Luis Brandoni y Pablo Echarri, más allá de la grieta: “No hay que creer que hay un pensamiento único y que el otro siempre es el enemigo”
Reunidos por el ciclo de LN+ Hablemos de otra cosa, los actores –de posturas políticas antagónicas– hablaron de la semana política más caliente del país, de la participación de los artistas en la vida partidaria y de la posibilidad de presentarse para un cargo público
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A pesar de que Luis Brandoni y Pablo Echarri son actores con conocidas posturas políticas antagónicas, la sangre estuvo muy lejos de llegar al río esta noche en el programa Hablemos de otra cosa, por LN+. En la semana de mayor vértigo político de la Argentina, ambas figuras se mostraron proclives al diálogo sin ataques ni golpes bajos. El encuentro, que me tocó moderar, se produjo sobre el escenario del Multiteatro, en el cual el primero de ellos representa El acompañamiento, la obra de Carlos Gorostiza, con David Di Nápoli, todas las noches, de miércoles a domingo.
Para cierto tono indignado que campea en las redes sociales y en la TV a uno y otro lado de la grieta, pudo ser una desilusión ya que el cruce entre ambos actores fue más que respetuoso y muy cordial, aunque con alguna broma futbolera ya que Beto era “local” y Echarri sugería jugar la “revancha” sobre su propio escenario, el del Multitabaris, a pocas cuadras, y también sobre la avenida Corrientes, donde junto a Mike Amigorena y Fernán Mirás representa Art, la obra de Yasmina Reza. No será necesario porque no hubo un ganador ni un perdedor ya que no se enredaron en encarnizadas discusiones. La conversación transcurrió con gran serenidad porque prefirieron sentar sus posiciones sin contradecir ni chicanear al otro.
Algo más locuaz resultó Echarri, en tanto que Brandoni (tal vez por la reciente campaña en la que participó como integrante de una de las tres listas que compitió en la interna de Juntos por el Cambio) prefirió escuchar más y hablar menos, con la satisfacción del amplio triunfo del domingo. De hecho, él fue quien pidió que el encuentro fuera después de las PASO. Sentía que las urnas habían hablado por él, se mostró más contemplativo y no quería chocar con su colega, más preocupado por esos resultados, en su caso, adversos a su preferencia ideológica.
De todos modos, hubo un momento de cierta tensión cuando Echarri le reprochó a Brandoni que con Andrea del Boca y Fabián Gianola intentara hacerle la guerra a Sagai, la entidad que defiende los derechos de imagen de los actores y de la que Pablo es tesorero. “Le pedíamos a Beto -recordó Echarri- no diluir en dos entidades la fuerza de actores, que es débil como para dividirse, porque es un colectivo desocupado. Subí la escalera de Tribunales por una denuncia de administración fraudulenta”. Brandoni se defendió: “Todo lo que hice fue de buena fe, mi interés no era debilitarlos”, pero también recriminó que nadie se solidarizara con él cuando renunció a la Asociación Argentina de Actores tras ser atacado por su comisión directiva. Echarri lo reivindicó: “Beto es un gran referente y siempre estuvo a la vanguardia de la lucha sindical”.
En un tramo de la emisión se lo invitó a sumarse a la charla al productor teatral Carlos Rottemberg, el dueño de las salas mencionadas, para consultarle si tener bajo el techo de una misma empresa (o “casa teatral”, como le gusta denominarla a él) a actores tan antagónicos generaba algún retraimiento del público más agrietado. “La militancia de los actores -señaló el productor teatral- no me produce ningún escozor, al contrario. Tener artistas con opiniones diferentes es un placer, no un problema” y recordó que el fenómeno no es nuevo ya que en tiempos de la dictadura militar había parte del público que no quería ver a Beto por “zurdo”. Brandoni agregó: “Yo no noto que el público se haya agrietado, no puedo pensar que a este teatro vengan solo a verme los radicales. Nos hemos ganado el derecho de manifestar nuestra pertenencia partidaria”. Echarri, en cambio, opinó que “cuando uno se expresa políticamente, hay consecuencias”. Rottemberg desarmó la tesis del boicot del público: “Después de la pandemia, Brandoni fue el primero en volver y desde que debutó, Echarri siempre estuvo entre las cinco primeras recaudaciones”.
