
-Espero que me lleve a trabajar más en el análisis, en un periodismo más disfrutable, más que en el seguimiento de la coyuntura, del día a día político. Me gustaría correrme hacia algunos temas de interés general y enfocarme, como te decía, en contar historias en vez de seguir en la trinchera de la discusión política diaria.
-El libro del que hablabas al principio ¿tiene que ver con esta idea tuya de contar historias?
-El libro ya lo estoy escribiendo. Estoy muy entusiasmado. Es una ficción absoluta y tiene que ver con la experiencia personal de haber participado, cuando todavía vivía en Rosario, de un curso de filosofía que dictaba todos los jueves José Pablo Feinmann. En el libro cuento la historia de cinco personas que se encuentran y que están atravesando distintos momentos de sus vidas.
-¿Te interesó a partir de ese curso profundizar el conocimiento de la obra de algún autor o de alguna corriente filosófica? Feinmann, por ejemplo, se identificaba con el existencialismo sartreano.
-Soy un estudiante de filosofía frustrado. A los 18 años, por pura casualidad, un amigo me regaló La náusea y desde entonces empecé a leer con mucha atención cosas sobre el existencialismo. Sigo creyendo que esa corriente es un humanismo optimista, como dice el propio Sartre, y también una respuesta a la no respuesta de la existencia.
-¿Puede la filosofía puede ayudar a un comunicador a encontrar respuestas a los dilemas que atraviesa la Argentina?
-La filosofía nunca da respuestas. En todo caso lo que hace es proponer preguntas. Y en la vida en general y en nuestro oficio en particular, la pregunta es lo que te hace crecer. Es la herramienta de la curiosidad. La filosofía invoca en mi caso el deseo de seguir preguntando. Hace unos pocos años empecé a cursar la licenciatura en Filosofía en una modalidad de estudio a distancia. Y siempre me digo: ¿y si me anoto en Puán y empiezo la carrera? Si tuviera completamente resuelta mi situación económica, no lo dudaría ni un minuto.
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