"Los simuladores" dijeron adiós
En el episodio de despedida, la serie recuperó el espíritu de la primera temporada Entrevista de LA NACION LINE a Damián Szifron
¿Se puede aplaudir de pie frente al televisor? Se puede. Se debe. Aplausos de pie para Damián Szifron.
Por muchos motivos. Por devolver las ganas de ver televisión. Por ser el proveedor de un oxígeno necesario en una pantalla chica que por épocas es agobiante. Por hacer que todo actor que pasa por el ojo de su cámara se convierta en un gran intérprete. Por haber recuperado en el último capítulo de "Los simuladores" el humor perdido en la segunda temporada. Por haber sabido sanar las heridas que causa el éxito. Por ser tan honorable a la hora de decir adiós.
"Los simuladores" fueron unos en la primera temporada: eran cuatro hombres que resolvían pequeños problemas con grandes recursos. Ese era el chiste. Eran cuatro hombres que trabajaban por dinero (condición sine qua non ). Eran cuatro hombres que cuestionaban sus propios métodos y su moral.
Después de las vacaciones, la segunda temporada de "Los simuladores" trajo de regreso a cuatro hombres soberbios, ganadores, dedicados a cosas demasiado importantes como para contemplar la ternura. Volvieron con una Brigada B, que eran sus empleados. Volvieron cuatro hombres que se creían perfectos y que habían perdido el sentido del humor. Volvieron cuatro hombres que se creían la balanza del bien y del mal y decidían a quién ayudar y a quién no, sin que el dinero importara demasiado. Uno quería que esos cuatro se fueran para que regresaran los de antes, los primeros, los mejores. Y como si adivinara este deseo, Damián Szifron los trajo de vuelta. Para Reyes.
Tal vez porque se habían convertido en un cuarteto inhumano es que Milaso (César Vianco) no caía antipático. Este archienemigo podía hacerles pagar caro su soberbia. Pero no. Los simuladores cortaron camino y en los primeros quince minutos (el telefilm comenzó a las 22 y terminó diez minutos pasada la medianoche) se deshicieron del Rambo argentino con lo que siempre supieron usar: la cabeza.
Así, la violencia física cayó, una vez más, bajo el encanto de los simuladores que hicieron lo de siempre: enredar a su presa en la cuerda de su propio deseo. Milaso los enfrentó con armas. Ellos antepusieron su inteligencia y, en ese camino, encontraron un aliado inesperado: el detective (Alejandro Awada), que no estaba muerto sino a la espera, para darles una mano en el momento justo. Ese detective, se supo luego, llegó a esta historia para reconciliar a Santos (Federico D´Elía) con su pasado, para que entendiera el porqué del suicidio de su padre. Y en el último momento del telefilm quedó claro también que el detective Molero estaba destinado a ser el heredero de "Los simuladores" y ocupar -en una nueva formación simuladora- el lugar de Santos. Así que en el episodio final, Santos, el siempre solitario cerebro de la organización, encontró a su alter ego.
Las dualidades
Y hablando de alter ego, surge el recurrente tema de las dualidades (¿qué tendrá Szifron con las dualidades, un eje que también manejó en su opera prima, "El fondo del mar"?). Primero fue el enfrentamiento cuerpo/mente (la violencia de Milaso, la inteligencia de los simuladores). Después, llegó otra historia que fue una suerte de cuento de Navidad. Un joven (Gerardo Chendo) renegaba de su familia obnubilado por las promesas yuppies de una empresa de cable internacional. Un detalle: el padre del muchacho poseía el último cine de su ciudad. He aquí nuevos enfrentamientos: cine/TV; vida familiar en un pequeño pueblo/vida vacía en la gran ciudad.
Más aún. En este último capítulo, Lamponne (Alejandro Fiore), enamorado, fue el mensajero de encrucijadas esenciales: ¿ser un héroe o ser un hombre?, ¿seguir en soledad o buscar un amor?, ¿solucionar problemas ajenos o hacerse cargo de los propios?
El problema del joven yuppie se resolvió al estilo de los viejos simuladores: con una fiesta, con invitados especiales, con cantantes caricaturescos (en este caso, de cumbia, "Los llaneros solitarios", que protagonizaron un hilarante rescate en helicóptero), con un papelón conveniente para que el chico fuera degradado en la empresa y catapultado al refugio familiar y con una influencia psicológica impresionante de parte de Máximo Cozetti, es decir, Emilio Ravenna, es decir, Diego Peretti. (Un actor que interpreta a un personaje que actúa.) Así se resolvió el caso de Navidad. Pero, ¿cómo resolvieron "Los simuladores" su propia encrucijada? Con la separación. Con la necesidad de tener una vida individual. (Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.)
Así que se fueron nomás...
Pasará a la historia la dulzura kitsch de Medina (Martín Seefeld), que en el final brilló con su canción al juguetero Simón. Pasará a la historia el gesto de Szifron de halagar, por una vez, a la platea femenina con un formidable desnudo de espalda de Ravenna (Peretti), el más sexual del cuarteto.
"Los simuladores" han dejado tanto que es una pena que se hayan ido para siempre. Aunque se sugiera, en el último instante, lo contrario. Aunque Santos pida (¿a Dios?) una señal. Aunque alguien lo pare en la calle y le diga: "¿Tiene fuego?"
- 32, 8 puntos
Con media ciudad vacía, el final fue un boom. "Nueve reinas" (13) hizo sólo 11,6
Golpes de TV
- Abrumadores golpes de rating tiene la pantalla chica en estos últimos tiempos. En diciembre último, la despedida de la telenovela "Resistiré" superó todo pronóstico al lograr 41,9 puntos de rating (con picos de 46,4). Ahora, en plenas vacaciones, con media ciudad vacía (el rating mide hogares de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires), el episodio final de "Los simuladores", un formato de telefilm emitido anteanoche por Telefé, midió 32,8 puntos. Sin picos de rating. Es decir, con permanencia total frente al televisor.
Ir a la entrevista que realizó LA NACION LINE a Damián Szifron
Temas
Más leídas de Espectáculos
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
En Colombia. El crudo documental de Netflix que relata cómo cuatro hermanitos sobrevivieron 40 días en la selva
"El dolor fue real”. Denzel Washington: su cambio físico, la ayuda que recibió de Lenny Kravitz y una impensada confesión