La propuesta del programa era comprobar si era posible que los que piensan tan diferente pueden conversar sin violentarse. A continuación, algunas de los tramos salientes del diálogo que mantuvieron ambas figuras.
Brandoni: –Me crié como actor viendo a mis mayores en un clima casi familiar, muy agradable. Sabíamos quién había tenido un hijo, quién cumplía años.
–¿Aunque tuviesen ideas distintas?
Brandoni: –Claro que sí y en un sindicato tan particular [se refiere a la Asociación Argentina de Actores]. La masa de actores y actrices tenían formaciones, ideas y orígenes distintos. Hablábamos de política y eso que había más partidos que ahora. Pasábamos por elecciones y había cargadas. Pero después de las funciones nos íbamos a cenar.
–Pablo, parafraseando a Mario Vargas Llosa, ¿cuándo “se jodió” la conversación, se empezaron a dar la espalda y a tomar esos cuidados que la grieta propone desde hace unos años?
Echarri: –Creo que el enfrentamiento recrudeció al ritmo de las sucesivas crisis en que está sumergida la Argentina en cuestiones ideológicas y económicas. Si bien la grieta existió toda la vida y en distintos países del mundo, creo que es un negocio muy particular que le conviene a un sector determinado, pero no a nosotros. A algunos les resulta redituable, pero nosotros como artistas perdemos claramente.
–¿Los políticos de un lado y otro no juegan también un poco a la grieta?
Echarri: –Sin duda y tampoco creo que esté mal jugar a ese antagonismo ideológico. El tema es buscar la posibilidad de la coexistencia. No pensar que hay un pensamiento único y que el otro siempre es el enemigo. Reconocer que hay dos modelos de país diferente que deben coexistir en una misma sociedad y no la idea de que uno deba prevalecer sobre el otro. Eso es lo que hace que la grieta sea cruel y dolorosa y nos lastime, sobre todo a nosotros.
Brandoni: –Hay una diferencia con el amigo. En la época de la que hablaba, la gente militaba en distintos partidos. No había solo dos modelos de país: ¡cada uno tenía el suyo! Pero no estaba en primer plano eso. No era a lo primero que se apelaba. Si no Teatro Abierto, en 1981, no se habría podido hacer y éramos 140 actores de todas las ideologías.
Echarri: –Había un enemigo común. La unidad era para ir contra algo que era inadmisible como la dictadura.
Brandoni: –Por supuesto que sí. Eso, en alguna medida, nos abroquelaba. Ir a comer después de la función era una cosa muy grata. Se estiraba la sobremesa. Si llegabas solo tenías seis o siete mesas para sentarte porque había compañeros. ¿Cómo hacíamos nosotros con la plata? ¿Como podíamos no siendo figuras ni tener grandes contratos comer cuatro o cinco veces por semana afuera? Hoy no sé si se podría.
Echarri: –No se puede. Definitivamente somos más pobres, Beto.
Brandoni: –Eso era algo que nos aglutinaba enormemente.
Echarri: –No poder hacer eso tiene que ver con un empobrecimiento fáctico de la sociedad. Si yo te digo el porqué seguramente estemos en desacuerdo.
–Más allá de que se puedan poner o no de acuerdo, sí podríamos convenir que la gran asignatura pendiente de la democracia del 83 para acá, porque han pasado gobiernos de todos los colores, es justamente esa: la pobreza ha avanzado sin parar.
Echarri: –Beto recuerda sus épocas grandiosas. Yo era muy chico pero tal vez llegué a vivir los estertores de ese esplendor. Es muy difícil rescatar ese tiempo que se fue. Creo que hay una cuestión concreta con los endeudamientos insostenibles que generalmente las termina pagando la gente, no solo de menos recursos sino también la clase media.
-Y lo mismo cuando imprimís y no tenés respaldo…
Echarri: –Convengamos que sí. Pero una cosa es endeudarse en moneda propia, y no hay que utilizar la máquina de imprimir billetes de una forma desmedida, pero es muy distinto cuando te endeudás en una moneda a la que no tenés acceso.
–Quiero llevarlos a esta semana vertiginosa que estamos viviendo desde el domingo con las PASO y todo lo que vino a continuación. Beto, fuiste uno de los pocos que anticipó que los resultados iban a ser una “catástrofe” para el Gobierno, ¿por qué?
Brandoni: –Porque tuve en cuenta una serie de síntomas que me daban a mí la noción de que algo se había modificado en la sociedad. Estoy convencido de que hubo una participación que en otro momento no existió. Los banderazos no fueron hechos aislados y estuvieron protagonizados por personas no politizadas, gente joven y mayor que no tenían el pysique du role de pertenecer a partidos políticos. También las formas nuevas de comunicación tuvieron mucho que ver. Eso me dio la sensación de que iba a ocurrir algo distinto. Igual no es lo mismo las PASO que las elecciones de noviembre y en la que va a haber seguro una participación mayor.
–Pablo, después de las PASO, escribiste un tuit que decía que la sociedad debía darle al Gobierno un voto de confianza. ¿El esfuerzo no debería ser del oficialismo que ha sido bastante cuestionado con los resultados?
Echarri: –No hay duda. La herramienta para revertir eso la tiene el Gobierno. Lo otro es un pedido de aclarar la mente para saber qué lo que se votó en 2019 fue un cambio de modelo tras una crisis profundísima. En el ranking salarial de la región pasamos del primer puesto a los últimos lugares. Y la recuperación del salario es algo que el Gobierno anunció y no pudo concretar. La deuda no le da la posibilidad de generar medidas contracíclicas. Tampoco se pudo bajar la inflación. Las derrotas generan cimbronazos internos. Al gobierno le pido humildad y capacidad de observación. Pero un cambio de rumbo en la mitad de la gestión sólo profundizaría la crisis en la que está sumergido. No darle un voto de confianza al Frente de Todos en la mitad de su gobierno, es suicidarse.
Brandoni: –Competí en las PASO de manera simbólica. Es un momento en que tiene que entrar gente joven a la política. El resultado es muy impactante, no lo daba nadie, salvo yo. La sorpresa fue muy fuerte. Estoy de acuerdo con Pablo: hay un malestar muy grande en la gente. La pandemia fue una cosa muy dolorosa para todos. Creo que es posible que se modifique la relación de fuerzas y eso obligará a los partidos a conversar sí o sí.
–¿No se subestimó a la oposición, Pablo?
Echarri: –Está claro que hubo una lectura errónea. El éxito más grande de la oposición es haber creído que la pandemia no fue un hecho cruel e inédito que básicamente creó pobreza. Gestionar encuentros multitudinarios en pleno brote de virus…
Brandoni: –No hubo suba de contagios durante los banderazos porque la gente tomó sus recaudos y la sociedad sigue saliendo a la calle con sus barbijos.
Echarri: –Quizás los números de las PASO, tengan que ver con el manejo de la pandemia.
–Pero la cantidad de muertos por millón…
Echarri: –Es muy grande, pero no colapsó el sistema de salud.
–Beto, ¿ves con posibilidades a algún candidato radical para 2023?
Brandoni: –¿Por qué no? Me encantaría.
-Pablo, siempre has militado pero tu pareja, Nancy Dupláa dijo que si querés ser presidente te mata…
Echarri: –Me interesa la política como única herramienta de transformación. Despunto ese vicio en Sagai, ya hace 15 años. En algún momento podría llegar a un cargo ejecutivo. No tengo la capacidad, la espalda ni el deseo para postularme para presidente y sobre todo mi mujer seguramente me mataría. Prefiero mantener mi relación de familia y de pareja.
–Para despedirse, ¿qué se dirían?
Brandoni: –Me gustaría que nos viéramos más seguido fuera del escenario, que nos sintamos más cerca por lo que somos, actores, que por las convicciones políticas.
Echarri: –Celebro la posibilidad de encontrarme hoy con Beto después de mucho tiempo sabiendo que estamos en las antípodas del pensamiento, pero que ponemos por delante el respeto y de mi lado, admiración por haber marcado el camino dentro de la política sindical y partidaria, y también saber jugarse.
Hablemos de otra cosa se emite los viernes, a las 23, por LN+
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